Artículo

Revista Estudios en Seguridad y Defensa 9(18): 87-97, 2014

Análisis de la amenaza de Corea del Norte en la modificación de las políticas de seguridad y defensa de Japón (2003-2013)1

Rodrigo Andrés Olaya Saavedra2


1 Artículo de investigación producto de trabajo de grado para optar por el título de Internacionalista de la Universidad del Rosario. Vinculado al proyecto “Estudios asiáticos” del grupo “Seguridad Internacional y Terrorismo Transnacional” del Semillero sobre Seguridad y Terrorismo Transnacional de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
2 Estudiante en proceso de grado de Relaciones Internacionales y de Ciencia Política de la Universidad del Rosario. Joven investigador del Semillero sobre Seguridad y Terrorismo Transnacional de la Facultad de Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario. Correo electrónico: anardres16@hotmail.com


Recibido: 19 de octubre de 2014
Aprobado: 12 de diciembre de 2014


Resumen

La presente investigación tiene como objetivo analizar cómo desde 2003 las acciones militares de Corea de Norte han modificado las políticas de Seguridad y Defensa del Estado japonés, llevándolo a aumentar su poder militar mediante el fortalecimiento de sus fuerzas de auto-defensa. A su vez, se estudiará cómo la amenaza norcoreana ha creado dentro del gobierno nipón la idea de un ejército ofensivo y la utilización de la energía nuclear con fines armamentistas, sin cambiar su objetivo pacifista para la solución de controversias. Se utilizarán las teorías constructivista y de los complejos regionales de seguridad con el fin de ver cómo se fue construyendo la amenaza que hoy representa Corea del Norte a la Seguridad de Japón, y entender las dinámicas en materia de seguridad que se dan entre los dos Estados mencionados.

Palabras claves: Japón, Corea del Norte, política de Seguridad y Defensa, amenaza, pacifismo.


Abstract

This research aims to analyze how military actions made by North Korea have changed the Security and Defense policy of Japan since 2003. Furthermore, it tries to analyze how those actions taken by the regime in North Korea have led Japanese State to increase its military power, improving their self-defense forces. Likewise, the research project will analyze how the North Korean threat has created within Japanese government the idea for making an offensive army and the use of nuclear energy for weapons purposes. This is not forgetting that the military increase has not changed the pacifist aim of the Japanese security policy for solving problems. Finally, the research project will use the theories of constructivism and regional security complex in order to see how the North Korean threat has been built and understanding the security dynamics between Japan and North Korea.

Key Words: Japan, North Korea, Security and Defense policy, threat, pacifism.


Este artículo analiza las acciones militares de Corea del Norte desde 2003, y cómo estas han hecho que Japón revise y modifique sus políticas de Seguridad y Defensa, llevando a que adopte un nuevo discurso donde el poder militar es de gran importancia para mantener la seguridad de su Estado. Se examinan las interacciones que han existido entre Corea del Norte y Japón pues estas han creado una estructura de auto-ayuda a nivel regional dando origen a una identidad, donde las acciones de cada uno de ellos están guiadas por patrones de enemistad, rivalidad y desconfianza. A partir de lo anterior, se plantea como propósito particular: analizar el funcionamiento de patrones de amistad y enemistad en la región a causa de las dinámicas que se dieron a lo largo del siglo XX y que crearon una identidad caracterizada por la desconfianza.

Los puntos de partida que guían este trabajo se centran en los planteamientos constructivistas de Alexander Wendt, pues estos brindan diferentes herramientas para entender las numerosas amenazas que afrontan los Estados creando patrones de enemistad y rivalidad entre ellos. En pocas palabras, se analiza cómo las dinámicas en el Sistema Internacional cambian las identidades e intereses de los Estados y muestran la construcción de los múltiples peligros que puede tener su Seguridad (Wendt, 1992).

Asimismo, se toman planteamientos de la Teoría sobre Complejos de Seguridad Regional -CRS-, pues la formación y operación de un CRS depende de patrones de amistad y enemistad que se dan entre las unidades del sistema, en el cual, los sistemas regionales dependen de las acciones, percepciones e interpretaciones de los actores y no solo de la distribución del poder (e.g., Wendt, 1999; Buzan & Weaver, 2003), dejando claro, que la seguridad de los Estados en una región está determinada por las diferentes dinámicas que se dan en ese sistema, configurando el actuar de dichas unidades. Lo anterior, se puede evidenciar ya sea con el inicio de una carrera armamentista, en el cambio de políticas de seguridad, en la creación de un complejo de seguridad de cooperación o en el estallido de algún conflicto.

La importancia del estudio radica en demostrar cómo a partir de los planteamientos del constructivismo y de la teoría sobre CRS se hace un aporte importante a los estudios de seguridad en Relaciones Internacionales, teniendo en cuenta que dichos estudios se abordan principalmente desde teorías realistas. El constructivismo y la teoría de los CRS son perspectivas complementarias que ayudan a entender el proceso de construcción social de las diferentes amenazas que puede tener un Estado, además de las interacciones que se puedan dar con otros actores en materia de seguridad dentro de una región.

Igualmente, al hacer uso de una teoría poco utilizada en fenómenos como el que se está estudiando, se da un aporte metodológico, pues los conceptos utilizados no sólo tuvieron en cuenta lo militar o los recursos materiales de un Estado sino que se tomaron conceptos como el de identidad, donde se hace hincapié a todas las interacciones sociales que tiene un Estado con diferentes actores y agentes en el Sistema Internacional.

Se espera que el presente texto sirva para que el lector vea cómo se da un aporte práctico a los estudios de seguridad a través del constructivismo, pues los planteamientos de esta teoría pueden ayudar a entender las diferentes amenazas que puede generar un Estado por si solo a partir de las interacciones que ha tenido con otros a lo largo del tiempo. Esta investigación podría ayudar a diferentes gobiernos a analizar mejor las interacciones que ha tenido su Estado a lo largo de su historia para poder actuar mejor y evitar la creación de futuros peligros a su Seguridad.

La política de seguridad japonesa

A partir de 1945, las Fuerzas Militares japonesas fueron destruidas y las autoridades de ocupación llevaron a cabo una transformación revolucionaria de los sistemas políticos, económicos y sociales. La nación nipona comienza a optar por un discurso pacifista donde su capacidad militar se reduciría a unas Fuerzas de Auto-defensa limitadas y al uso de medios diplomáticos para solucionar controversias. Por lo tanto, Japón ya no vio en la guerra total un mecanismo para lograr sus intereses y solucionar controversias con otros actores, sino que se enfocó en darle prioridad a otros sectores para su pronta recuperación, por ejemplo al de la economía (Iriye, 1991, p. 41).

Japón constituyó una política de seguridad enfocada en la cooperación en materia defensiva con los Estados Unidos. Una política que se vio reflejada en la firma del Tratado de Asistencia Recíproca en seguridad de 1951, generando una alianza entre los dos y aumentando la presencia norteamericana en la región. En este punto, Estados Unidos como actor externo del CRS del nordeste asiático estaría fortaleciendo su influencia que en términos de la Teoría de Complejos Regionales de Seguridad estaría produciendo un recubrimiento (overlay), pues el grado de influencia que comenzó a tener desde la década de los 50's en las dinámicas regionales ha disminuido el margen de autonomía en materia de seguridad de varias unidades del complejo, como es el caso de Japón, que a partir del momento en el cual se desmantelaron sus fuerzas militares sus decisiones quedaron constreñidas al visto bueno de los Estados Unidos (Otálvaro, 2004, p. 226).

Asimismo, en 1953 la guerra de Corea significó un nuevo desafío a la Seguridad de Japón, ya que estaba surgiendo una amenaza (Corea del Norte), que junto con la doctrina Yoshida llevaron a que Japón se armara defensivamente ante cualquier ataque y a que fortaleciera sus relaciones con los Estados Unidos (Hajimu, 2012), dándole al Estado nipón un poco de autonomía en las decisiones que se fueran a tomar en materia de seguridad.

El conflicto coreano generó que Japón desarrollara una política de seguridad y defensa centrada en unas Fuerzas de Auto-defensa o Fuerzas Armadas No Ofensivas que han buscado garantizar la Seguridad Nacional y dar apoyo internacional a misiones que mantengan la estabilidad y la paz mundial. Sin embargo, y a pesar de las nuevas amenazas que estaban surgiendo a nivel regional, Japón comenzó a identificarse como una nación “pacifista” y a utilizar medios como la cooperación económica para minimizar en cierta medida los patrones de enemistad que han caracterizado al nordeste asiático.

Es así, que la política de Seguridad y Defensa japonesa se ha desarrollado con base en el Tratado de Seguridad firmado con los Estados Unidos, en sus Fuerzas de Autodefensa y en el mantenimiento de una capacidad de defensa limitada, además del apoyo a la paz global a través de la diplomacia para la solución de controversias, dejando en evidencia su discurso pacifista (e.g. Brochero, 2006; Japan Defense Agency, 2011).

El país ha durado varias décadas centrándose en desarrollar su economía y en mantenerse como un actor que no ve la guerra como una salida. Pero, los nuevos desafíos que trajo el inicio de un nuevo siglo como la amenaza norcoreana que se creó a partir de las dinámicas que se dieron entre Japón y Corea del Norte bajo un sistema de autoayuda han hecho que el rol pacifista nipón quede relegado y se opte por uno más ofensivo y militar. Dejando claro, que los patrones de enemistad que caracterizan las dinámicas dentro del CRS del nordeste asiático están guiando las acciones de los Estados que lo conforman generando nuevas identidades.

La separación de la península y la ayuda ofrecida de los Estados Unidos a Corea del Sur y a Japón y las relaciones que se han mantenido entre los tres durante años han generado que el régimen norcoreano se arme y mantenga una posición ofensiva. “Durante la guerra coreana, y por décadas, Estados Unidos ha desplegado arsenal en la parte sur de la península motivando al gobierno norcoreano, encabezado por Kim Il Sung, a lanzar su propio programa nuclear con fines bélicos” (Norris, 2003, pp. 74-75). Es así, que la posición ofensiva que ha adoptado el Estado norcoreano se debe a hechos coyunturales que se dieron a lo largo del siglo XX y que lo han convertido en una amenaza a la seguridad de varios Estados en la región, especialmente Corea del Sur y Japón, principales aliados del gobierno norteamericano en esa parte del mundo.

En definitiva, la política de seguridad y defensa de Japón, tiene como marco de referencia el Programa Nacional de Defensa (del inglés, National Defense Program Guidelines -NDPG-) que no fue revisado o cambiado durante la Guerra Fría, sino que fue hasta el año 2003, cuando Corea del Norte mostró su programa nuclear, que se dieron al interior del Estado nipón grandes cambios en su política de seguridad y defensa, pues se reformularon varios de sus criterios y se añadieron las nuevas amenazas que afectan la seguridad nipona actualmente, entre esas la que representa Corea del Norte; seguidamente en 2010, por el aumento militar chino y norcoreano y en 2013 por las múltiples controversias territoriales existentes con sus vecinos.

La construcción de la amenaza y la identidad en un Complejo Regional de Seguridad

La construcción de Complejos Regionales de Seguridad dependen de patrones de amistad y enemistad que a su vez crearon una percepción o identidad que ayuda a entender la forma en que se ven el uno al otro Japón y Corea del Norte en la región. Hay que tener en cuenta que esas identidades no sólo han creado patrones sino estructuras que caracterizan las acciones de los Estados en el complejo regional mencionado. Por ejemplo, en el nordeste asiático se han constituido dos estructuras preponderantes, una de auto-ayuda o self-help y otra de cooperación.

En primer lugar, el proceso de construcción social no sólo de una amenaza sino también de una identidad se da gracias a las acciones que tuvo un Estado a lo largo de su historia, configurando y caracterizando la forma en que este va a reaccionar en el futuro. Para los constructivistas, “las amenazas que afectan a un Estado son una construcción social que se dan a partir de la interacción de estos bajo la anarquía y es la que constituye si un Estado se comporta como un agente revisionista o que busca el statu quo” (Wendt, 1992, p. 396). Por lo tanto, las amenazas que actualmente están afectando la seguridad nipona proceden o se construyeron a lo largo del siglo XX cuando este se identificaba como un actor hostil y revisionista, donde veía en la guerra total la única manera para suplir sus intereses y expandir su poder de influencia en la región.

Llegado a este punto, las acciones del imperio japonés durante la Segunda Guerra Mundial y las posteriores a esta, generaron en varios países de la región una clase de desconfianza que ha hecho que se vaya creando una rivalidad o enemistad entre el Estado japonés y varios de sus vecinos; para este caso Corea del Norte.

La reputación de la nación japonesa caracterizada por la agresividad y la brutalidad de sus acciones antes de 1945 continúa afectando su política interna como externa. Las viejas imágenes de Japón siguen siendo una condición actual de las percepciones que se tienen de este, no sólo para los extranjeros sino también entre los propios japoneses. (Buzan, 1988, p. 557).

Así, la amenaza que representa actualmente Corea del Norte se construyó a partir del momento en que el imperio japonés demuestra su interés expansionista en Asia-pacífico e invade múltiples territorios en la región.

La anexión japonesa de Corea a partir de 1910 demuestra cómo la interacción entre Japón y Corea durante el siglo XX fue creando un sentimiento anti-nipón a causa de la brutal represión que el imperio aplicó a los ciudadanos coreanos que no aceptaban la imposición de sus leyes sobre el territorio. La ocupación se extendió por más de 30 años y con el inicio de la Segunda Guerra Mundial dicha represión fue aún mayor.

Para entender cómo la interacción entre actores crea una identidad y forma las acciones que estos tomarán y que pueden ser amenazas para otros en un futuro, la visión constructivista señala que:

La interacción social genera estructuras de significado colectivo. A través de este tipo de estructuras e interacciones, los actores adquieren una identidad, que es la base para la formación de intereses, lo que, a su vez, es la base para la acción de los actores en un futuro. (Jung, 2014, p. 138).

En este sentido, la interacción que ha tenido la nación nipona con su vecino coreano ha desarrollado una identidad y una estructura que ha caracterizado sus relaciones y su manera de actuar en las dinámicas de la región donde se encuentran. Además, han creado diferentes percepciones donde el uno ve al otro con desconfianza y rivalidad por los eventos coyunturales que se mencionaron anteriormente. Por lo tanto, la amenaza que hoy representa Corea del Norte fue una construcción social que se dio a partir de dichas interacciones y creó un sistema de autoayuda dentro del CRS del nordeste asiático. Del mismo modo, las interacciones y la configuración de identidades en un sistema van a formar los diferentes comportamientos que pueden tener varios actores en una región.

La desconfianza en el Nordeste asiático y la nueva postura del Estado nipón

Hay que tener en cuenta que los patrones de amistad y enemistad que caracterizan las acciones de un Estado normalmente se entienden mejor desde el nivel regional extendiéndose luego hacia la inclusión de actores globales, como la relación entre Japón y Estados Unidos, y luego hacia factores domésticos que van a determinar la política de seguridad que un Estado va a tomar.

Además, la interacción entre actores en una misma región y la configuración de identidades crean una clase de percepción regional que es el núcleo para la construcción de un régimen regional. La identidad regional es uno de los elementos clave de la regionalidad, la manera de entender un CRS y los sistemas ya sea de autoayuda o de cooperación que hay dentro del complejo (e.g. Jung, 2014; Buzan & Weaver, 2003a; Wendt, 1992).

Por lo tanto, para entender cómo se ven el uno al otro los diferentes actores que conforman un sistema, en este caso Japón y Corea del Norte, es necesario recordar la construcción de identidad que cada uno desarrolló teniendo en cuenta sus interacciones en la región a lo largo de su historia, además de las dinámicas regionales que han construido y caracterizado las acciones que cada uno emprende actualmente.

En este punto, hay que tener en cuenta que el nordeste de Asia es un CRS que se creó bajo un patrón de enemistad y rivalidad. “Dichos patrones se ven influidos por diversos factores de fondo como: la historia, la cultura, la religión y la geografía pero que en gran medida dependen de la trayectoria que ha tenido cada Estado en alguno de los factores mencionados” (Buzan & Weaver, 2003a, p. 50). Además, esos esquemas ayudan a entender la estructura de self-help que se formó entre Corea del Norte, Japón y China y que se puede evidenciar en el aumento desmedido de la fuerza militar de China y Japón y la nuclearización del Estado norcoreano; todos efectos de las rivalidades existentes entres los tres, y en el caso de Japón por las acciones que han realizado sus vecinos que son percibidas de manera hostil.

En resumen, las interacciones entre los actores de una región y las diferentes identidades que cada uno construyó y que caracterizan sus acciones y relaciones con otros, conforman un Complejo Regional de Seguridad.

Buzan & Waever (2003) describen las dinámicas de seguridad de un complejo regional de seguridad a lo largo de una continua clase de relaciones caracterizadas por la enemistad y la amistad y que además recaen en tres categorías: en la formación de conflictos, régimen de seguridad y comunidad de seguridad. (Frazier & Stewart-Ingersoll, 2010, p. 734).

Por ende, en el caso de Japón y Corea del Norte, las dinámicas de seguridad se caracterizan más por la enemistad y por el eventual inicio de un conflicto no sólo entre los dos sino con otros actores de la región. Igualmente, cualquier acción que realice alguno, afectará la seguridad del otro llevándolo a reformar o modificar su política de seguridad como es el caso actual del Estado japonés.

El nordeste asiático es un complejo regional de seguridad donde actualmente las tensiones entre los países de la región son más constantes debido a las diferencias y controversias existentes entre ellos. En palabras del ministro de relaciones exteriores de Japón, Fumio Kishida,

En cuanto a que Corea del Norte se ha dotado de misiles y armas nucleares y que China aumenta sin transparencia su fuerza militar y su expansión por los espacios marítimo y aéreo, la situación en el este de Asia se agrava cada día. (Higueras, 2014)

Es así que en la región se esta llevando acabo una carrera armamentista que ha cambiado el rol pacifista de Japón y lo ha llevado a que tome una postura más militarista para generar una clase de disuasión, pues los medios diplomáticos y el diálogo no están siendo las únicas herramientas que están tomando los Estados y tampoco son suficientes para mantener la estabilidad.

También, se deben tener en cuenta las diferentes percepciones de los países del este de Asia hacia Japón que se han caracterizado por la desconfianza. Para este caso, se puede ilustrar con la percepción que tiene el régimen norcoreano hacia el Estado nipón, donde:

Corea del Norte siempre ha acusado a Japón de supresión, explotación y colonialismo desde el periodo colonial. Tal conflicto con Corea del Norte contribuye en gran medida a que Japón vuelva al estado que se encontraba antes y durante la Segunda Guerra Mundial. (Chun, 2013, p. 423).

Además, “la amenaza que representa Japón en Corea del Norte es en sí misma una preocupación de seguridad de Japón, no sólo porque ha contribuido a que el régimen norcoreano realice pruebas militares en la región sino a que secuestre muchos ciudadanos japoneses” (Chun, 2013, p. 423), afectando directamente la seguridad de la nación nipona, pues se están violando las libertades de sus ciudadanos. Aquí se evidencia cómo la identidad y la percepción de los Estados afectan la seguridad de otros llevándolos a que tomen medidas para mantener la estabilidad; en el caso de Japón a modificar su política de seguridad y defensa y tomar nuevamente un rol militar.

Tales percepciones las tienen muchos otros Estados en la región y han ayudado a construir una identidad regional donde los patrones de enemistad y rivalidad son muy fuertes y han marcado la capacidad de acción de Japón en la región. Por ejemplo:

En 1986, el recién nombrado ministro de educación de Japón, Masayuki Fujio, fue forzado a renunciar debido a las protestas en China y en Corea por su apoyo a los libros de historia de la escuela revisionista y sus declaraciones irreflexivas que implican complicidad en la anexión coreana de 1910. En 1988, otro ministro de derecha, Seisuke Okuno, fue obligado a renunciar por comentarios que buscaban encubrir la responsabilidad de Japón en el estallido de la guerra con China en 1937. Es así, que para Japón su historia aún le genera problemas. (Buzan, 1988, p. 558).

Esa desconfianza hacia Japón a causa de su pasado le ha traído múltiples problemas en su política exterior, pues todas las acciones que ha ejercido con el ánimo de mostrarse fuerte no han sido bien vistas y han generado más tensión en la región. Es por esto por lo que un cambio de rol o el manejo de una doble identidad lo ha ayudado a manejar las dinámicas que se dan en el nordeste asiático.

La desconfianza existente en el nordeste de Asia se debe a que algunos Estados actúan bajo una estructura de autoayuda forjando los intereses de cada uno de ellos y las amenazas que actualmente representan para su seguridad. Por ejemplo, entre Corea del Norte, China y Japón existe una estructura de autoayuda que ha fortalecido la visión de enemistad entre los tres. Pero para este caso, esa estructura evidencia que la visión que tiene el gobierno nipón hacia Corea del Norte aún sigue marcada por el recelo y la enemistad.

Es así como el programa nacional de defensa japonés se refiere a Corea del Norte como un gran factor desestabilizador para la seguridad regional e internacional; para los japoneses la presencia norcoreana se percibe como una amenaza, mientras que la modernización militar de China se percibe como un factor al cual hay que poner mucha atención. (Hugues, 2009, p. 292).

En este punto se puede determinar que la mayoría de interacciones que se están dando en el nordeste de Asia y especialmente en la estructura creada entre Japón y Corea del Norte, están llevando a la región a identificarse como un Complejo Regional de Seguridad power restraining power donde una posible agresión entre los Estados se puede dar mucho más rápido a causa de la desconfianza imperante.

El CRS del nordeste asiático siempre se ha encontrado sumergido en conflictos y controversias territoriales. Es un Complejo Regional de Seguridad power restraining power, donde

Los Estados persiguen ante todo una seguridad vía establishment y maintenance de lo que consideran una adecuada y estable distribución del poder. En un Complejo Regional de Seguridad bipolar o multipolar en este orden implica un tradicional y neorrealista equilibrio de poder. El propio interés de los Estados acumulará una fuerza convencional a través de armas y/o la formación de coaliciones de tal manera que ningún Estado tenga la fuerza suficiente para hacer de una agresión algo racionalmente factible. Como explica Mearsheimer (1990, p. 18), los desequilibrios de tal poder, invitan a la guerra mediante el aumento de posibilidades de agresión exitosas. (Frazier & Stewart-Ingersoll, 2010, p. 736)3

Por lo tanto, en el nordeste de Asia cualquier desequilibrio debido a un aumento desmedido de armas por parte de algún agente, como lo están haciendo Corea del Norte y Japón, sumado a los patrones de rivalidad imperantes, acercará aún más a la región a un conflicto a corto plazo.

Según la tabla 1, el nordeste de Asia, que hace parte de un complejo más grande que es el este asiático, es bipolar; China y Japón son los Estados más poderosos y un desequilibrio de esta estructura propiciaría el inicio de un conflicto. Para el caso que se está estudiando, China es uno de los aliados más importantes de Corea del Norte, por ende, se podría hablar de una coalición entre los dos, donde un incremento del poder en alguna de las dos naciones desestabilizaría la región y generaría un aumento del poder en naciones como Japón.

Causas del cambio de rol en el Estado japonés

El desequilibrio que se está viviendo en el nordeste de Asia y los cambios que está teniendo Japón se pueden ilustrar a partir de las acciones militares que sigue realizando el régimen norcoreano.

El régimen, realizó múltiples pruebas con misiles el mes de marzo de 2014 como reacción a una reunión en Holanda de los líderes de Corea del Sur, Estados Unidos y Japón para discutir la amenaza nuclear de Corea del Norte. Fueron lanzados dos misiles Rodong de mediano alcance que volaron unos 650 kilómetros desde el norte de Pyongyang y que cayeron en el mar entre Corea del Norte y Japón. Estas pruebas han sido las más graves de una serie de lanzamientos de misiles y cohetes de corto alcance que Pyongyang empezó a finales de febrero, como protesta a unos ejercicios militares anuales entre Corea del Sur y Estados Unidos que el Norte considera preparación para una invasión. Los misiles Rodong, que tienen un alcance de 1.300 kilómetros y podrían llegar a Tokio, han sido desarrollados a partir de los viejos misiles Scud de diseño soviético. Son unas de las armas balísticas más potentes del creciente arsenal del país. El arsenal, que se estima tiene unos 300 misiles Rodong, en teoría podría llegar a ser equipado con ojivas nucleares si Pyongyang consiguiera mi-niaturizar bombas atómicas. (Yoon, 2014).

Dicho de otro modo, las acciones militares que ha realizado Corea del Norte se deben a la desconfianza existente entre el régimen en Pyongyang frente a las relaciones que llevan muchos de sus vecinos con los Estados Unidos.

Aquí, se puede notar cómo las percepciones de enemistad y rivalidad entre los Estados de una región pueden aumentar la tensión entre las naciones que hacen parte de esta y romper el balance existente, amenazando la seguridad de los países, generando que Japón cambie su rol en el sistema internacional y sus políticas de seguridad para buscar mayor estabilidad.

Las acciones militares emprendidas por Corea del Norte, la desconfianza imperante en la región a causa de las percepciones de enemistad que hay entre sus estados y la ruptura del balance de poder han hecho que Japón modifique sus políticas de seguridad y defensa.

Esos hechos, han llevado al primer ministro de Japón Shizo Abe a dar un vuelco a la política de defensa del país asiático, que desde el fin de la Segunda Guerra Mundial ha estado marcada por su Constitución pacifista. Tokio ha anunciado un ambicioso programa de reorganización militar, que incluye la redistribución geográfica de sus efectivos y un incremento del 5% del gasto en el conjunto de los próximos cinco años, con la adquisición de nuevo material bélico, incluidos submarinos, aviones de combate, drones de vigilancia y vehículos anfibios. (Reinoso, 2013).

Por lo tanto, el cambio que se está dando en materia de seguridad y defensa en Japón no sólo tiene en cuenta el fortalecimiento de las relaciones con sus aliados occidentales sino un regreso al uso de la fuerza militar dejando un poco relegado el rol pacifista por el que optó después de 1945.

Dadas estas condiciones, es evidente que en la estructura de autoayuda que se estableció entre Corea del Norte y Japón, y de alguna manera con China, los Estados actúan individualmente pues hay patrones de enemistad y rivalidad que se crearon a lo largo de los años y generaron una clase de identidad donde permea la desconfianza y donde surgen amenazas como la norcoreana; pues son “Estados descontentos con el statu quo que han logrado crear una paridad de poder con Estados dominantes de la región creando condiciones propicias para la guerra” (Frazier & Stewart-Ingersoll, 2010, p. 744). En este caso, la nuclearización del norte de la< península coreana se está dando por el descontento que hay hacia la presencia de los Estados Unidos, auspiciada mayormente por el Estado japonés, que ve en la influencia del poder global norteamericano una herramienta para mantener su seguridad y la estabilidad en la región.

Sin embargo, la presencia de actores globales se ha vuelto insuficiente para el gobierno nipón, pues cada vez son más frecuentes los problemas con sus vecinos y la amenaza norcoreana va en aumento, pues las pruebas con misiles son cada vez más frecuentes. Esto ha llevado al Estado nipón a volver a optar por un rol militarista y a mantener una identidad dual donde en el discurso sigue siendo pacifista pero, para proteger sus intereses en la región, se está armando cada vez más. Esto quiere decir que Japón se está enfrentado a un dilema entre seguir siendo una nación totalmente pacífica o tomar el rol nuevamente de nación militarista para mantener la seguridad de su Estado.

Conclusiones

El contexto actual por el que está pasando el nordeste asiático, donde los patrones de enemistad y rivalidad que se crearon a partir de las interacciones que se dieron entre sus Estados, están evidenciando el cambio en materia de seguridad y defensa que están pasando muchos de los países que pertenecen a esta región, entre esos Japón. El Estado nipón tras llevar más de 50 años de tener una constitución y un discurso pacifista, hoy la amenaza que representa la nuclearización de Corea del Norte y las múltiples pruebas que el gobierno en Pyongyang realiza en la región, sumado a el aumento militar que están experimentando otras naciones de la región como China, lo han llevado a cambiar su discurso amigable y ver en el rearme una nueva herramienta para mantener su seguridad y la estabilidad que se ha mantenido en el CRS del nordeste asiático.

El régimen norcoreano desde finales de los 90, ha mantenido múltiples pruebas con misiles de corto, mediano y largo alcance que muchas veces han sobrevolado territorio japonés, amenazando la estabilidad regional. A partir del año 2003, cuando Corea del Norte muestra al mundo su programa nuclear con fines bélicos, esta nación comenzó a cobrar importancia para la seguridad de Japón pues desde el interior del Estado nipón existe la preocupación de que en cualquier momento se pueda realizar un ataque con misiles y que tal ataque se efectué con cabezas nucleares. Es así, que la nuclearización y el aumento desmedido de armamento en el norte de la península coreana es una de las variables por las cuales Japón ha vuelto a tomar un discurso militar y está adoptando el Estado en el cual se encontraba antes y durante la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto la causa principal del rearme japonés es a raíz de las dinámicas que actualmente se están dando en el nordeste asiático, pues los nacionalismos están aumentado cada vez más en Corea del Sur y Japón, evidenciando que aún las acciones de los Estados del nordeste asiático están guiadas por una lógica hobbesiana donde cada uno de los países formaron una identidad donde priman patrones de enemistad y donde las percepciones entre una unidad y la otra siempre van a estar permeadas por la desconfianza, llevando a que los Estados, para este caso Japón, comiencen una carrera armamentista para equilibrar poderes.

Ahora bien, la amenaza norcoreana no solo está llevando a que Japón se rearme, también ha llevado a que aumente el nacionalismo dentro de su Estado, fortaleciendo más la idea de volver a tomar un discurso militar. La evidencia de esto se puede notar con la llegada al poder por segunda vez del actual primer ministro Shinzo Abe en diciembre de 2012, pues él se ha caracterizado por tener ideas de corte nacionalista y además es el principal precursor de la idea de modificar y cambiar la constitución pacifista nipona para que se aumente la capacidad de las fuerzas de autodefensa, para que estas no solo se centren en mantener una fuerza militar limitada, sino que sean capaces de atacar las amenazas con rapidez y eficiencia, también para que puedan apoyar no solo logísticamente a incursiones militares que sus aliados vayan a emprender alrededor del mundo con el fin de mantener la paz y la estabilidad.

No obstante, no hay que olvidar que aunque Japón se esté inclinando a un más por un discurso militar y bélico, el discurso pacifista que adoptó desde de la Segunda Guerra Mundial aún es muy importante dentro de su Estado. Es por eso que el aumento militar está creando en el Estado nipón una identidad dual, pues en vez de optar completamente por uno de los dos discursos, Japón está haciendo uso de los dos cuando se trata de proteger sus intereses a nivel mundial. Por ejemplo, a nivel global se caracteriza por abogar por la cooperación económica como una manera de evitar conflictos y amenazas a la seguridad de las naciones y del mundo en general. Además, hace uso de regímenes e instituciones internacionales para solucionar controversias, mostrándose como una nación pacifista y amigable.

Por el contrario, debido a la percepción que se tiene uno a otro los Estados dentro del CRS del nordeste asiático, Japón ha decidido ser más ofensivo y armarse para generar una clase de “disuasión” y así mantener la seguridad de su Estado y la estabilidad en la región. Pues existe la percepción que entre menos se armen Estados como China o Corea del Norte, y donde los Estados Unidos aún mantengan su influencia en la región, habrá menos amenazas y se mantendría una estabilidad que actualmente es muy frágil.

Por último, a nivel regional Japón no solo opta por desarrollar un discurso militar como a principios del siglo XX, trata de utilizar su pacifismo, pero en el mayor de los casos no ha sido muy exitoso, pues los países del nordeste asiático aún mantienen unas relaciones guiadas por patrones de enemistad y rivalidad, lo que genera desconfianza en las acciones que vaya a realizar el vecino. Por ejemplo, con Corea del Sur, Japón ha querido crear un sistema cooperativo de seguridad, pues comparten la misma amenaza, Corea del Norte. Un sistema donde la seguridad de cada uno de ellos sea percibida como responsabilidad de todos. De esta manera, se demuestra que aunque Japón esté adoptando un discurso militar a nivel regional, su discurso pacifista aún sigue siendo muy fuerte y puede ser una herramienta útil con países que comparten sus mismas amenazas, para así comenzar procesos de desecuritización y minimizar los peligros a su seguridad.


3 Ver: tabla 1. Estructura de Complejos Regionales de Seguridad convencionales con denominaciones regionales de poder.



Referencias

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