Artículo

Estudios en Seguridad y Defensa, 14(28), 217-236.

https://doi.org/10.25062/1900-8325.201

Inteligencia estratégica en tiempos líquidos: una reflexión en clave crítica1

Strategic intelligence in liquid times: a critical reflection in critical key

Inteligência estratégica em tempos de liquidez: uma reflexão sobre chave crítica

MARÍA FERNANDA NOBOA GONZÁLEZ2

Pontificia Universidad Católica de Ecuador, Ecuador.

2 Candidata doctoral en Estudios Internacionales de la FLACSO-Ecuador, magíster en Gobernabilidad y Desarrollo de la Universidad Central de Ecuador y decana del Centro de Prospectiva Estratégica del Instituto de Altos Estudios Nacionales de Ecuador. Correo electrónico: maria.noboa@iaen.edu.ec

Fecha de recepción: 14 de mayo de 2019

Fecha de aceptación: 25 de agosto de 2019


Resumen

Pensar la naturaleza y el rol de la inteligencia estratégica de manera distinta exige tener en cuenta consideraciones teórico-analíticas frente a las dinámicas cambiantes y azarosas del mundo internacional en el cual se inscribe, más allá de la mirada ortodoxa. Es atreverse a problematizar, desde una perspectiva crítica, la configuración del campo y el objeto de estudio en tiempos líquidos, repensando sus vinculaciones interdisciplinarias intrínsecas. Así, este desafío apunta a develar las determinaciones político-discursivas en la escritura de las amenazas y las implicaciones en la toma de decisiones en el más alto nivel (particularmente en el ámbito de la seguridad). Por lo tanto, ese artículo reflexiona críticamente la inteligencia, combinando los presupuestos de James Der Derian y David Campbell, académicos que han marcado un nuevo signo en el abordaje de ella. Los hallazgos muestran que la mayor parte de la literatura producida en los centros hegemónicos es débil en la dimensión teórica y que se sobredimensiona el rol utilitarista y pragmático de la inteligencia anclada a dominios empíricos específicos. Son limitadas las incursiones en los paradigmas alternativos, adaptables a los nuevos ambientes líquidos en inteligencia, marcados por la revolución tecnológica.

Palabras clave: Perspectiva posestructuralista, Interdisciplinar, Paradigma alternativo, Discurso, Revolución tecnológica.


Abstract

Thinking differently the nature and role of strategic intelligence requires theoretical-analytical considerations, against the changing and random dynamics of the international world where it is located, beyond the orthodox view. It is daring to problematize the configuration of the field and its object in liquid times, from a critical perspective, rethinking its intrinsic interdisciplinary connections. Thus, this challenge also reveals political-discursive determinations in writing the threats and its implications in decision-making at the highest level, particularly in security field. Therefore, this article reflects critically intelligence, combining the assumptions of James Der Derian and David Campbell, scholars who have marked a new sign in the approach to it. The findings show that most of the literature produced in the hegemonic centers is weak in the theoretical dimension, overshadowing the utilitarian and pragmatic role of intelligence anchored to specific empirical domains. They are limited incursions into alternative paradigms, adaptable to the new liquid Intelligence environments, marked by Technological Revolution.

Keywords: Poststructuralist perspective; Interdisciplinary; Alternative paradigm, Discourse, Technological revolution.


Resumo

Pensar a natureza e o papel da inteligência estratégica de forma diferente requer considerações teórico-analíticas diante da dinâmica mutante e perigosa do mundo internacional onde ela se inscreve, para além do olhar ortodoxo. Ousa problematizar, de uma perspectiva crítica, a configuração do campo e do objeto de estudo em tempos líquidos, repensando seus vínculos interdisciplinares intrínsecos. Assim, esse desafio também alude ao desvelamento das determinações político-discursivas na redação das ameaças e implicações para a tomada de decisão do mais alto nível, em particular no campo da segurança. Portanto, este artigo reflete criticamente sobre a inteligência, combinando os pressupostos do acadêmico James Der Derian e David Campbell que marcaram um novo sinal na abordagem a ela. Os achados mostram que a maior parte da literatura produzida nos centros hegemônicos é fraca na dimensão teórica, exagerando o papel utilitário e pragmático da inteligência ancorada em domínios empíricos específicos. As incursões em paradigmas alternativos, adaptáveis aos novos ambientes líquidos da inteligência, marcados pela revolução tecnológica, são limitadas.

Palabras-chave: Perspectiva pós-Estruturalista, Interdisciplinar, Paradigma alternativo, Discurso, Revolução tecnológica.


Introducción

Definir el punto epistemológico de enunciación desde el cual se aborda un objeto de estudio, en cualquier campo del conocimiento, es un fenómeno dinámico. Está en relación directa con la postura ideológico-política y ética de quien lo construye y lo reproduce. Se vincula, sin duda, con el sentido otorgado al conocimiento científico e incluye la consideración política de los valores cognitivos y el posicionamiento ético del investigador con respecto del propio saber elaborado y sus prácticas.

Apostar por una línea de abordaje teórico-metodológico disidente o crítica implica desafiar los postulados principales de las teorías o perspectivas hegemónicas (mainstream); en este caso puntual, de los estudios de inteligencia (develando sus sentidos subyacentes y silencios); en otras palabras, incursionar en teorías alternativas que tracen su conexión intrínseca con el dominio empírico, rebasando la consabida objetividad, universalidad y neutralidad valorativa de los aparatos conceptuales (que divorcian hechos de valores) y el pragmatismo y la sobreinstrumentalización de sus métodos (que intentan aparecer como ahistóricos y trascendentes)3.

Determinar los núcleos y las unidades analíticas para incursionar en un objeto de estudio específico constituye una decisión situada acerca de premisas y constructos flexibles, los cuales hacen evolucionar metodológicamente a la disciplina, al campo o al área de estudio. Al mismo tiempo, se configuran estrategias nuevas para la producción del conocimiento sobre problemáticas concretas con incidencia en el desarrollo de dicho campo o área de estudio. Además, se prioriza la investigación desde la perspectiva interdisciplinaria, con una proyección transformadora de los sujetos y de la realidad, ante los problemas complejos (Rodríguez, 2014, p. 1).

Todo esto se sitúa como antítesis de la reducción y simplificación que definen los postulados de la ciencia positivista, en tanto la producción del conocimiento como estado y no como proceso. De modo que la propuesta de este artículo es entender las prácticas investigativas como una espiral "que no está ni en la base ni en la punta, sino que está dentro del mismo, construyendo, reconstruyendo y complejizando el conocimiento [...] una nueva visión paradigmática no nos lleva a pensar en un solo camino o en un método único [...]" (González, 2009, p. 16).

Develar la mirada del sujeto investigador supone apostar por una producción del conocimiento científico con conciencia y responsabilidad; en concreto, entendiendo que cualquier estudio o investigación es un producto humano y, como tal, un elemento histórico dirigido a la búsqueda de prácticas emancipatorias (que han sido distorsionadas y malentendidas)4. De hecho, en palabras de Zoya, los procesos emancipatorios responden a construcciones colectivas, no solo desde la academia, sino de la sociedad en su conjunto, jugándose por el tipo de ciencia y sociedad en la que se quiere vivir. Es imposible pensar en los hechos científicos sin la mediación de valores e intereses (Rodríguez, 2010), de ahí que la inteligencia (considerada por una gran parte de la literatura con un rol ontológico que ha sido invisibilizado) sea una práctica compleja situada y que responda a las condiciones en las que se ha esgrimido epistémica y teóricamente la seguridad y defensa de los Estados (es más una inteligencia, al ser protagónica en el tipo de escritura de la amenaza y no estar restringida únicamente a las amenazas que pueden trabajarse con medios militares).

Todas estas consideraciones preliminares expuestas son las cartas echadas sobre la mesa, en torno a las cuales gira la discusión de este artículo. El caso concreto de los estudios de inteligencia y su proyección; sobre todo, a partir de la década del 90, en la que se evidencia un movimiento discontinuo y tensiones en los aspectos teórico-disciplinarios y metodológicos del campo. Tal como sostiene Julieta Haidar (2006), los movimientos disciplinarios pueden tener tres modalidades: acumulación, ruptura o convergencia. El punto de enunciación de este artículo se inscribe en apostar por una convergencia con otras disciplinas, derivada de la misma evolución interna del campo y una reconfiguración creciente del objeto de estudio desde los mismos centros hegemónicos de su producción académica. De modo paralelo, se percibe una incidencia de diversos factores externos (contextos globales cambiantes, complejización del mundo internacional y de los roles y funciones de la seguridad; mutación de factores de riesgo y amenaza; la presencia de nuevos actores y perfiles de interacción en las dinámicas nacionales, regionales, globales y trasnacionales), los cuales han incidido en una nueva mirada de la literatura y líneas de investigación en los estudios de inteligencia y han dado paso a un cambio de paradigma, como lo explican con exquisitez Murillo (2015), Rathmell (2002) y Liaropoulus (2006).

1. Los desafíos para la inteligencia en tiempos líquidos

Los centros hegemónicos de producción académica que, de una u otra manera, inciden en las concepciones maestras para las prácticas de la inteligencia se enfrentan a los desafíos de los tiempos líquidos. Justamente, una de sus aristas es situar cómo se va desdibujando el sentido tradicional del poder territorial de los Estados, habida cuenta de que la proyección del espacio está siendo desplazada por la velocidad, la denominada 'dromología' (Virilo y Lotringer, 2007), y que lo explica Der Derian (2009) aglutinando lo que él denomina las 'nuevas fuerzas globales' (la simulación, la vigilancia y la velocidad), las cuales han transformado radicalmente los límites entre las relaciones internacionales, particularmente entre uno mismo y el otro, lo doméstico y lo internacional y la guerra y la paz.

Dicho lo anterior, un hito en materia de seguridad fue el 11S, que mostró que "ya nadie por más rico en recursos, distante e independiente que sea puede cortar amarras con el resto del mundo" (Bauman, 2002, p. 115). Es más, se afirma que los lugares ya no protegen; la fuerza, la debilidad, la amenaza y la seguridad se han convertido en problemas difusos, de carácter extraterritorial, que escapan cualquier solución territorial.

En este orden de ideas, en palabras del filósofo polaco Zygmunt Bauman, la categoría sociológica de la liquidez está ligada a la figura de la incertidumbre, la transitoriedad, la volatilidad5, lo caótico, lo fluido y liviano, ante lo cual la inteligencia debe dar respuesta6. Es más, todo este debate aterriza en la sentida necesidad de comprender que la inseguridad global actual se inserta en una dinámica de flujos, en el sentido asumido por Manuel Castells (2009). De hecho, "la inaccesibilidad de las raíces globales de la inseguridad, mientras se ha intentado atacarlas desde el interior de un territorio, y utilizando solamente los medios disponibles en el ámbito local, ha provocado ya hace tiempo una 'sobrecarga de seguridad'" (Bauman, 2002, p. 115).

En medio de ello, y para matizar la lógica argumentativa, el advenimiento de una dinámica líquida obliga a repensar la naturaleza y el rol de la inteligencia, más allá del pragmatismo excesivo y sobrefuncionalidad racional, que han encarcelado sus prácticas concretas desde la mirada positivista. Es más, en medio de un escenario en el que la solidez de los metarrelatos modernos se ha diluido, produciendo desencanto, como sostiene Lyotard (2006), la inteligencia (como proceso, producto y organización) casi que está obligada a mirarse a sí misma, en un ejercicio metacognitivo permanente, orientado a repensar su rol y naturaleza. Esto es su capacidad de construir imaginarios de poder y establecer, desde la escritura de las amenazas, juicios fundacionalistas de amigos-enemigos, amenazas-oportunidades, lo cual configura las identidades de los Estados y el sentido del mundo y poder de sus diversos actores y actores no estatales, complejizando la comprensión del nuevo espíritu de la inteligencia y su función, en medio de las arenas movedizas de la incertidumbre, con el fin de contribuir a la ventaja decisional en los diversos niveles de conducción de un país.

De hecho, esta 'imagen e mundo' no es posible sino y a través del lenguaje; consecuentemente, se evidencia lo que Foucault denominaba 'regímenes de verdad'7. Por su parte, Der Derian (2009), alude al poder discursivo 'tecnoestratégico' y 'cronopolítico'; en el primer caso, hace referencia al sentido de elevar lo cronológico sobre lo geográfico, la paz sobre el espacio y sus efectos políticos; en el segundo, tiene que ver con el poder del discurso que usa y es usado por la tecnología con el propósito de la guerra.

Todo lo argumentado permite ir comprendiendo el hecho de que la inteligencia va abriendo paso a una visión emergente, más flexible y adaptativa para los ambientes líquidos, relacionada con la tecnología de la información y su impacto en la cultura de inteligencia; esto, considerando que:

[...] Los fluidos, por así decirlo no se fijan al espacio ni se atan al tiempo [...] no conservan una forma durante mucho tiempo y están constantemente dispuestos y (proclives) a cambiarla [.] para ellos lo que cuenta es el flujo del tiempo y no el espacio [.] los fluidos se desplazan con facilidad [.] fluyen se derraman, se desbordan. Emergen incólumes de sus encuentros con los sólidos [.]. La extraordinaria movilidad de los fluidos es lo que los asocia con la liviandad [.] (Bauman, 2003, p. 8).

Se infiere, entonces, que la inteligencia se enfrenta a nuevos ambientes no lineales, caracterizados por una profundización de asimetrías, de contornos borrosos con otros campos de estudio, de espacios complejos para sus prácticas, de multiplicación de variables y escenarios de tiempo y espacio8 y de discontinuidades, disrupciones y anomalías. En definitiva, va resquebrajándose el paradigma tradicional (Mellon, 2015; Miravitllas, 2012), catapultándose un salto cuántico para atravesar las oscilaciones del presente y el futuro, mediante el trabajo en nuevas dimensiones y métodos de estudio, que permitan a la inteligencia responder estratégicamente al entramado de contingencias, situaciones de emergencia en diferentes escalas y eventos insospechados de las realidades múltiples en la dimensión de la seguridad-defensa de los Estados y su dinámica en el mundo internacional. Es ilustrativo pensar que la

nueva obsolescencia de la ocupación territorial, la inutilidad de los ejércitos [...] y la profesionalización de las fuerzas armadas del último escalafón hasta el primero han permitido a las guerras amoldarse a las condicione líquido-modernas en general, y al funcionamiento que corresponde a la naturaleza del espacio-velocidad en particular (Bauman, 2011, p. 133).

Lo cual está en relación directa con uno de los factores clave para la transformación de las prácticas de inteligencia; además, es la instrumentación de la vigilancia líquida, dentro de un mundo de inseguridad globalizada, así:

[.] Los principales medios para proporcionar seguridad actualmente son las nueva técnicas y tecnologías de vigilancia, que supuestamente nos protegen, no contra peligros concretos sino contra peligros amorfos y misteriosos [.] uno diría que, paradójicamente la seguridad actual genera formas de inseguridad (Bauman y Lyon, 2013, p. 107).

Es más, el lector deberá tener en mente que toda esta lógica está cimentada en nuevas racionalidades teórico-conceptuales (por ende, analíticas), las cuales han mutado la comprensión de la naturaleza de las RI y sus áreas de estudio. Dicho de otro modo, se han incorporado al debate otros elementos (como el tema de la ética, de la emancipación y de las buenas prácticas en inteligencia) y se ha dado una amplia discusión del objeto referente de la seguridad y los vínculos con la dimensión de la inteligencia.

2. En medio de arenas movedizas teóricas: desafiando la función fundacionalista del lenguaje

La metáfora de las arenas movedizas en la explicación de un mundo contingente, por parte del comunicólogo argentino Marcelo Manucci (2010), es pertinente para comprender cómo las teorías críticas y, particularmente, el posestructuralismo (tanto en las relaciones internacionales [RI] como en los estudios de inteligencia [EI]) son derivaciones diferenciales de las diversas teorías-madre en las ciencias sociales. En los EI, la adscripción a las perspectivas teóricas posestructuralistas tarda 10 años más que en las RI; con la particularidad de que, en el primer caso, se aboga más por representarse en un lenguaje posmoderno y, en el segundo, en un lenguaje posestructural.

Sin que sea motivo de esta ponencia explicar las divergencias y convergencias entre los postulados metateóricos posestructuralistas9 y su incidencia en el campo de las RI y de los EI, vale destacar que, en ambos casos, aun cuando persistan tensiones denominativas, se advierte una clara incidencia de las teorías posestructuralistas en la configuración de líneas florecientes de investigación e innovación de las ya existentes. Esto, debido a que, al abrir las cárceles conceptuales sostenidas en narrativas hegemónicas, respecto del edificio racionalista sólido e intocable, se devela la co-constitución de los denominados regímenes 'poder-saber', concepto seminal en las reflexiones de Michel Foucault (Castro, 2016). A partir de ellos, la teoría (como saber) pretende hacer aparecer aséptico, natural e inalterable aquello que ha sido construido10 socialmente y como innegablemente objetivo un mundo que está 'allí', de manera imparcial y libre de valores. En consonancia con esto, se marginaliza del estudio de las relaciones internacionales, "el acceso a posturas políticas emancipatorias" (Devetak, 2005, p.161) porque se considera que el conocimiento no está ligado ni a la política ni al poder. De manera análoga, desde una lógica racionalista, se defienden los 'sentidos de verdad universales y transhistóricos', derivados de los 'mantras positivistas' de neutralidad, objetividad, transparencia del lenguaje y silenciamiento de los sujetos investigadores.

Dichos mantras han construido 'metanarrativas'11, erigidas para sustentar la aparente solidez del paradigma mecanicista-determinista de la ciencia moderna, basado en los principios de simplificación y disyunción, desde el cual pretendían ser explicados homogéneamente fenómenos del mundo internacional, marginalizando la complejidad y despolitizando sus contenidos.

Frente a ello, desde el posestructuralismo, con la salvedad de que es una perspectiva homogénea, se abren posibilidades alternativas para construir sistemas conceptuales y categorías analíticas, encaminadas a complejizar la comprensión de los nuevos fenómenos y dinámicas en el mundo internacional (partiendo de una lógica abductiva de pensamiento)12. Dichos eventos están condicionados claramente por la revolución tecnológica, la red de significados que se tejen a su alrededor, los niveles de interacción entre los diversos actores inmersos en fluidos escenarios espacio-temporales, bajo la influencia de diversos contextos y factores de discontinuidad y emergencia.

En suma, la construcción de nuevos objetos de estudio que vinculan las RI y los EI, cuyo planteamiento inicial no se limita al centro de cada una de las disciplinas o áreas, sino a la interrelación en el espacio de sus márgenes y, desde allí, la producción del conocimiento; es decir, con mayores posibilidades de saberes elaborados convergentemente, desde múltiples perspectivas (no universales) y prácticas científicas sostenidas en varios lenguajes de legitimación, que no son (de ningún modo) transparentes y que, por ende, implican decisiones político-éticas de partida.

De manera tal que las posturas posestructuralistas/posmodernas, respectivamente, intentan trascender el estudio de las problemáticas de las relaciones internacionales (y sus áreas de estudio) y la inteligencia ancladas tradicionalmente a los presupuestos de la seguridad nacional y el ejercicio del poder mediante el uso de la fuerza militar. De este modo, se redefinen las posturas epistémicas y se amplían los aparatos conceptuales y sistemas de pensamiento, con la intención de comprender y dar respuesta a los nuevos desafíos, en materia de defensa e inteligencia, cuyos objetos de estudio son cada vez más complejos y aparecen mediados a través del 'poder discursivo'. Al respecto, Der Derian (2009) lo asume como cronopolítico y tecnoestratégico (mencionado anteriormente) y problematiza el sentido ortodoxo de los sistemas de Estado, sosteniendo que "[...] ellos tienen un poder discursivo en el hecho de que ellos producen y son sostenidos por presupuestos históricamente transitorios que median nuestras relaciones con eventos empíricos [.]" (p. 43).

Es más, la incorporación de la dimensión axiológica y política en las reflexiones de las relaciones internacionales e inteligencia, parece ser una constante. "La ética del posestructuralismo está localizada en y a través de la construcción de la subjetividad. Ella no reside afuera como un grupo de principios para guiar el comportamiento individual, pero como una condición necesaria para la formación de la identidad" (Der Derian, 1997, p. 59).

En el caso de la seguridad (categoría que abarca la defensa), en términos muy generales, la aproximación posestructuralista, además de plantear una agenda nueva y ampliar sus temas y preocupaciones, va más allá de una mirada militarizada (Cheeseman, 2005, p. 79), considerando nuevas fuentes de inseguridad 'no militares' y mutando los objetos referentes de la seguridad y sus dilemas en un proceso que, sin duda, complejiza la planeación de la defensa de un Estado. Más aún, si se consideran los escenarios de liquidez e incertidumbre en los que se mueven los diversos actores, en medio de ambientes de coexistencia asimétrica de flujos y entramados de factores de riesgo, amenaza y oportunidad. Esta perspectiva innovadora está asociada a lo que varios autores consideran como 'sociedad postmilitar' (Shaw, 1991), articulada con las perspectivas estratégicas contemporáneas, ya no conflictivas, sino relacionales (Herrera y Pérez 2013), encaminadas a la construcción de un mundo más armonioso, cooperativo y de paz, que exigen también cambios en los valores y las creencias de las sociedades (Cheeseman, 2005).

En el caso de la inteligencia, desde la mirada posmoderna, a grandes rasgos, se critica la gran narrativa de la inteligencia lineal (Hoogenboom, 2006), a la que incluso se la considera como un 'género de estudio', bosquejada para un mundo sólido y mecánico y limitada a los ámbitos de la seguridad y defensa, cuyo eje es el 'ciclo de inteligencia' y su diseño es lineal, jerárquico, simplificador y mutilante de la realidad. De este modo, la posmodernidad en los EI pone énfasis en la falta de consenso en el ámbito de sus definiciones y alcances y en débil desarrollo teórico, (Warner, 2009) lo que constituye un gran obstáculo para lograr un espacio conceptualmente acotado, que garantice su legitimación como área de conocimiento (Montero, 2009). También apunta al débil debate en la dimensión epistemológica y teórica (Davies, 2009; Gill, 2009) y censura duramente su circunscripción a las analíticas denominadas post mortem, con énfasis excesivo en los estudios de caso, relegados a narrar las fallas de la inteligencia o las sorpresas estratégicas.

En suma, la literatura posmoderna en inteligencia, particularmente desde los 90, abre la transición a nuevos modelos para la reorganización de las comunidades de la inteligencia y a la consolidación del su estatus, en calidad de disciplina científica, cada vez más autónoma dentro del campo de las RI. Tras el 11 S, esta evolución encuentra un punto de inflexión, el cual impulsa la reforma de la inteligencia13.

Adicionalmente, las corrientes posestructuralistas, en clave autorreflexiva, se cuestionan de manera permanente no solo qué y por qué se conoce, sino para quién y para qué, lo cual evidencia el compromiso ético del saber científico. En esta misma lógica, se inserta la producción del conocimiento experto derivado de la inteligencia, especialmente en la escritura de las diversas amenazas y factores de riesgo a la seguridad y defensa. Para matizar lo dicho, como sostiene Michael Shapiro, es imprescindible desmontar las representaciones hegemónicas que se han co-constituido en prácticas discursivas, el sentido rector del poder en la dinámica internacional, del que emanan empleos particulares de medios para la defensa. Así,

[...] lo que es entendido acerca del 'ser' en un tiempo dado14 es cuestión de prácticas locales [...] en donde lo local participa de temporalidad y espacialidad. Un período histórico dado tiene fuerzas que trabajan produciendo ciertas interpretaciones, superando las interpretaciones rivales" (Shapiro, 1992, p. 3).

Para ganar claridad argumentativa, el poder de la defensa para el empleo de sus diversos medios emana y funciona a través de estrategias y tácticas discursivas que co-constituyen sentidos de identidad estatal, no fundacionales, en forma de conocimiento e interpretaciones15, orientados a la normalización de la subjetividad de los actores (Shapiro, 1992, p. 5) y sus márgenes de maniobra en espacios múltiples de gestión de las prácticas de la inteligencia, para la toma de decisiones en el nivel político-estratégico que permitan conducir el Estado, y en otras dimensiones en diversos ámbitos, niveles y escalas. Esto equivale, consecuentemente, a la consideración del 'otro'.

Al respecto, David Campbell (Smith, 2005), basándose en la concepción de 'responsabilidad hacia el otro' (del filósofo judío Emmanuel Lévinas), lo considera como alguien que "no es un añadido a las ya existentes identidades y subjetividades" (p. 51) y, por ende, trasciende la concepción tradicional de la otredad como un ejercicio de tolerancia hacia el otro, desde su simbólica supresión (alter ego). Campbell aboga por la constitución de los sujetos, en tanto sus relaciones con los otros, en una aceptación plena de la condición de diferencia.

Este argumento permite inferir que es clave el rol del discurso para la construcción del sentido de las amenazas y del otro (como amenazante); por consiguiente, se destaca que la escritura de las amenazas (emanada de la inteligencia) proviene también del sentido de responsabilidad ante los 'otros' (en la dimensión de la defensa) y no solamente de una simple instrumentación de su escritura para el ejercicio del poder.

El rol mencionado ya fue acotado desde los noventa por el académico James Dar Derian, en tanto ontológico16 (Copeland, 2011), para la configuración de la imagen del mundo que adoptan los Estados para sí17 y que inciden en el estilo de relacionamiento interestatal y su articulación en el mundo internacional. Esto último tiene que ver, entonces, con repensar el discurso de la seguridad e inteligencia18, deconstruyendo los sentidos de la(s) identidad(es) y del otro(s)19, desde una perspectiva antifundacionalista y múltiple, trascendiendo las categorías dicotómicas fijadas y finales de dentro y fuera, amigo-enemigo, amenaza-oportunidad, a fin de situar (desde y a través del discurso) prácticas de la defensa en el ámbito de la seguridad que tomen en cuenta el componente ético.

3. Entre desafíos, tensiones y heterogeneidad

James Der Derian, internacionalista crítico, y David Campbell, investigador en seguridad, constituyen una dupla de ruptura. Su vasta y constante producción académica acerca de problemáticas contemporáneas (relacionadas con los estudios estratégicos, seguridad, e inteligencia) ha dado en el blanco para el cambio paradigmático, teórico y conceptual de la inteligencia y la seguridad, respectivamente. Ambos autores, desde lecturas convergentes, se sitúan en una mirada crítica posestructuralista, pero guardan particularidades; además, centran su reflexión en medio de críticas agudas a los presupuestos óntico-epistémicos de las agendas mainstream de investigación y líneas de trabajo de los campos de estudio de la seguridad y la inteligencia. De modo singular, muestran un interés particular por 'rehumanizar' sus prácticas mediante consideraciones axiológicas, emancipatorias y de responsabilidad ética por el discurso, habida cuenta de que la realidad "(...) no puede ser/estar desligada de un campo discursivo, como constitución y despliegue como realidad social de una manera y no de otra" (Nicholls, 2012, p. 173).

Exquisita retórica académica, núcleos duros de discusión y propuestas metodológicas de vanguardia, cada uno en su especialidad, configuran los ejes de trabajo para incursionar en fenómenos difusos pertenecientes a un mundo transitorio y contingente tecnológicamente en el cual " [...] la velocidad no es la sola medida, pero el fin del progreso; tendencias y flujos, llegadas y partidas, todas ellas son formas que de momento vienen a gobernar y devaluar tanto a los objetos inmóviles y a la objetividad por sí misma" (Der Derian, 1997, p. 66). Es, pues, una dinámica líquida, que no permite mantener un rumbo determinado (Bauman, 2010), debido a que todas las formas cambian, mutan, se difuminan, y avanzan; por lo tanto, las reflexiones y prácticas de la seguridad-defensa e inteligencia tienen un enorme desafío.

Dicho desafío lo han asumido Campbell y Der Derian; por ejemplo, desde un ejercicio de interrogación permanente han cuestionado los presupuestos tradicionales del mainstream de los estudios de la seguridad y defensa, y sostienen que los discursos dominantes en las relaciones internacionales y en los estudios críticos en seguridad están vinculados con compromisos epistémicos (situados históricamente) y enunciados desde entramados de poder específicos, a partir de cuyo análisis se tiende a develar:

De igual modo, la mirada posestructuralista objeta la estrecha agenda realista de la seguridad, que incide en el silenciamiento de las tensiones e inseguridades que derivan del complejo y ambivalente nexo humano-Estado. Además, esto se suele asociar a una determinada postura ideológica que condimenta los viejos problemas que 'están allí y deben ser resueltos con fórmulas infalibles', que no cuestionan al status quo, y que el posestructuralismo, en seguridad, intenta develar. Las críticas se dirigen principalmente a la endeble autoconciencia y casi nulas consideraciones éticas que deberían hacerse trascendiendo la mirada estatocéntrica en materia de seguridad. De manera semejante, se apunta a la invisibilización que la seguridad hace de emancipación de las personas tanto de estructuras como de situaciones de opresión (Booth, 2005, p. 11).

La propuesta de Campbell induce a considerar la seguridad como una 'categoría derivativa' de los presupuestos teóricos que sostienen el mundo de la política internacional y que definen la objetivación y externalización de la amenaza20. Según este autor, se debe situar y entender críticamente las amenazas en el contexto de las prácticas políticas y deconstruir la naturaleza históricamente constitutiva y contingente del orden internacional, comprendiendo la construcción del sentido de los sistemas de Estados con identidades fijas, los significados de la soberanía, anarquía, entre otros, mediados por discursos de legitimación (Campbell, 1992), lo cual, como es obvio, derivará en los conceptos seminales de la seguridad y la defensa. Tales aparatos conceptuales de la seguridad, en criterio de Campbell, deben ser ampliados y profundizados.

Por su parte, James Der Derian (2009), sacudiéndose de las narrativas lineales y sostenido en una retórica rizomática, apunta a comprender el rol y la naturaleza de la inteligencia vinculada con la dinámica de la seguridad. Irónicamente, esgrime críticas al paradigma positivista mostrando el desencanto por una modernidad tardía y sus relatos.

En medio de esta retórica establece, a la par, nuevas coordenadas para el estudio del mundo internacional (como la simulación, la vigilancia y la velocidad), que según él constituyen las nuevas fuerzas que reconfiguran el campo de las relaciones internacionales. Fuerzas que inciden plenamente con los 'tiempos líquidos' de Zygmunt Bauman (2007), caracterizados por la elevada incertidumbre; nuevas morfologías de conflictividad y asimetrías generadas por la globalidad del mercado; la legitimación del ethos económico y el consumo, la fragmentación, el afianzamiento de individualismo y los miedos, la multiplicación de tensiones entre lo local y lo global y el aumento exponencial sentimiento de inseguridad, entre otros factores, cuyo foco está situado principalmente en las ciudades. Reflexiones desarrolladas plenamente también por Paul Virilo (2006) en sus reflexiones sobre 'ciudad-pánico'.

Para afianzar su postura, Der Derian (2009) considera al posestructuralismo "como una actividad semio-crítica para desmantelar las posiciones empírico- racionalistas en donde el poder fija sus significados" (p. 44). Sobre todo, se interesa en mostrar el 'carácter constructor de la realidad' de las diversas prácticas discursivas que destapan cómo los poderes dominantes (en actos hegemónicos) sueñan con fijar, reducir, sujetar los significados de manera singular y monológica. Según él, esto constituye el eje del 'poder discursivo, constitutivo y constituyente', en y a través del cual se legitiman y reproducen nuevas prácticas tecnológicas, que median y configuran las relaciones entre Estados y dentro de los diversos actores del Estado. A su vez, instituyen los 'regímenes de veridicción', que permiten la formación de sentidos de verdad singulares, que intentan aparecer como homogéneos y trascendentes y que el posestructuralismo busca deconstruir.

[...] Estas prácticas son elusivas porque son más reales en tiempo que en espacio, su poder es evidenciado a través del intercambio de signos y no bienes, y sus efectos son transparentes y penetrantes, antes que materiales y discretos. Ellas no calzan y por tanto eluden las tradicionales y reformadas delimitaciones en el campo de las relaciones internacionales (Der Derian, 2009, p. 45).

En tal sentido, la jugada teórico-metodológica de Der Derian, en materia de inteligencia, se dirige a develar el rol ontológico de la inteligencia, como configuradora del sentido de identidad e intereses, de la imagen que el Estado desarrolla sobre sí mismo, sobre potenciales factores de riesgo y amenazas, sobre sus propias capacidades y vulnerabilidades, sobre los perfiles de los otros actores del mundo internacional (no solo estatales) como amenazantes o amigos, en fin.

Su reflexión apunta a la comprensión crítica de la incidencia de las tecnologías de la velocidad, vigilancia y simulación en las prácticas de inteligencia en un mundo líquido, que, de hecho, también están transformando la propia naturaleza de las relaciones internacionales, al punto de considerar a la inteligencia como una forma de 'antidiplomacia', referida las distintas dinámicas que se dan entre la diplomacia y la guerra (Der Derian, 1992). Ella se sostiene en un entorno tecno-estratégico que define la dinámica de interacción entre vigilancia (a través de un sinnúmero de formas de espionaje), en medio de variables de velocidad y guerra de percepciones, uno de cuyos ejes son los medios de comunicación. Adicionalmente, Der Derian puntualiza la necesidad de que este nuevo escenario sea considerado, en el marco de parámetros éticos, en la construcción de un nuevo mapeo del mundo internacional y sus representaciones y el sentido de los vínculos entre sus múltiples actores.

Desde el entendido de que la 'escritura de la amenaza no es un proceso lineal', aséptico ni neutral o, peor aún, sostenida en lenguajes transparentes emanados de la producción de inteligencia de los Estados, ni es un mero reflejo del mundo empírico, que está 'allá afuera', Der Derian advierte la instrumentalización potencial de las amenazas y el rol representacional (performativo) en su escritura. En palabras del doctor Frédéric Massé, investigador experto de la Universidad Externado de Colombia:

[...] Los estudios se olvidan de que la realidad siempre es redoblada por una realidad mental y discursiva- es decir que la "realidad objetiva es una realidad visible y realidad construida [.] la realidad de los riesgos y amenazas [.] es además construida, deformada y exagerada", con las implicaciones que esto conlleva en la configuración del sentido rector de la seguridad y el uso de medios militares para la defensa (Massé, 2004, p. 398).

En suma, la perspectiva posestructuralista aboga por deconstruir las prácticas definicionales de un mundo fuertemente mediado y heterogéneo en su política mundial; rebasando la nostalgia por el 'Viejo Mundo'; trascendiendo (para su análisis) las visiones de lo doméstico e internacional, de lo global y local, de lo nacional y lo trasnacional; sobrepasando la fragmentación; navegando estratégicamente en sus flujos; coexistiendo en medio de ambigüedades e incertidumbres. Específicamente, en materia de seguridad e inteligencia, develando cómo trabaja el poder, constituyendo formas específicas de subjetividades y disposiciones interpretativas; y, en suma, rastreando el significado y los alcances del poder productivo, como sostiene Foucault (1981), una red productiva que pasa por todo el cuerpo social produciendo significados, identidades, interrelaciones, entre otras, mediante prácticas tecnoestratégicas y cronopolíticas que configuran un mundo percibido y representado semióticamente que es preciso develar.

Es preciso matizar, además, que la perspectiva posestructuralista de la seguridad, en su componente metodológico y analítico, siendo una joven perspectiva, tiene el desafío de construir nuevos modelos. Esto implica reconocer preliminarmente la naturaleza de la política internacional y el complejo ejercicio de poder e influencia, en medio de entornos externos diversos a los Estados y otros actores, que se conjugan en medio de conflictos internos viciosos, de larga duración y de difícil término, con implicaciones serias (como desplazamientos y flujos de refugiados, etc.) y que interpelan soluciones estratégicas para evitar la escalada de conflictos regionales y la configuración potencial de los denominados 'Estados fallidos' (Yilmaz, 2017).

Finalmente, considerando que la escritura de la amenaza constituye un elemento esencial para la configuración del sentido de mundo del Estado y de otros actores y la orientación de la seguridad y defensa (determinada también por los tiempos líquidos), urge la incursión en nuevas analíticas, amplias y profundas, que orienten sus prácticas, sin marginar el debate teórico ni las implicaciones éticas en los procesos de emancipación de los actores.

Conclusiones

Es un sinsentido clausurar una reflexión que ha empezado a tomar cuerpo desde hace pocos años y ha sido motivo de interés, sobre todo, de quienes se adscriben a las corrientes críticas en sus diversas ramificaciones. El mundo apasionante de la seguridad e inteligencia exige develar su rol y naturaleza, hoy más que nunca, con los desafíos de una sociedad globalizada y líquida, en la cual las prácticas de la inteligencia (como modeladoras del imaginario de la seguridad y determinantes en las percepciones de amenazas, factores de riesgo y oportunidades de los diversos Estados y actores no estatales) inciden directamente en la toma de decisiones y, por ende, en los espectros de interacción y diseño de políticas exteriores y de defensa entre unos y otros.

Repensar y redimensionar la inteligencia (en amplitud y profundidad) exige un ejercicio inicial de abrir las cárceles conceptuales del positivismo, que ya han evidenciado limitaciones teórico-analíticas, y procurar recuperar al sujeto y su capacidad de emancipación, en medio de los nuevos órdenes internacionales que se irán modelando con la misma velocidad que imprime la revolución tecnológica. Todo esto va de la mano de un cuestionamiento profundo de las dinámicas del poder, asociadas a las prácticas de la inteligencia en la dimensión de la seguridad y a los dispositivos discursivos, que permiten la reproducción y legitimación de 'sentidos de mundo' y maniobra sobre las subjetividades. Es innegable que, a partir de esta dinámica, los actores (estatales, no estatales y otros) resemantizan permanentemente su mirada de 'estar en el mundo' y sus rituales de interacción con los 'otros' y 'lo otro' (como amenazantes o amigos), mediados por los niveles cronopolíticos y tecnoestratégicos, en función de los cuales se consolidan las nuevas fuerzas del orden internacional: simulación, velocidad y vigilancia.

Estas, necesariamente, exigen la construcción de nuevos paradigmas a fin de lidiar con la seguridad e inteligencia desde una óptica multidimensional y abarcadora que rebase la dicotomía westfaliana (liberal); en definitiva, es tarea obligada repensar las implicaciones profundas que acarrea lo tecnológico a la vida social y al futuro de la seguridad. Urge, entonces, tomar en cuenta, entre otros aspectos, las potenciales vulnerabilidades de las instituciones y los organismos de seguridad para enfrentar con eficiencia y eficacia nuevas amenazas y factores de riesgo; sobre todo, por su comportamiento interméstico y en flujos transnacionales y transfronterizos. Cabe señalar que esto no impide pensar estratégicamente las oportunidades para conducir los Estados de mejor manera y alcanzar el beneficio equitativo de sus poblaciones.

Así mismo, la conciencia de un mundo líquido implica la conciencia del cambio, la mutación y una dosis de valentía y sensibilidad cognitiva, con el propósito de proponer, creativamente, nuevos modelos que (insertos en parámetros éticos) permitan construir sistemas institucionales regionales-globales para que, de manera coordinada, encaminen sus esfuerzos al empoderamiento de nuevas herramientas teórico-conceptuales (que permitan gestionar la incertidumbre del mundo global) y al desarrollo de prácticas comprometidas políticamente en beneficio de comunidades de inteligencia y su profesionalización.

1 Artículo de reflexión ligado al proceso de investigación doctoral en la línea "Estudios estratégicos e inteligencia" de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Ecuador.

3 Se asume la propuesta de la académica argentina Mariela Cuadro (2013), en tanto "[...] el término post-estructuralismo emergió en el año 1966 para referirse al movimiento intelectual crítico del estructuralismo francés en boga en los años 60 del siglo pasado, que se evidenció en el 'Coloquio Internacional sobre Lenguajes Críticos y Ciencias del Hombre', realizado en la Universidad John Hopkins (Payne, 2002). Sus mayores exponentes son, entre otros, Jacques Derrida, Michel Foucault, Jacques Lacan, Roland Barthes, Edward Said".

4 Uno de estos críticos de la emancipación en los estudios críticos en seguridad es Mohammed Ayoob, quien califica la propuesta de Ken Booth con respecto de la emancipación de "malabarismo semántico" (Smith, 2005, p. 44).

5 Este discurso se asume en la metáfora de la desregulación y la liberalización de los mercados, lo cual trae cambios y mutaciones en todos los órdenes de la vida humana.

6 Se alude al compromiso teórico-conceptual de base y a su incidencia en sus procesos, productos e instituciones.

7 Es ilustrativo revisar el trabajo académico al respecto de Edgardo Castro, que (al analizar los conceptos de 'veridicción' y 'régimen de verdad' en Foucault) sitúa el cambio de las instancias de poder, como productoras de discursos de verdad, al análisis de la fuerza de la propia verdad, como límite del poder.

8 Der Derian insiste en la necesidad de considerar las variables de la simulación, velocidad y vigilancia como los nuevos condicionantes del mundo de la inteligencia.

9 La propuesta de la diferenciación de Mariela Cuadro (2013) es esclarecedora al respecto. Para el caso de esta ponencia, se aboga por una visión teórico-instrumental del posestructuralismo, a fin de abordar la discusión en el sentido propuesto por el profesor James Der Derian.

10 Der Derian hace alusión a las teorías de la alienación.

11 Las metanarrativas se asocian a los denominados metarrelatos, esbozados en los trabajos posestructuralistas de Jean- François Lyotard, como relatos totalizadores (relatos ideologizados) para explicar conocimientos, experiencias.

12 Es una forma de razonamiento fundamentado en la sospecha permanente, en la aceptación de la emergencia.

13 Esta reforma nace en Estados Unidos y se expande a los demás centros hegemónicos de producción de literatura.

14 Se alude al objeto de estudio de la inteligencia y sus prácticas.

15 Se hace referencia a la construcción del conocimiento de las diversas amenazas a la seguridad que se configuran en el espectro de identidades consideradas por actos de identificación cambiantes. Más detalle: Burcher y Jasper, 2016.

16 Alude a la función y naturaleza de la inteligencia en la construcción de la amenaza.

17 A partir de este rol, la inteligencia constituye sentidos de mundo y de sus actores. quiénes son amigos o enemigos, cuáles son los factores de riesgo y amenaza, cuáles son sus dinámicas de activación o debilitamiento, entre otros.

18 En un ejercicio de autorreflexión crítica.

19 Se hace referencia a no pensar la seguridad desde la identidad única del Estado, como objeto referente, sino como categoría derivativa de las nuevas concepciones.

20 Con esto, se legitiman las divisiones dicotómicas fundacionalistas: adentro-afuera, doméstico-internacional, amigos-enemigos, etc.

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