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Revista Estudios en Seguridad y Defensa 2(4): 40-46, 2007

La educación militar: Factor estratégico en una democracia1



La educación militar es sin duda un área estratégica, por cuanto es allí donde se produce la formación y socialización militar. Por ello debe ser adicionalmente un escenario por excelencia para el fortalecimiento de los vínculos entre civiles y Fuerzas Armadas y además para formar y capacitar al militar que requiere la sociedad y la democracia.

I. Subordinación militar a la autoridad civil

El poder del Estado se fundamenta en una mezcla de consenso y coerción, pero éste debe ser ejercido dentro de un marco legal y con un nivel aceptable de eficacia y para la materialización de éste las Fuerzas Armadas son una institución fundamental, que en un régimen democrático deben estar subordinadas al poder político civil, quién tiene el derecho y el deber de orientarlas y conducirlas políticamente en su actuación.

En toda democracia las Fuerzas Armadas, es decir el poder militar, debe estar subordinado al poder civil democráticamente escogido. Esta subordinación en un régimen presidencialista como el nuestro se da en cabeza del Presidente de la República y éste la delega en su Ministro(a) de la Defensa. Pero esto conlleva una responsabilidad de parte de los gobernantes civiles, tener la capacidad y el tacto para orientar políticamente a las Fuerzas Armadas; es decir, contribuir a diseñar e implementar la estrategia general como parte de las políticas públicas del Estado. La conducción operativa de las Fuerzas Armadas sí debe ser responsabilidad de los Comandantes de Fuerza y de la estructura de mando de las mismas.

En Colombia históricamente se dio un abandono, una despreocupación de los civiles, comenzando por las élites políticas, pero en general por toda la sociedad, en relación con el tema de seguridad y defensa, asimilado tradicionalmente a la expresión ‘orden público', dejándolo en manos exclusivas de las Fuerzas Militares. Se trata, sin duda, de una renuncia del poder civil y de la sociedad colombiana en su conjunto a ocuparse de un problema muy importante y que cada vez es de mayor centralidad en las sociedades contemporáneas. Los temas de seguridad y defensa, deben estudiarse y conocerse a profundidad, para que cada vez existan más civiles con conocimiento para conducir políticamente las Fuerzas Armadas, cuando sean funcionarios de un Gobierno democráticamente electo.

Y a decir verdad, en los distintos Gobiernos se ha fallado en lograr una coordinación real entre civiles y militares para el desarrollo de una política articulada; esto es mucho más que unas reuniones formales y periódicas entre funcionarios civiles y militares. Las tensiones que en ocasiones afloran en las relaciones civiles y militares pueden deberse más a aspectos de forma que de fondo, que hay necesidad de tramitar, para el eficaz resultado de las políticas en este campo.

Un liderazgo civil eficiente y legítimo de las Fuerzas Armadas requiere por lo menos de: unas capacidades administrativas; un conocimiento de la problemática de amenazas y riesgos existentes y de las respuestas posibles a los mismos, mucho más en un caso como el nuestro en el cual el tema de la seguridad es de absoluta prioridad, y una confianza que se construye en una adecuada relación entre civiles y militares. No es suficiente tener la legalidad, es necesario adicionalmente, que se gane un nivel de confianza y credibilidad para que haya un trabajo armónico; en esa medida la subordinación militar al poder civil será real y el trabajo complementario. En esto puede incidir negativamente el desconocimiento por los civiles de las culturas organizacionales que regulan las relaciones al interior de las Fuerzas Armadas, o lo que otros denominan los protocolos institucionales.

Un punto de partida importante pudo ser la definición conjunta, entre civiles y militares, de la estrategia de seguridad y defensa que precise claramente las amenazas y riesgos prioritarios, los objetivos y los instrumentos para lograrlos. Igualmente que defina responsabilidades entre civiles y militares en la gestión y el cumplimiento de la misma, asumiendo una co-responsabilidad, que es muy importante por lo menos por dos razones: porque se trata de construir un escenario de adecuadas y fluidas relaciones y en segundo lugar, porque con frecuencia hay la tendencia a suponer que las responsabilidades en el parcial cumplimiento de los objetivos recaen exclusivamente en los militares. Si los civiles son los conductores políticos de la estrategia de seguridad y defensa, son también co-responsables de los éxitos y de sus eventuales fracasos.

Si bien es entendible que después de esa tradición de trabajo separado entre civiles y militares, es normal que haya tensiones cuando se trata de asumir efectivamente el control civil en la conducción de la política de seguridad y defensa, también es cierto que saber manejar las relaciones cotidianas, tomando en consideración las tradiciones institucionales, ayudaría mucho a construir una relación necesaria de colaboración.

II. La educación militar en las democracias modernas

La educación militar es sin duda un área estratégica, por cuanto es allí donde se produce la formación y socialización militar. Por ello debe ser adicionalmente un escenario por excelencia para el fortalecimiento de los vínculos entre civiles y Fuerzas Armadas y además para formar y capacitar al militar que requiere la sociedad y la democracia.2

El campo de la formación militar debe ser integral y permanente, tanto en los aspectos estrictamente técnico-militares, como en lo atinente con su rol de ciudadanos en una democracia, lo que implica un énfasis importante en lo relacionado con una ética democrática, en la medida en que se trata de formar a los ciudadanos a quienes la sociedad les ha encomendado la misión de portar legítimamente las armas y en esa medida garantizar el monopolio de la coerción. Además de esta formación integral, debe ser una de tipo permanente y cada vez más con mayores niveles de integración al sistema educativo general. Como señala Suzeley Kalil Mathias a propósito del caso brasileño, “es a partir de la educación del soldado que tendremos Fuerzas Armadas profesionales y apolíticas, concientes de su importancia y finalidad, que valoricen los procedimientos y, sobre todo, los valores democráticos.”3

En lo que hace a la formación de base, impartida en las Escuelas de Formación, es fundamental no sólo preparar a los estudiantes en lo relacionado con los aspectos militares propiamente dichos, sino también inculcar valores que apunten a su rol en una sociedad democrática y a la identidad institucional (esto adquiere mayor relevancia en una institución que tiene como una de sus características fundamentales la disciplina, base de la estructura jerárquico-piramidal de todas las Fuerzas Armadas). Pero igualmente es de gran relevancia anotar que en un mundo globalizado como el actual, probablemente más o tan importante que conocer una serie de procedimientos, técnicas es tener la disposición y la capacidad para el aprendizaje permanente, especialmente en una época en la cual la velocidad del cambio, también en estos campos de la seguridad y la defensa, marcha aun ritmo extraordinario, de tal manera que la afirmación tan común que señala que los ejércitos casi siempre están preparados es para pelear la guerra que terminó y no la que vendrá, se haga realidad.

Como señala Rut Diamint, “los estrategas tienden a coincidir en que es más importante tener recursos humanos entrenados para el uso de las tecnologías de la guerra, que el equipamiento más moderno, pues sin personas capaces de hacer un buen uso de ello, esa sofisticación instrumental pierde eficacia...Toma mucho tiempo tener una Fuerza organizada para aprender a usar los nuevos armamentos, los que tal vez adquiramos a futuro, pero mucho más demora tener un equipo de especialistas con capacidad de entender y proteger los desafíos próximos.”4

Lo anterior plantea un desafío igualmente significativo y es lo relacionado con el cuerpo docente de las instituciones de formación militar. Al respecto se deben buscar docentes no sólo con sólida formación académica en sus campos, sino con una actitud democrática -esto es que estimule el debate, la controversia y la mirada crítica-, pero al mismo tiempo con una orientación clara hacia la innovación y el cambio y en sintonía permanente con las transformaciones que en estos campos se vienen dando en otras latitudes. No es suficiente con ser ‘personal de confianza' de los encargados de turno de administrar la educación militar -al respecto es preocupante y refleja tendencias muy tradicionalistas, si el criterio fundamental es el de identidades ideológicas-; se requiere una gran exigencia en términos de competencias, conocimientos y solidez pedagógica.

Se trata de formar oficiales -también suboficiales-capaces de comprender y adaptarse a los dinámicos procesos de modernización. Entendiendo la modernización militar como la necesidad de colocar a las Fuerzas Armadas a tono con los tiempos e incorporar los cambios organizativos, estructurales, logísticos, de políticas de personal y de adquisiciones; dicho de otra manera, los cambios en la doctrina militar y la dimensión técnico-operativa, son una necesidad permanente para que una sociedad cuente con unas Fuerzas Armadas eficientes y eficaces. Lo que sucede en los tiempos contemporáneos, es que similar a lo ocurrido en el campo productivo, la velocidad del cambio militar hoy día es más veloz que en el pasado, lo cual requiere una flexibilidad importante. Así lo exigen las nuevas guerras y la innovación tecnológica. Hoy día las revoluciones en aspectos militares acortan los tiempos.

En lo que hace a la formación de base, impartida en las Escuelas de Formación, es fundamental no sólo preparar a los estudiantes en lo relacionado con los aspectos militares propiamente dichos, sino también inculcar valores que apunten a su rol en una sociedad democrática y a la identidad institucional.

Al respecto, Williamson Murray y MacGregor Knox anotan que “las revoluciones en aspectos militares requieren la conjunción de una mezcla compleja de innovaciones tácticas, orgánicas, doctrinales, y tecnológicas para llevar a cabo un nuevo acercamiento conceptual a la guerra” y señalan cinco momentos históricos de las mismas: 1) la creación del Estado-Nación moderno en el siglo XVII, que comenzó a disciplinar y organizar al poder militar; 2) la Revolución Francesa al final del siglo XVIII, que fusionó política y guerra; 3) la Revolución Industrial de finales del siglo XVIII, y comienzos del XIX, que hizo posible el armamento, vestimenta, alimentación, paga, y traslado rápido de los soldados en la batalla; 4) la Primera Guerra Mundial, que combinó los legados de las revoluciones Francesa e Industrial e impuso los modelos para la guerra del siglo XX; 5) la creación de las armas nucleares.

Hoy día la nueva revolución militar en todos los Ejércitos es operacional: priorizar Fuerzas integradas de acción rápida (tierra, mar, aire) con una alta capacidad de movilidad y desplazamiento, con armamento moderno, adecuado y apoyo logístico que les permita responder apropiadamente a los diversos requerimientos.

En esa dirección y manteniendo la especialidad de las diversas Fuerzas de tierra, mar y aire, hay que avanzar a esquemas de integración, en cuanto a mando y operación conjuntos. Y esto, sin duda, conlleva procesos adecuados de formación y capacitación.

La experiencia internacional nos enseña que formar una nueva generación de Oficiales influidos por una nueva doctrina militar es un proceso de mediano y largo plazo, por ello es de especial importancia las Escuelas de Altos Estudios Militares o Escuelas de Postgrado, tipo nuestra Escuela Superior de Guerra, por cuanto éste puede ser un mecanismo fundamental en la medida en que por la misma pasan todos los oficiales en sus cursos de ascenso, para hacer un proceso rápido de puesta al día en las nuevas directrices y valores.5

Debemos ir hacia la formación de un militar con una concepción más democrática y más humanista, acorde con los nuevos tiempos. El General de Brigada (r) Miguel Alonso Baquer nos presenta un excelente análisis que intentamos sintetizar: “ Tres altas pretensiones del pensamiento político han estado presentes sucesivamente: la pretensión originaria, que fue una pretensión de seguridad, la pretensión mediadora, que es una pretensión de libertad y la pretensión hoy finalista, que está siendo una pretensión de justicia. Resumiendo los tres o cuatro últimos siglos de la historia europea podemos decir que se ha dado más de un giro en la naturaleza del conflicto considerado más grave. Para el Renacimiento, que ansiaba ‘seguridad', lo era la guerra exterior cuando ésta era abordada en pésimas condiciones de seguridad; para la Ilustración, que anhelaba ‘libertad' lo fue el abuso de poder por parte del Estado; para la Modernidad, que suspira por la ‘justicia', lo es el derrocamiento del sistema constitucional a viva fuerza... Cuatro han sido los tipos generales de militares de oficio o de militar de carrera alumbrados desde la modernidad -síntesis cultural de Renacimiento, Reforma e Ilustración- : el militar de tipo heroico, el militar experto en organización, el militar adelantado en tecnologías y el militar humanista, apto para profundizar en los problemas de la guerra y de la paz... Lo definitivo del nuevo rol del militar de carrera es que no se podrá prescindir de ninguno de los cuatro y que el arte de gobernar consistirá precisamente en el ajuste entre los diferentes tipos de militares de carrera y las misiones tradicionales y nuevas...”6

Las Escuelas de Formación militar, reconociendo el importante esfuerzo de adecuación que las mismas vienen teniendo en los últimos años, deben apuntar a formar el nuevo militar que requieren los tiempos actuales, especialmente con una apertura y preparación para la cooperación en misiones de tipo internacional, como lo anota el profesor Holger Herwing desde la perspectiva de la educación militar en el Canadá: “...se requiere Oficiales que puedan pensar creativa y críticamente...El soldado de hoy debe ser capaz de trabajar en grupo y con un medio ambiente multinacional. El soldado de hoy debe verse como parte de una alianza, sea ésta nacional o internacional. Debe estar en capacidad de entender a sus aliados; compartir partes comunes de preceptos políticos y culturales; operar de acuerdo a una doctrina común; y comunicarse en un lenguaje estratégico, operacional y táctico, que requiere tacto y talento. Este Oficial no sólo tendrá que manejar responsablemente los factores de la violencia, con la complejidad y rapidez que veremos en futuros campos de batalla, sino también emergencias domésticas y tragedias humanas.”7

Lo anterior pone sobre el tapete la importancia de la formación militar como una que coloca el acento en la formación de verdaderos líderes, “Los líderes son la dimensión más importante de una Fuerza entrenada y lista; los programas de formación y desarrollo de líderes son para todos los niveles y en todas las áreas, y esto se debe hacer desde el primer día porque uno empieza a formar líderes desde el primero hasta el último momento. Hay tres componentes importantísimos en la formación de líderes; el primero es la formación institucional. En segundo lugar están los destinos operacionales. Por último la autoformación: leer, hablar, discutir sobre la profesión.”8

Igualmente hay que pensar en las Escuelas de Guerra y de formación militar no sólo como centros de formación, sino como espacios de construcción de pensamiento estratégico en los campos de la Seguridad y la Defensa nacionales; es pertinente tomar en consideración, no para calcarlo mecánicamente, sino como un elemento referencial, lo señalado por el coronel (r) Max Manwaring a propósito de la educación militar en los Estados Unidos, “El resultado de los actuales y futuros conflictos dependerá en gran parte del grado con el cual las Escuelas de Guerra de hoy formen líderes que estén concientes del entorno político en el cual ellos operan y cómo ellos pueden adaptarse mejor a las ambigüedades, complejidades y otras realidades del conflicto. Que comprendan que el problema no es unilateral, sino multiorganiza-cional y por lo tanto requiere de una nueva doctrina y de nuevas ideas para poder resolverlo. Que sepan que el diálogo no es sólo aconsejable, sino necesario. Las Escuelas de Guerra deben ser laboratorios de pensamiento crítico constructivo, que no solamente transmitan conocimiento ya existente, sino que formen una doctrina y una mejor manera de resolver los problemas.” 9

Sin duda que el desafío de modernizar la educación militar, no sólo en términos de innovaciones técnico-operativas -lo que comúnmente se asocia a la idea de modernización-, sino en términos de los valores democráticos -clásicamente lo que se asocia a modernidad-, es uno de los retos más importantes de las Fuerzas Armadas en una sociedad democrática, sobretodo cuando se tiene la experiencia en otras latitudes que hay un gran celo en la Institución Militar por mantener un control bastante cerrado de este campo, como lo muestra el trabajo del politólo-go norteamericano David Pion-Berlin10 acerca de las Fuerzas Armadas en el Cono Sur de América Latina a propósito de los espacios de autonomía y de subordinación en las relaciones civiles-militares.

Finalmente podemos decir que el militar contemporáneo debe enfrentar los cambios del mundo glo-balizado y estar formado para ser eficaz dentro del mismo. Por ello es pertinente señalar, como lo hace Jaime García Covarrubias, refiriéndose a un sugeren-te texto acerca del militar postmoderno, que “Mos-kos, Segal y Williams señalan que con el término de la guerra fría viene un período en que las formas militares convencionales van encaminándose hacia nuevas formas postmodernas. En tal sentido, identifican los cambios organizacionales producidos:

...Todos estos cambios delinearán en un plazo mediano a un profesional militar más tecnologiza-do, práctico y sin tantas ataduras formales a la hora de ejercer su profesión. Además, estará capacitado para un mando flexible, dinámico y rápido donde sus referencias se trasladarán desde la clásica visión ‘clausewitziana' de destrucción de Fuerzas Militares y la ocupación de terrenos, por la destrucción de los sistemas de mando y control del adversario„ ” 11

Y a esos desafíos en las democracias contemporáneas, debe contribuir a dar respuesta satisfactoria la educación militar.


1 Tomamos elementos de nuestro libro: VARGAS VELASQUEZ, Alejo, “Las Fuerzas Armadas en el conflicto colombiano”, Intermedio Editores, Bogotá, 2002.
2 Acerca de la superación de las distancias entre Sociedad y Fuerzas Armadas ver sobre el caso de España, el artículo del General español Ignacio González Paradis, “La integración de las Fuerzas Armadas y el resto de la sociedad mediante la educación militar ”, en, Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000. Igualmente se pueden consultar otros artículos al respecto en el mismo número de esta Revista.
3 KALIL MATHIAS, Suzeley, “Pensamiento y papel militar en América Latina en el umbral del Siglo XXI”, en, DIAMINT, Rut (Editora), “Control Civil y Fuerzas Armadas en las nuevas democracias latinoamericanas”, Universidad Torcuato Di Telia - Nuevo Hacer - Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1999.
4 DIAMINT, Rut, “La educación democrática para la defensa”, en, RESDAL, Atlas Comparativo de Defensa en América Latina, Buenos Aires, 2007.
5 Ver reflexiones similares para el caso salvadoreño realizadas por el Coronel Prudencio García, Jefe de la Unidad de Cooperación con la Fuerza Armada (División de Derechos Humanos de ONUSAL), en, FUERZA ARMADA DE EL SALVADOR-ONUSAL, “Doctrina Militar y Relaciones Ejército/ Sociedad”, San Salvador, junio de 1994.
6 BAQUER, Miguel Alonso, General de Brigada (r), “El nuevo rol de las fuerzas armadas en la resolución de conflictos”, en El Nuevo Orden Jurídico Internacional y la Solución de Conflictos, Antonio Colomer Viadel (Coordinador), Cuadernos y Debates, Madrid, 2000.
7 HERWING, Holger, “Universidad de Calgary, una referencia en educación militar ” en, Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000.
8 VUONO, Carl E. General (r), “¿Cómo construir un Ejército Moderno? Los cambios en la seguridad nacional en el siglo veintiuno”, en, MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL-ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA-PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA, “El Papel de las Fuerzas Militares en una Democracia en Desarrollo” Colombia.
Memorias de la Conferencia Internacional, Bogotá, 2000.
9 MANWARING, Max, coronel (r), “Salto a los Retos del Siglo XXI”, en, Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000.
10 LóPEZ, Ernesto y PION-BERLIN, David, “Democracia y Cuestión Militar ”, Universidad Nacional de Quilmas, Buenos Aires, 1996.
11 GARCíA COVARRUBIAS, Jaime, “La carrera militar hacia el futuro en Latinoamérica”, en, RESDAL, Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina, Buenos Aires, 2005.



Bibliografía

1. BAQUER, Miguel Alonso, General de Brigada (r), “El nuevo rol de las Fuerzas Armadas en la resolución de conflictos”. En: El Nuevo Orden Jurídico Internacional y la Solución de Conflictos, Antonio Colomer Viadel (Coordinador), Cuadernos y Debates, Madrid, 2000.

2. Coronel PRUDENCIO GARCíA, Jefe de la Unidad de Cooperación con la Fuerza Armada (División de Derechos Humanos de ONUSAL). En: FUERZA ARMADA DE EL SALVADOR-ONUSAL, “Doctrina Militar y Relaciones Ejér-cito/Sociedad”, San Salvador, junio de 1994.

3. DIAMINT, Rut, “La educación democrática para la defensa”. En: RESDAL, Atlas Comparativo de Defensa en América Latina, Buenos Aires, 2007.

4. GARCíA COVARRUBIAS, Jaime, “La carrera militar hacia el futuro en Latinoamérica”. En: RESDAL, Atlas Comparativo de la Defensa en América Latina, Buenos Aires, 2005.

5. GONZáLEZ PARADIS, Ignacio, General español. “La integración de las Fuerzas Armadas y el resto de la sociedad mediante la educación militar ”. En: Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000.

6. HERWING, Holger, “Universidad de Calgary, una referencia en educación militar ” en, Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000.

7. KALIL MATHIAS, Suzeley, “Pensamiento y papel militar en América Latina en el umbral del Siglo XXI”, en, DIA-MINT, Rut (Editora), “Control Civil y Fuerzas Armadas en las nuevas democracias latinoamericanas”, Universidad Torcuato Di Tella - Nuevo Hacer - Grupo Editor Latinoamericano, Buenos Aires, 1999.

8. LóPEZ, Ernesto y PION-BERLIN, David, “Democracia y Cuestión Militar ”, Universidad Nacional de Quilmas, Buenos Aires, 1996.

9. MANWARING, Max, coronel (r), “Salto a los Retos del Siglo XXI”, en, Revista Fuerzas Armadas, Vol. LV, Edición 177, Escuela Superior de Guerra de Colombia, Bogotá, Diciembre del 2000.

10. VARGAS VELASQUEZ, Alejo, “Las Fuerzas Armadas en el conflicto colombiano”, Intermedio Editores, Bogotá, 2002.

11. VUONO, Carl E. General (r), “¿Cómo construir un Ejército Moderno? Los cambios en la seguridad nacional en el siglo veintiuno”. En: MINISTERIO DE DEFENSA NACIONAL-ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA-PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA, “El Papel de las Fuerzas Militares en una Democracia en Desarrollo” Colombia. Memorias de la Conferencia Internacional, Bogotá, 2000.