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Revista Estudios en Seguridad y Defensa 2(4): 4-8, 2007

Filosofía para la educación militar


En términos generales, la filosofía para la educación está conformada por un sistema de experiencias, tradiciones, valores y propósitos orientados hacia objetivos predeterminados que permiten alcanzar un fin. De este concepto fundamental, las diversas profesiones y actividades dentro de una sociedad, diseñan su propia filosofía, que constituye el hilo conductor de los esfuerzos, métodos, procedimientos y recursos que garanticen el logro de ese fin último.


La profesión de las armas, sin duda la más exigente de todas, requiere una filosofía especialísima, que desborda el ámbito de su propio ser, para incorporar factores sociales, anticipar desafíos, contemplar riesgos declarados o subyacentes, consultar la idiosincrasia no solamente de quienes la abrazan si no del elemento humano de la Nación y aún de enemigos potenciales que en un futuro incierto pueda ser necesario enfrentar.

Para Colombia, país inmerso en un conflicto interno prolongado y complejo, el diseño de ese sistema filosófico reviste importancia capital. Planes, proyectos, programas, deberán regirse por dicho esquema, en el que tradiciones y valores históricos constituyen un molde, una fuerza inmanente, dotados de la flexibilidad necesaria para incorporar la innovación doctrinaria y evolucionar en la medida adecuada para evitar el estancamiento.

Cuestiones fundamentales de una filosofía educativa

En esencia, un sistema educativo debe plantear y resolver cuatro cuestiones fundamentales:

1. Cuál es la dimensión del conocimiento

que se precisa alcanzar con el proceso educativo, su profundidad, las materias o asignaturas que deben originar el conocimiento propuesto, logrando equilibrio entre el profesionalismo y el ámbito cultural que debe acompañarlo. La educación militar cubre dos espacios complementarios entre si. El del ejercicio teórico práctico castrense y el de una preparación de desarrollo paralelo que amplíe la visión del país y del mundo, dentro de un criterio moderno cada vez más exigente de que el militar, especialmente si está llamado a actuar dentro de una Nación profundamente afectada por un conflicto interno de naturaleza sui generis, debe extender su acción de liderazgo a la población civil, con acento en las áreas donde los enfrentamientos se traducen en elevados índices de radicalización y violencia.

2. Cómo alcanzar ese conocimiento

El avance hacia el conocimiento militar es un proceso continuado a lo largo de los años, combinación de prácticas en los distintos niveles, cursos de capacitación y, quizás más importante que todo, de una autodidáctica que debe ser estimulada por superiores, jefes, comandantes. Cada ascenso constituye un peldaño en la escala del saber y una prueba de la capacidad adquirida en el ejercicio del mando, de la docencia, del entrenamiento.

Este proceso diferencia la carrera militar de las demás profesiones. Ninguna ofrece un avance dirigido, programado, que supone acrecentamiento continuo y demostraciones diversas del saber que acredita el escalamiento de posiciones superiores.

La enseñanza presencial debe entremezclarse con educación a distancia y lecciones preparatorias para los diversos cursos del ascenso, de tal suerte que el oficial o el suboficial ejerciten la mente, enriquezcan el espíritu y aspiren a algo bien difícil de alcanzar pero que amerita esfuerzos y ánimo de superación infatigables; la perfección, hasta donde es humanamente posible lograrla.

3. Prioridades en la vastedad del conocimiento

Las exigencias propias de cada grado son determinantes básicas de la prioridad que se asigne a una o varias disciplinas de las ciencias y el arte militares. Lo propio ocurre con las diferentes Fuerzas y dentro de éstas, las diversas Armas o componentes que las integran. Sin embargo, de antemano se puede asignar máxima prioridad a los órdenes morales de la vida castrense: Liderazgo y ética profesional con sus cuatro componentes fundamentales: Principios, Valores, Virtudes y Deberes. Estos fundamentos del ser castrense, comunes a todas las Armas y las Fuerzas, deberán cubrir todos los espacios particulares y cultivarse en todos los niveles.

4. La naturaleza del hombre y el ambiente donde actúa

El conflicto interno prolongado ha producido terribles consecuencias en la moral social. En el campo colombiano, el deterioro ha sido de tal naturaleza que desquició por sus bases la sociedad rural, históricamente religiosa y respetuosa de la autoridad. Sus valores tradicionales se destruyeron o degradaron en forma tal que reconstruirlos será labor tenaz de muchos años y es allí donde, precisamente debe actuar el militar porque es donde la que fuera en otro tiempo la guerrilla ideológica, actúan hoy bandas armadas de naturaleza delincuencial.

En las zonas urbanas, la corrupción rampante, el enrarecimiento de la política, la crisis de los partidos históricos y el corrupto juego electoral, crean un ambiente deletéreo que busca penetrar en el estamento armado con la tentación del dinero fácil.

Dentro de la diversidad comarcana, el hombre colombiano no es violento perse. Pasional, sin duda. Propenso a la reacción emocional que la perversión ambiental torna más peligrosa, pero en general su comportamiento depende del liderazgo que se ejerza sobre su temperamento dúctil que aún produce actitudes reverénciales ante la autoridad bien ejercida, pero se somete también al mando autoritario y cruel de gamonales pueblerinos y cabecillas criminales.

La misión dual de las Fuerzas Militares

Respetuosa históricamente de la juridicidad en sus relaciones internacionales, Colombia no ha ganado un solo metro de su territorio por medios bélicos. Sin embargo, ha sido agredida en repetidas ocasiones sin que jamás sus armas hayan sido vencidas. De todas maneras, aún confronta diferendos territoriales por resolver. La debilidad invita a la agresión, como lo demuestran episodios de su existencia como Nación soberana.

Esta circunstancia, unida al conflicto interno, impone una doble preparación de su instrumento militar: la defensa del suelo patrio, sus mares, su espacio aéreo y el segmento que le corresponde de la órbita geoestacionaria con el espectro electromagnético. Paralelamente, en un segundo aspecto, la conservación del orden interno, la defensa de las autoridades legítimas y con éstas de la sociedad y el Estado de Derecho, imponen una función protectiva intensa, dentro de la complejidad del conflicto interno descrita atrás.

áreas militares del conocimiento

El carácter dual de la misión constitucional, impone, a la par con otras consideraciones, las siguientes áreas:

1. Arte y ciencias militares:

Las Escuelas de Formación -Ejército, Armada, Fuerza Aérea- reciben un personal con estudios de educación secundaria (bachillerato).

Por consiguiente, se partirá de este nivel para identificar las asignaturas necesarias con el fin de complementar el aprendizaje correspondiente a dicho nivel y avanzar en aquellas asignaturas más estrechamente vinculadas con la carrera militar, tales como matemáticas, historia, geografía, entre otras.

Una segunda área, cubre materias profesionales típicamente militares: elementos de Estrategia, Táctica General básica y pequeñas unidades, Logística, Topografía, Justicia Penal Militar, Derecho Constitucional básico, Régimen Disciplinario, Organización, Conocimiento del Servicio, ética Profesional Militar, Liderazgo y Mando de Tropas. Así como otra asignatura incluida la Historia Militar.

2. Humanidades - Ciencias Sociales y Políticas

Comprende los fundamentos de las Ciencia Política, Democracia Política, su Filosofía y ética. Problemas colombianos, fundamentos de Economía, Política. Materias complementarias.

3. Historia, desarrollo y tratamiento del conflicto interno

En todos sus aspectos y complejidades, incluyendo fortalezas y debilidades de las instituciones civiles y militares. Especial énfasis debe hacerse en las relaciones con los estamentos civiles Derecho de Gentes, medios de comunicación, autoridades civiles, la Iglesia.

4. Guerra Política y Guerra Jurídica

Su aplicación en el medio colombiano bases de Derecho Internacional Humanitario, Derechos Humanos, Tratados Internacionales que comprometen a Colombia. Cortes Internacionales y su poder de juzgamiento contra presuntos violadores de tales derechos. Delitos de lesa humanidad.

Educación y entrenamiento

La filosofía educativa en lo académico, deberá llevarse al campo práctico con el mismo acento. El ejercicio del mando en la instrucción y el entrenamiento de las tropas, se basarán en el respeto a la persona humana, su enaltecimiento en gracia a la función militar, con profunda aplicación de la ética profesional que destaque el compañerismo, el espíritu de cuerpo, la solidaridad en todas sus formas y eleve al máximo la mística militar y patriótica.

La frase: Al término del entrenamiento, el soldado debe hallar descanso en la guerra misma, de ninguna manera puede llevar al extremo de deshumanizar el trato a los subordinados, incurrir en exigencias desmedidas e innecesarias. Esa frase, acuñada por el General Matthew Ridgway al asumir el comando del Octavo Ejército en el frente de Corea, tuvo su razón de ser en su momento y fue correctamente interpretada y aplicada en los centros de entrenamiento de las Naciones Unidas en dicho teatro de guerra.

Conclusiones

  1. Condicionar todo el proceso educativo castrense a una filosofía específica dentro de los términos de las presentes reflexiones aporta ventajas indiscutibles que inciden en la calidad de la misma, su continuidad en el tiempo y asegura, si se lo propone, la debida articulación vertical entre niveles sucesivos y horizontales entre distintas Fuerzas Militares.
  2. Mediante un adecuado planteamiento y acertada respuesta a las cuatro grandes cuestiones de un sistema educativo coherente - fijación del conocimiento deseable, cómo alcanzarlo, dentro de qué prioridades y relación acertada con la naturaleza del hombre y su ambiente - es posible adecuar todo el sistema educativo militar para encaminarlo hacia su fin último, exitoso cumplimiento de la misión constitucional del instrumento militar de la nación colombiana y de las tareas específicas que de ésta se desprenden.
  3. El carácter esencialmente espiritual de la profesión de las armas impone como prioridad esencial de la filosofía educativa, la formación ética del comandante como futuro líder y comandante y la continuidad de las influencias anímicas en todos los grados y niveles de responsabilidad de mando, con una proyección fuerte y dinámica sobre el medio social profundamente afectado por el conflicto interno y la violencia resultante, que han desfigurado hasta el extremo la concordia nacional y afectado la convivencia ciudadana.
  4. La formación ética basada en el conocimiento y el cultivo de principios, valores, virtudes y deberes, realiza la esencia filosófica de la educación castrense y configura una coraza moral contra la corrupción reinante y los factores de perturbación que tienden a contagiar las instituciones armadas de las graves fallas de una sociedad enferma y en grave estado de deterioro ético.
  5. La educación militar exige el desarrollo paralelo de la personalidad militar y de un acervo cultural complementario, que vigorice y proyecte a los cuadros de mando hacia la sociedad, como arquetipos de caballerosidad, corrección, integridad y comportamiento ciudadano irreprochable. El buen nombre, el prestigio, la respetabilidad de las instituciones armadas dependen de la calidad moral de sus integrantes, de todo lo cual derivará en gran medida el cumplimiento de su función social de servicio al Estado y protección de la comunidad nacional.