Editorial
Esudos en Seguridad y Defensa, 2016, 11(22):17-18

Editorial

Mayor General
Juan Carlos Salazar Salazar

 


Un nuevo número de la revista científica Estudios en Seguridad y Defensa circula con una marca clara de lo que significa la “contemporaneidad”. Este número se ocupa de problemas actuales y palpitantes del acontecer nacional y global. En el plano de la globalización, el terrorismo, el ciberespacio como escenario de confrontación, el debate sobre el futuro del Estado-nacional y sobre las tendencias del Sistema Internacional a un cuarto de siglo del fin del mundo bipolar. En el plano de lo nacional y regional, las relaciones civiles militares y los instrumentos convencionales desarrollados como marco de la seguridad en un área particularmente sensible para Colombia, como es la centroamericana.

En materia de relaciones civiles-militares, Colombia vive un momento de transición muy interesante que hace necesaria una reflexión profunda en la materia. Si el país logra la consolidación de la paz, el encuentro entre la sociedad y sus militares cambia cualitativamente. A lo largo del último medio siglo ese encuentro ha estado signado por el conflicto armado. Los conflictos internos causan divisiones y destruyen mucho la integración social. Esta situación condiciona la actuación de todas las fuerzas de seguridad y, simétricamente, la actuación de quienes subvierten el Estado.

Una fuerza militar que debe desarrollar operaciones dentro de su propia sociedad, por imposición de las circunstancias, se ve afectada por esas fracturas. Independientemente de visiones ideológicas y políticas, hay elementos objetivos que las condicionan y determinan la calidad de sus relaciones con las comunidades. Los militares inmersos en el conflicto tienen que distinguir todo el tiempo entre nichos sociales potencialmente peligrosos y nichos sociales que no lo son.

Dicho de otra manera, se preguntan de dónde puede venir el fuego contrario y de dónde no. A quiénes puede otorgar la confianza y a quienes no. Por más prevenciones que se pongan en práctica para no estigmatizar poblaciones, es inevitable que la confianza se vea afectada en el doble sentido de darla o negarla. En el juego va la vida. En la guerra clásica entre Estados, la designación del enemigo es clara. Los conflictos internos son, en cambio, dolorosos porque dividen a los propios, a los portadores de la misma identidad como Nación. Si Colombia logra la pacificación plena, el encuentro será fraternal: los militares serán de nuevo los protectores de todos, sin desencuentros negativos.

Trata la revista también un tema central en materia de amenazas a la seguridad. La ciencia y la tecnología han llevado la humanidad a la información masiva, a la comunicación instantánea y a las relaciones sociales planetarias en tiempo real. Y como siempre en lo tocante con la técnica, lo que es bueno en muchos sentidos, puede ser malo en otros. El terror se beneficia de los métodos y medios de comunicación para provocar miedos sociales y desintegrar solidaridades sociales y políticas. El campo de batalla se traslada al ciberespacio.

Llama la atención, en este punto, el concepto de “espacio-tiempo” de la globalización, definido como simultáneo, ubicuo, sistémico y productivo. En un pasado no muy lejano el problema estribaba en la consecución de información. Ahora, la información fluye en cantidades ingentes y una buena parte se puede tener en tiempo real. La transformación de las culturas es un hecho y en este sentido también, el mundo se “aplana”.

En el espacio/tiempo de la globalización, los riesgos y las amenazas se convierten en fenómenos ubicuos. Las amenazas actuales no necesitan fundamento nacional o regional para actuar. Su escenario es el mundo entero y sus contendores también están por todas partes. La identidad de los grupos que generan inseguridad es generalmente proveniente de ideologías, religiones, culturas y civilizaciones; sin respaldo estatal ni sentimiento nacional. La era de las guerras nacionales cede su lugar a una etapa en la que se mezclan la irregularidad, la acción armada sin reglas y la intención de vencer, se mezclan con los métodos extorsivos de hacer daño, vale decir, el reino del “todo vale”.

El punto anterior a otro tema tratado en la revista, el de la supervivencia del Estado-nación. Se habla mucho de una crisis del Estado que conocemos como forma de asociación política por excelencia. Pero al mismo tiempo, el Estado sigue siendo el marco regulatorio de la vida social más importante para todos los seres humanos. El Estado sigue vivo y las tareas de la defensa son su competencia. Sólo que ahora se impone la colaboración. El enemigo no tiene patria. Los Estados deben afrontarlo de consuno. Ahí está, en el campo de la seguridad, el imperativo de hoy.