Artículo

Estudios en Seguridad y Defensa, 16(32), 379-395.

https://doi.org/10.25062/1900-8325.316

China y globalización contemporánea: nuevo poder, nuevas relaciones1

China and Contemporary Globalization: New Power, New Relationships

China e globalização contemporânea: novo poder, novas relações

HENRY CANCELADO FRANCO2

Universidad de los Andes, Colombia.

DANIEL ALEJO ARISTIZÁBAL3

Universidad de los Andes, Colombia.

2 Investigador invitado en la Escuela Superior de Guerra “General Rafael Reyes Prieto” (ESDEG) para el Centro de Estudios Estratégicos sobre Seguridad y Defensa Nacional (CSEDN). Doctorando enCiencia Política de la Universidad de los Andes. Magister en Análisis de Problemas Contemporáneos de la Academia Diplomáticade San Carlos, Colombia. Politólogo de la Universidad Nacional deColombia sede Bogotá. Contacto: h.cancelado@uniandes.edu.co https://orcid.org/0000-0002-5756-0856

3 Historiador de la Pontificia Universidad Javeriana. Maestrante de la Universidad de los Andes en Estudios y Relaciones Internacionales. Contacto: d.alejoa@uniandes.edu.co https://orcid.org/0000-0003-4880-5281

Fecha de recepción: 19 de agosto de 2021

Fecha de aceptación: 10 de noviembre de 2021


Resumen

El actual auge de China se evidencia en todos los aspectos de la política internacional, lo cual permite pensar que es el renacer de una potencia quetuvo un momento de quiebre en su poder y su influencia globales; esto, debido al denominado siglo de la vergüenza, o siglo de la humillación. La influencia de China se recuperar a finales del siglo XX con un proceso de crecimiento de su influencia global en el mundo contemporáneo. Se puede analizar este regreso del liderazgo de China al tablero de poder en el sistema internacional a partir de la construcción de una estrategia fundamentada en el poder blando, o soft power, y los tableros de poder, que proponen referentes académicos como Joseph Nye.

Gracias a estas nuevas dinámicas de la influencia y de renovación de las relaciones internacionales, basadas en una estrategia económica y comercial, actualmente se puede analizar el avance chino con los países periféricos del resto del mundo. Su estrategia de poder blando también comprende generar acercamientos a potencias mundiales, con el objetivo de impulsar un nuevo auge, también llamado el resurgir de una antigua hegemonía cultural, tecnológica y militar, que tan solo un siglo atrás había perdido, pero que ahora se consolida como un líder en la geopolítica internacional.

El objetivo de este artículo consiste en reflexionar sobre el resurgir del dragón oriental, un análisis enfocado en comprender la estrategia nacional implementada después del denominado siglo de la humillación (1839-1949), y resaltando en esta la influencia narrativa para la construcción de un liderazgo político marcado porlas influencias de las reformas de Deng Xiaoping hasta el actual gobierno de XiJinping. Finalmente, se evidencia que la consolidación de China responde a una estrategia de poder que busca consolidar una nación hegemónica e influyente en el mercado global.

Palabras claves: Relaciones internacionales, Política exterior, Poder político, Estrategia.


Abstract

The current rise of China is evident in all aspects of international politics, which allows us to think that it is the rebirth of a power that had at a time of break in its power and global influence, this due to the so-called century of shame or centuryof humiliation. China's influence will recover at the end of the 20th century with the growing process of its global influence in the contemporary world. This return of China's leadership to the power board in the international system can be analyzed from the construction of a strategy based on soft power and the powerboards proposed by academic referents such as Joseph Nye.

It is thanks to these new dynamics of influence and renewal of international relations based on an economic and commercial strategy, that the Chinese progress with the peripheral countries of the rest of the world can currently be analyzed. Its soft power strategy also includes generating rapprochements with world powers in order to promote a new boom or, also called, a resurgence of an old cultural,technological and military hegemony that, only a century ago, it had lost, but now consolidates itself as a leader in international geopolitics.

The objective of this article is to reflect on the resurgence of the eastern dragon, an analysis focused on understanding the national strategy implemented after the so-called century of humiliation (1839-1949), highlighting in this the narrative influence for the construction of a political leadership marked by the influences of the reforms of Deng Xiaoping until the current government of Xi Jinping.Finally, it is evident that the consolidation of China responds to a power strategy that seeks to consolidate a hegemonic and influential nation in the global market.

Keywords: International Relations, Foreign Policy, Political Power, Strategy.


Resumo

A atual ascensão da China é evidente em todos os aspectos da política internacional, o que nos permite pensar que é o renascimento de uma potência que teve em um momento de quebra de seu poder e influência global, isso devido ao chamado século de vergonha ou século de humilhação. A influência da China se recuperaráno final do século 20 com o processo crescente de sua influência global no mundo contemporâneo. Esse retorno da liderança da China ao power board no sistema internacional pode ser analisado a partir da construção de uma estratégia baseada no soft power e nos power boards propostos por referentes acadêmicos como Joseph Nye.

É graças a essas novas dinâmicas de influência e renovação das relações internacionais baseadas em uma estratégia econômica e comercial que se pode analisar atualmente o progresso da China com os países periféricos do resto do mundo.Sua estratégia de soft power inclui também gerar reaproximações com potências mundiais com o objetivo de promover um novo boom ou, também chamado, o ressurgimento de uma antiga hegemonia cultural, tecnológica e militar que, há apenas um século, havia perdido, mas agora se consolida como líder em geopolítica internacional.

O objetivo deste artigo é refletir sobre o ressurgimento do dragão oriental, uma análise voltada para a compreensão da estratégia nacional implantada após o chamado século da humilhação (1839-1949), destacando neste a influência narrativa para a construção de uma liderança política marcada pelas influências das reformas de Deng Xiaoping até o atual governo de Xi Jinping. Por fim, fica evidente quea consolidação da China responde a uma estratégia de poder que busca consolidar uma nação hegemônica e influente no mercado global.

Palabras-chave: Relações internacionais, Política externa, Poder político, Estratégia.


Introducción

La forma como tradicionalmente se ha manejado el poder en el sistema internacional, con características militares y políticas, da paso a repensar las formas como se direcciona el poder desde las relaciones internacionales a partir del ascenso de los actores occidentales evidenciados en el siglo XIX. Con la consolidación del Imperio británico, la llegada de Estados Unidos (EE. UU.) a Japón y la transformación de este, de un país agrario a una potencia industrial, se evidencia un cambio en la influencia y el orden en el sistema internacional, marcado por la guerra y el fortalecimiento del poder militar como la base del manejo de las estrategias desde el nivel geopolítico, un proceso que transcurrió hasta finales de la Guerra Fría. De tal manera, se asumió en la historia reciente que la única forma deposicionarse en el mundo era a partir del poder duro, o hard power; sin embargo, con el ascenso de Deng Xiaoping, en 1978, como líder supremo de la República Popular de China, se retomó un camino abandonado hacía más de 200 años por parte del llamado Dragón Oriental; una estrategia que empezó a abrirse espacio entre las potencias (Mingfu, 2015).

En cuanto a la política exterior de China, la estrategia ha estado centrada, especialmente, en la construcción de un poder económico sobre el cual se garantizan alianzas e influencia. Este poder es característico de lo que Joseph Nye (2010) llama el tablero económico en el juego del poder global. Este tablero compele a los países a establecer un diálogo y a fortalecer su capacidad negociadora y de persuasión, lo que genera una sensación de que en el sistema se negocia entre actores que se consideran iguales o, al menos, que están a un mismo nivel y tienen una capacidad de intercambio, con bienes y productos que les interesan; en este caso,que le interesan a China.

Adicionalmente, este tablero difiere del tablero superior, marcado por la lucha unipolar del poder político y militar. Por ello, las potencias están siempre buscando crear el suficiente poder, con el fin de mantener el equilibrio necesario y la disuasión suficiente para proteger sus propios intereses. De tal manera, se puede pensar que el éxito chino hasta este punto obedece al cambio de libreto en el sistema internacional, al entendimiento y al manejo del poder blando.

Un rasgo clave de la nueva diplomacia pública ha sido el auge del término soft power, o poder blando. La ventaja del término poder blando es que ha desplazado el foco en torno a la diplomacia pública centrada en la seguridad nacional, y ha proporcionado un lenguaje para propugnar que se preste atención ala diplomacia pública centrada en la cultura. (Gómez, 2011., p. 3)

La distancia que ha tomado el país asiático de ese juego superior militar y político en el que estuvieron las potencias desde el siglo XIX, y que fue claro a lo largo de la Guerra Fría, en el enfrentamiento entre la Antigua Unión Soviética (URSS) y EE. UU., le ha dado la posibilidad de invertir y enfocarse en la construcción de un poder económico a partir de grandes empresas y nuevas alianzas y, sobre todo, para desarrollar una nueva estrategia desde la geoeconomía. Para Blackwill y Harris, la geoeconomía “es el uso de instrumentos económicos para promover y defender los intereses nacionales y para producir resultados geopolíticos benéficos; y los efectos de las acciones económicas en los objetivos geopolíticos de un país” (2016, p. 20).De tal manera, dicha estrategia basada en la geoeconomía, tomando los elementos económicos como eje central de la construcción de poder, hace que China redefina la forma de inserción en el sistema internacional, pero también, más importante, la manera de volverse una potencia con capacidad global.

Las aspiraciones de China: sobre sueños y humillaciones

El pasado nunca es inconexo respecto al presente o al futuro. Muchas personas consideran que lo sucedido tiempo atrás no son sino eventos que se contemplan ala distancia, que no afectan y, por ende, no son relevantes; sin embargo, el pasado tiene la fuerza y la capacidad para mostrar lo equivocada que es dicha afirmación. Las sociedades, y no solo las occidentales, sino las humanas, en su totalidad, tienen un hilo conector muy fuerte a su historia y a su pasado, y muchas veces es la misma historia el combustible para definir los eventos que se viven en el presente y la materia para definir las ideas del futuro.

De todas estas experiencias humanas civilizatorias, la experiencia de China resalta como una de las más llamativas. La experiencia humana en lo que se comprende como el territorio de la actual China es una que data de tiempos muy lejanos, que ha sido o más relevante como las propias experiencias occidentales (los griegos, los romanos o los egipcios) o, incluso, más relevante; sin embargo, es ensu pasado más reciente donde debemos centrar nuestra atención. Es aquí donde podremos entender como la nación del dragón se ha transformado hoy por hoy en la gran fuerza política y económica que es.

Quizás, el evento por antonomasia que ha definido la contemporaneidad china, desde su cultura y sus diálogos con el pasado hasta su política doméstica y extranjera, es el denominado siglo de la humillación. Pero, ¿qué se entiende por siglo de la humillación? Para ello hay que hacer un pequeño repaso en su historia.

La élite china y quienes han podido estudiar este periodo en concreto de la historia sitúan este periodo en 1839, con la primera guerra del Opio (1939-1942) y la pérdida del control estratégico del rio Yangtzé. Es solo hasta 1949, con el fin dela guerra civil china (1947-1949) y el ascenso del Partido Comunista Chino (CCP) (Kaufman, 2011), cuando este periodo culmina; no obstante, la importancia del siglo de la humillación no es una mera línea de tiempo que inicia con un conflicto internacional y culmina con un conflicto doméstico en el territorio chino. Estos 110 años, que también son conocidos como el siglo de la humillación, son cuandola nación y el pueblo chino se vieron ultrajados a través de una serie de eventos y procesos, categorizados primordialmente en la pérdida hegemónica en los territorios, pero también, en el declive del poder político y de posición en el esquema global (Kaufman, 2011).

A estas derrotas y estos agravios provocados por el mundo occidental debe sumarse una complicidad implícita por parte de la hegemonía gubernamental china. Previamente a los sucesos de la gran humillación, la hegemonía china gozaba de una visión petrificada, como consecuencia de la perpetuidad del Mandateof Heaven, o mandato divino, en nombre del cual los líderes políticos habían sobrestimado su propia posición en el tablero geopolítico y priorizado la sucesión dinástica tradicional como devenir político. Primaba la tradición por encima dela capacidad de adaptación y evolución tanto tecnológica como cultural. Las élites chinas se petrificaron en una visión geopolítica donde China poco o nada podía recibir del mundo exterior: ni de sus aliados periféricos ni de la influencia occidental (Metcalf, 2020).

De esta lección sobre el pasado quedan dos puntos fundamentales para entender el siglo de la humillación. El primero es la narrativa que este periodo en la historia sedimenta tanto cultural como políticamente en el pueblo chino, pues gran parte del propósito de mantener vivo ese periodo histórico en la narrativa contemporánea es por lo que dicha era consolida socialmente. Esto se ve en el siguiente argumento de Kaufman (2011):

Al día de hoy, esta narrativa se ha convertido en un legitimador clave para el reinado del CCP, porque el CCP es representado como el único partido político moderno chino que fue éxito en levantarse en contra de la agresión extranjera. En las palabras de un miembro actual del Politburó, “el establecimiento de la nueva China [China comunista]... puso fin a la situación en la que la vieja China fue dividida, la nación fue sujeto a la humillación, y su pueblo experimentó sufrimientos no narrados.” La habilidad del gobierno de MaoZedong de esgrimir efectivamente el poder diplomático, económico y militar son retratados en la literatura del CCP y el PLA al haber comenzado el camino actual de influencia global que China recorre en el presente. La propaganda China glorifica los logros del PLA y el ejército rojo derrotando a los posibles subyugadores de China, incluyendo a los japoneses, el ejército del KMT (KuoMing Thang) y a los Estados Unidos en Corea. Y el PLA le enseña a su persona que las fuerzas comunistas chinas nunca han perdido una guerra.4 (p. 3)

La constante presencia del siglo de la humillación en la narrativa política, cultural y diplomática en el territorio del dragón consolida la permanencia y la longevidad del propio partido comunista, el cual ha manejado al país desde 1947,con la victoria armada sobre los nacionalistas, 28 años después de su fundación,en 1921. Con esta narrativa viva y siendo un constante recordatorio heroico, el pueblo chino no cuestiona su lealtad hacia su partido y sus líderes; tampoco cuestionan la historia misma, una historia donde China fue rescatada de las llamadas garras de la deshonra: los intereses extranjeros y un lugar poco privilegiado en las dinámicas del poder global. Esta cuestión fue superada por la victoria sobre el Imperio japonés en la Segunda Guerra Mundial, y por el manejo represivo de la política y de la sociedad chinas durante la segunda mitad del siglo XX.

Cabe agregar que, si bien esta narrativa del siglo de la humillación se caracterizó (fundamentalmente, a lo largo de la dirigencia de Mao Zedong) por una narrativa de carácter victimista, donde China era presa de las circunstancias, la avaricia y el desfavorecimiento de los extranjeros en términos internacionales; el avance del resurgimiento se fue transformando en uno de carácter conquistador (Metcalf, 2020).

Esta narrativa de carácter conquistador, impulsado por el CCP, busca llevar a la nación china a restaurar la vieja gloria perdida, retomar su legítimo lugar en elmundo (como el centro, y no como la periferia) y revivir el pasado glorioso de los tiempos dinásticos antiguos (Metcalf, 2020).

Este argumento es impulsado no solo por una selectiva y construida doctrina educativa que parte desde los ejes más básicos de la educación básica china, sino también, por la difusión mediática que busca instaurar un fuerte patriotismo y una gran confianza en la nación y sus dirigentes (Metcalf, 2020, p. 46). A esta búsqueda del pasado antiguo, impulsada no solo desde el eje político, sino también desde el mediático y el educativo, se la denomina como el China Dream, o el sueño chino, concepto introducido por el propio Xi Jinping en 2013 (Metcalf, 2020), y lo cual no es sino la legitima búsqueda del pueblo chino de su legítimo lugar enel mundo y sus dinámicas globales, lugar que se encuentra en la cima del mundo contemporáneo globalizado.

No obstante lo anterior, este concepto no es una idea propia del actual dirigente de China: es un concepto reintroducido, pero que los líderes anteriores —y quizá, más relevantes— de la historia contemporánea china, como Sun Yat-Sen,Mao Zedong y Deng Xiaoping, habían buscado diversas estrategias determinadas por la las condiciones del contexto de la nación (Mingfu, 2015). Cada uno de estos jerarcas había buscado la manera de convertir a la nación en el centro del mundo a través de sedimentarla como la base y la líder de la economía global; especialmente, a partir del manejo del mercado de la plata y el comercio con el Imperio español, desde finales del siglo XVI.

Aunque cada ninguno de estos líderes logró el cometido señalado, sus acciones y sus momentos respectivos en la historia política de la nación del dragón, fueron clave y fundamentales para el actual auge y el casi logrado deseo de convertirse en los líderes del mundo globalizado, categoría en manos ahora del secretario general del partido, Xi Jinping, encargado de continuar con el legado reformista de Deng Xiaoping, y de proyectar a China como un nuevo centro depoder mundial, a partir de una política exterior expansionista y, a la vez, pragmática. Expansionista sobre sus límites inmediatos, como Taiwán o el mar del Sur de China; pragmática, frente a zonas más alejadas, como áfrica, Asia central o América Latina, por medio de inversiones y comercio. A su vez, las visiones, las mentalidades y los impulsos que cada uno de estos líderes, predecesores del actual regente del partido, fueron decisivos para la consolidación del sueño chino.

En el caso de Sun Yat-Sen, su visión giraba en torno a tomar el caso estadounidense como digno de estudio e inspiración, no solo desde lo económico y tecnológico, sino desde lo histórico. Para Sun Yat-Sen, aprender de los norteamericanos significaba tomar su espíritu fundador y replicarlo tanto en el territorio chino como en su pueblo (Mingfu, 2015), pero con las características propias de la cultura china: un legado de 5000 mil años de historia y de una cultura vasta y longeva eran elementos clave, a sus ojos, para el triunfo de su nación. Aun así,estudiar y observar no significaba transformarse en una copia de la misma experiencia. Para Sun Yat-Sen, entender el proceso histórico de EE. UU. también significaba sobrepasarlo en la propia experiencia.

El antiguo gobernador conocía de buena fuente que la experiencia china tenía una total ventaja, comparada con el caso norteamericano, por gozar no solo de un mayor índice poblacional, sino de una mayor cantidad de recursos naturales,tanto por cantidad como por variedad y, a su vez, en un extenso territorio a las puertas de explotación y establecimiento beneficiosos para su pueblo (Mingfu,2015).

En el caso de Mao Zedong, la búsqueda de sobrepasar no era un deseo: era una obligación imperativa. únicamente convirtiéndose en el líder del mundo globalizado, China no solo recuperaría el honor perdido, sino que su pueblo, de sobra más amplio que el estadounidense, podría verdaderamente descansar y prosperar (Mingfu, 2015).

Para cumplir esa obligación, Mao Zedong, a través no solo de los medios y de su capacidad discursiva frente al público, buscó generar una fuerte presión temporal, tanto en su partido como en su pueblo. Era fundamentalmente necesario alcanzar y sobrepasar tanto al Reino Unido como a EE. UU. en la menor cantidad de tiempo posible (algo que constantemente iba reivindicando con el paso de sus discursos) (Mingfu, 2015, pp. 15-20).

A su vez, la clave de este salto hacia delante que buscaba Mao Zedong en su pueblo fue gracias a la implementación de fuertes políticas en pro del desarrollo industrial y comercial, tanto dentro como fuera del territorio, para transformara China en una nación industrial que pudiera suplir no solo su propio mercado, sino el mercado global (Mingfu, 2015).

Finalmente, las denominadas reformas y el periodo de Deng Xiaoping son la última pieza en este gran plan del sueño chino. En el capítulo siguiente observaremos cómo dichas reformas fueron la clave para alcanzar el tan ansiado deseo de sobrepasar a los estadounidenses en los tiempos actuales.

Surgimiento del poder chino: el regreso del dragón

Dado que China era un país que venía de una sucesión de guerras desde 1840 y de la pauperización producto de estas, como todo el sistema internacional luego de la Segunda Guerra Mundial, excepto por Estados Unidos, el enfoque de la transición económica adoptado por los responsables de la formulación de políticas fue diferente del de la mayoría de los demás países socialistas. La transformación del sistema político no puede separarse del desarrollo económico. Los resultados de las reformas que se inician con el ascenso de Deng Xiaoping, en 1978, muestran que China no siguió al pie de la letra ningún modelo existente, sino que actuó de forma paulatina y mantuvo los principios socialistas, no obstante seguir el camino de un mercado abierto (Sornoza et al., 2018).

Para poder hablar de un regreso de China a la escena internacional, hay que retornar al momento en que los dirigentes chinos cambiaron el modelo que se había adelantado desde la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): el modelo maoísta. Bajo la idea de un socialismo con características chinas, Deng Xiaoping rompió con lo establecido e impulsó una serie de reformas económicas, centradas en la agricultura, la liberalización del sector privado, la modernización de la industria y la apertura de China al comercio exterior (BBC News Mundo, 2018).

El nuevo camino que planteó Deng Xiaoping alejó al país del comunismo de Mao Zedong y supuso una ruptura de las cadenas del pasado, en palabras delpropio presidente chino, Xi Jinping. En su momento, en 1978, Deng Xiaoping señalaba que era necesario “emancipar la mente, buscar la verdad en los hechos y unirse en la búsqueda del futuro” (Esteso, 2019, p. 23) Adicionalmente, se firmó “[...] la necesidad que el pequeño timonel veía en la emancipación de los errores y horrores de la ideología comunista fanática del último periodo de Mao, que llevó a los diez años de revolución cultural” (Staiano, s.f., p. 1).

China responde actualmente a una gran estrategia, pues el mundo y los países han cambiado a lo largo de los últimos 70 años, lo que ocasiona una redefinición y un cambio de la estrategia en la creación de influencia. Sobre esa gran estrategia explican Russell y Tokatlián (2013), citando a Liddell Hart:

[...] el papel de la gran estrategia —estrategia superior— es el de coordinar y dirigir todos los recursos de una nación, o de un grupo de naciones, hacia la consecución del objeto político de la guerra, objetivo definido por la política fundamental. La gran estrategia debería tanto calcular como desarrollar los recursos económicos y humanos de las naciones para mantener los servicios de combate; como también los recursos morales, dado que mantener el ánimo y la voluntad de las personas es a menudo tan importante como poseer formas concretas de poder. La gran estrategia debería, además, regular la distribución de poder entre diferentes servicios, y entre los servicios y la industria. Es más, el poder militar no es más que uno de los instrumentos de la gran estrategia,que debería tener en cuenta y aplicar el poder de la presión financiera e incluso la presión ética, para minar la voluntad del adversario. (p. 158)

Así pues, la gran estrategia le permite al país asiático desplegarse por todo el tablero, ubicar sus recursos y crear influencia, a la vez que redefine su agenda de seguridad nacional a partir del proceso de inserción internacional y la proyecta como una gran potencia, capaz de influir en diferentes cuadrantes del tablero manejando su economía y otras capacidades geopolíticas como la demografía, la diplomacia y la fuerza, para lograr su objetivo.

Tradicionalmente la seguridad internacional se piensa desde la lógica de los Estados y la posibilidad de conflicto que ellos puedan generar. Los Estados, como organizaciones políticas, son la clave primordial para entender los problemas que atañen a la guerra y la paz (Waltz, 2007). En el sistema internacional contemporáneo, se debe seguir entendiendo que el Estado es una unidad fundamental para la seguridad, pero tiene, además, múltiples dimensiones que permiten entender los procesos de seguridad internacional de la actualidad. Por tal razón, hay que incluir las variables económica, cultural y social, y superar eso de la variable política como unidad de análisis exclusiva del poder de una potencia en el ámbito internacional, y como proceso único y excluyente dentro del Estado. Para entender a un actor como China, hay que entender su proceso a partir de esas variables, lo que permite entender su manera particular de ver su papel en el sistema internacional.

El poder político

Si bien Deng Xiaoping continuó la forma personalista a la que estaban acostumbrados los chinos en cualquiera de sus momentos históricos (imperial, nacionalista, comunista), era proclive a consultar a otros dirigentes del partido para sacar adelante sus reformas; sin embargo, el esquema centralizado de poder se sigue manteniendo, aun cuando mantiene un esquema de provincias autónomas. Al respecto se afirma:

El mecanismo básico de control central en la China contemporánea es el ejercicio del poder a través de los fragmentos de un sistema autoritario regido por actores que se imponen en contiendas intrapartidistas y burocráticas libradas básicamente a puertas cerradas en Beijing. (Wilhelmy, 2000, p. 246)

Además, se mantiene el rígido sistema de gobierno de un solo partido en el país. Los críticos denuncian que la represión de los Derechos Humanos (DD. HH.)va en aumento, y que el actual presidente, Xi Jinping, está coartando cada vez más libertades de la población, mientras acumula más poder; además, las últimas décadas no han traído ningún cambio al rígido sistema de gobierno de un solo partido en el país.

Las críticas a la represión de DD. HH., la persecución a la minoría uigur, el affaire Hong-Kong, y la creciente presión sobre Taiwán y el archipiélago de las islas Spratly hacen que la política del país, tanto interna como internacional, se vea como un proceso en el cual el partido comunista sigue manteniendo con fuerza su liderazgo desde una lógica que contempla la perspectiva occidental del derecho y, también, de la manera que proyectan la actual política internacional.. En el aniversario número 40 de la Reforma y Apertura, Xi Jinping enfatizó la importancia del liderazgo del Partido Comunista Chino en el manejo de la política del país (BBC News Mundo, 2018). Al mismo tiempo que el partido comunista se consolida en el liderazgo de la política china, la política exterior del país se hace más activa y abierta, especialmente marcada con un enfoque comercial y económico, y generando una fuerte tensión entre los asiáticos y la potencia norteamericana. “La relación entre Estados Unidos y China es una ‘rivalidad cooperativa', en la que los términos de la competencia requerirán la misma atención a ambos lados del oxímoron” (Nye, 2021, párrafo 7).

El cambio en la política exterior del país se caracteriza, primero, por una actitud expansionista que presiona inmediatamente a sus fronteras; también, por un acercamiento a periferias que le interesan, como áfrica y América Latina, y finalmente, por un enfrentamiento a las grandes potencias occidentales. El objetivo es aumentar la influencia de China en el mundo. La amplia mutación interna de China se plasma en un impacto ascendente dentro de la comunidad internacional, que, además, se ve favorecido por un declive relativo de las potencias tradicionales. Estas transformaciones han dejado obsoleta la política exterior de bajo perfil, ideada por Deng Xiaoping hace más de un cuarto de siglo, y que ha sido la estrategia de política exterior más longeva de la historia de la República Popular China (RPC) (Esteban, 2017).

El cambio económico

Entre los grandes proyectos que intentó Mao Zedong se encuentran el Gran Salto Adelante (1958-1962), que buscaba transformar la economía agraria del país, y que provocó una hambruna a raíz de la que murieron entre 10 y 45 millones de personas; y la Revolución Cultural (1966-1976), la campaña de Mao contra los partidarios del capitalismo, y que dejó entre centenares de miles y varios millones de fallecidos y paralizó la economía (BBC News Mundo, 2018).

El éxito económico ha situado a China como la segunda potencia económica del mundo, “que ha desarrollado una tasa media anual de crecimiento de entre el9 y el 10 % desde el inicio de la década de los años ochenta” (Yueh, 2014, citado en Trujillo, 2014, p. 77). Durante ese mismo periodo, “el resto del mundo ha logrado una tasa del 3 %” (Bustelo, 2009, citado en Trujillo, 2014, p. 77). Así mismo, “desde octubre del 2014 es considerada la mayor economía, con el 16,4 % del PIB mundial en paridad de poder adquisitivo, superando a EE.UU. que representa el 16,2 %”(FMI, 2014, citado en Trujillo, 2014, p. 77); sin embargo, las reformas también trajeron consecuencias negativas para el país, como la grave contaminación del aire que sufre la mayoría de sus ciudades, y una gran desigualdad.

Deng Xiaoping apostó por las llamadas cuatro modernizaciones y por evolucionar hacia una economía en la que el mercado tuviera un protagonismo creciente. Su programa fue ratificado el 18 de diciembre de 1978 por parte del Comité Central del PCC, y en él se situó la modernización económica como principal prioridad. Estos cuatro cambios que llevan a la modernización señalada han sido: 1) reforma agrícola y tenencia de la tierra, entre 1979 y 1992; 2) cambio en el enfoque regulatorio de la competencia y reestructuración administrativa, entre 1993 y 2005; 3) transformación de la propiedad de terrenos y bienes inmuebles, entre 2005 y 2012, y 4) unión a la canasta de divisas de reservas del Fondo Monetario Internacional (FMI), desde 2012 (Sornoza, et al., 2018).

Estas reformas implicaban el abandono progresivo del sistema maoísta de economía rural planificada, lo que permitió incrementar la productividad y sacara zonas del país de la pobreza fomentando la migración de mano de obra hacia las ciudades. Así mismo, se aflojaron “las cadenas” del sector privado y se abrió a la inversión extranjera. Se crearon zonas económicas especiales, como la de la ciudad de Shenzhen, que sufrió una increíble transformación y hoy en día suele describirse como el Silicon Valley chino (BBC News Mundo, 2018).

Esa estrategia económica y comercial se materializa en megaproyectos de inversión como la Nueva Ruta de la Seda, la cual es una ambiciosa red china de infraestructuras repartida por los cinco continentes, y que puede costar hasta un billón de dólares. Un plan estratégico de ramificaciones geopolíticas y económicas, criticado por algunos como un instrumento para dominar el mundo, y alabado por otros como un Plan Marshall del siglo XXI, que ayudará a desarrollar regiones olvidadas (Vidal, 2018).

Potencia con proyección global: la estrategia de China

Estas cuatro modernizaciones se articulan con una actuación abierta en la política internacional, una diplomacia ambiciosa que pretende crear bloques separados y alternativos al del poder estadounidense, a la vez que logra acercarse al país norteamericano, bajo principios de realpolitik y, sobre todo, de poder comercial y cultural. Para Kissinger, “los chinos han sido siempre hábiles practicantes de la realpolitik y estudiosos de una doctrina estratégica claramente distinta de la estrategia y la diplomacia predominante en Occidente” (Kissinger, 2012, p. 42). Pero, ¿en qué consiste dicha estrategia que señala Kissinger? El diplomático estadounidense ahonda en el estudio de los principios que señala Sun Tzu en El arte de la guerra, a la vez que señala cómo la estrategia china se basa en el estudio y juegodel go, o wei qi, juego de mesa en el que el jugador “no solo tiene que calcularlas piezas de la cuadrícula, sino los esfuerzos que puede desplegar el adversario” (Kissinger, 2012, p. 44). Es un juego que enseña el arte del rodeo estratégico.

Si estos principios estratégicos se superponen sobre los tableros estratégicos de Nye (2010, p. 130), el tablero político-militar, el tablero económico y, finalmente, el tablero inferior, que es el tablero de las relaciones transnacionales, se descubre que el éxito del país asiático radica en que, como las grandes potencias de la historia, se mueve entre los tres tableros, pero se centra especialmente en crear un centro de gravedad entre el segundo y el tercer tableros, y deja el primer tablero, el político-militar, inicialmente limitado a una diplomacia pública que abre las puertas a la economía y al comercio. De esa manera, las relaciones transnacionales con actores corporativos y las relaciones económicas se han convertido en el centro de gravedad y, a la vez, se convierte en la punta de lanza para lograr la construcción de las alianzas necesarias para ganar poder global; todo, desde un eje diferente del de la visión político-militar, que tomó tanta fuerza en el siglo XIX, y más concretamente, en el siglo XX.

Ejemplo de este movimiento del eje mundial hacia Oriente es la reunión de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS), creada en 2001, y la cual llevó acabo su 18a cumbre en “la que los presidentes de China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán,Tajikistán y Uzbekistán junto a India y Pakistán se reunieron, además de contar con países observadores y socios de dialogo como Irán, Turquía y Afganistán” (Gómez, 2018, párr. 3). Esta reunión representa al 49 % de la población mundial, y comenzó como un pequeño grupo llamado, los 5 de Shanghai, dentro del cual China fue expandiendo su influencia; especialmente, sobre Eurasia, el cual es un eje geopolítico fundamental en el sistema internacional, y el cual, a la vez, es receptor del proyecto One Belt, One Road. Si bien las membrecías de Rusia, China e India crean tensiones por los intereses económicos, políticos y estratégicos de cada país, los une la necesidad de crear polos diferentes del occidental, encabezado por los Estados Unidos. Esa comprensión de la fortaleza de lo multilateral es lo que mantiene acuerdos de ese tipo unidos, bajo conceptos de cooperación y seguridad;

[...] la creciente interdependencia económica que se afianzaba entre las distintas economías asiáticas, creaba las condiciones para formular un nuevo patrón en las relaciones de seguridad regionales, superando la mentalidad de la Guerra Fría, y dando lugar a negociaciones bilaterales con resultados exitosos en el ámbito multilateral. (Gómez, 2018).

La capacidad de China para entender esta necesidad, patente desde la misma Guerra Fría, hace que este país encabece una agenda internacional, desde puntos nodales distintos de los que ha manejado el mundo en los últimos 76 años. El enfoque geopolítico basado en lo político-militar ha dominado, pero actualmente le cede el paso a un enfoque geoeconómico, basado en lo económico-comercial. Este espacio que cede no significa, de todas formas, que se eliminen dichas estrategias de proyección y poder, sino que comparten escenario; por eso, algunos hablan de una nueva Guerra Fría, pero esta vez, en la forma de un enfrentamiento desde diferentes nodos: ya no desde lo ideológico, que es lo que señala Gómez (2018), y que se supera, sino un enfrentamiento claro de superioridad y deseo del poder global. Esta nueva confrontación bipolar, tal y como se concibe, parece comenzar entre 2016 y 2018, bajo la administración Trump y su enfrentamiento con China, el cual tuvo como centro de gravedad el enfrentamiento comercial (Ferguson, 2020).

Este concepto de una nueva o una segunda Guerra Fría parece limitarse a un enfrentamiento económico, tecnológico y comercial, y sobre dichos supuestos se establece el sistema de alianzas propio de los enfrentamientos bipolares. En tal sentido, los beneficios de la confrontación podrían superar los costos: “Después de todo, las consecuencias económicas indirectas de las actividades de investigación y desarrollo asociadas con la Guerra Fría original fueron parte de la razón por la cual el crecimiento estadounidense fue tan sólido en los años cincuenta y sesenta” (Ferguson, 2020).

Antes el crecimiento se hacía en contraposición de muchos otros países que se concebían como cuadrantes de un gran ajedrez global, y se convertíanen satélites subsidiarios del poder central; actualmente, el crecimiento se piensa como resultado de una cooperación horizontal de los bloques de poder. Esa es parte central de la estrategia china: fortalecer todos los puntos del tablero es la táctica central del rodeo estratégico, es el foco de la estrategia de cooperación, que, a su vez, se convierte en la base del poder de China, son las alas del dragón que regresa.

Para Zbiginiev Brzezinski, el mundo del siglo XX, marcado por el rápido ascenso de la hegemonía estadounidense, marcó un cambio en los asuntos internacionales, “un desplazamiento tectónico en los asuntos mundiales” (Brzezinski, 1998, p. 11), los cuales abandonaron el eje euroasiático y empezaron a ser manejados desde el norte de América; sin embargo, para el mismo autor, “Eurasia es, pues, el tablero en el que la lucha por la primacía global sigue jugándose, y esa lucha involucra a la geoestrategia” (Brzezinski, 1998, p. 11). Si bien tal concepción no era una concepción estática del mundo, ni errada sobre los movimientos que se daban a su interior, ciertamente era una visión desde arriba, en la cual todos los asuntos mundiales estaban marcados por elmovimiento de un jugador en un tablero de juego, y el cual era el mismo que tradicionalmente se ha pensado desde la geopolítica con Mackinder, cuando en su conferencia de 1904 se preguntaba:

¿No es la región pivote de la política mundial esa extensa zona de Eurasia que es inaccesible a los buques, pero que antiguamente estaba abierta a los jinetes nómadas, y está hoy a punto de ser cubierta por una red de ferrocarriles? (Mackinder, 2010, p. 316)

Esta visión clásica de la forma de entender el movimiento de los actores y sus interacciones se basa en la idea del mundo como un tablero bidimensional de enfrentamiento, donde están presentes las piezas del juego desde el comienzo y se prioriza la estrategia; es decir, un juego de ajedrez.

Conclusiones

Es necesario pensar que si bien el mundo sigue pensándose como un tablero en el cual se mueven los actores internacionales, también es cierto que no todas las piezas entran al tiempo: van entrando paulatinamente; es decir, es más un juego de go, en el cual hay que controlar la mayor porción del tablero e ir ganando posiciones con nuevas piezas que ingresan. Este símil permite explicar cómo, aunque hay jugadores globales que buscan controlar el sistema internacional, es claro que existen movidas y nuevos actores que entran en ese juego. Dichos actores tienen sus propias dinámicas y su propia agenda, y delinean sus amenazas y sus riesgos a partir de sus propios intereses. Con base en sus posiciones, se mueven en escenarios diferentes, lo que les permite ir ganando poder en el sistema; se cruzan, se mezclan, se yuxtaponen y se superponen dentro de todo el tablero. Estos escenarios más específicos dentro del gran tablero aportan a una estrategia general, a que se gane o se pierda el juego, son subsidiarios y se entienden como igual de importantes. De tal manera, en esos cuadrantes menores se determina el futuro de toda la partida, si se coopera, y si se entiende el tablero como un todo, se logran mayor influencia y mayor poder.

Los cambios que ha tenido China le han permitido proyectarse como una gran potencia con deseo de tener cada vez más influencia en la escena internacional. Ese camino está marcado por una fractura en su historia, a lo largo de lapsosmuy marcados y diferenciados. Desde la caída como gran poder económico en el siglo XIX, hacia el siglo de la humillación, posteriormente, con el ascenso del proyecto comunista de Mao Zedong, y finalmente, con el momento de las grandes reformas, con Deng Xiao Ping a la cabeza, y quien se lanzó a diseñar un país radicalmente diferente del país del modelo comunista de expropiación y concentración de los medios de producción.

De tal manera, se puede afirmar que la transformación de China no se basa inicialmente en un crecimiento del poder militar ni en una política expansionista en términos geopolíticos; por el contrario, es un proyecto basado en un poder blando, en un tablero en el que es más plausible presentarse como una potencia con capacidad económica y con deseos de cooperación y desarrollo, y así mismo,dando a conocer su riqueza cultural, variables fundamentales sobre las que ha construido su influencia contemporánea.

1Artículo de reflexión resultado de investigación para el Doctorado en Ciencia Política y de la Maestría en Estudios Internacionales dela Universidad de los Andes.

4 Traducción propia.

Referencias

BBC News Mundo. (2018, 18 diciembre). 70 años del triunfo del comunismo: cómo China pasó de ser un país pobre y rural a una superpotencia mundial. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-46611462

Blackwill, R., & Harris, J. (2016). War by other means: geoeconomics and statecraft. The Belknap Press of Harvard University Press.

Brzezinski, Z. (1998). El gran tablero mundial. Paidós.

Esteban, M. (2017). La política exterior de Xi Jinping tras el 19° Congreso: China quiere un papel central en la escena global. Real Instituto Elcano. https://bit.ly/3wqOiSG

Esteso, D. (2019). Entre el legado de Deng y la herencia de Mao, Xi Xinping ante los 40 años de la apertura china. Revista Nueva Sociedad. https://nuso.org/articulo/xi-deng-mao-china-comunismo-apertura-economia/

Ferguson, N. (2020, 7 de enero). Estamos viviendo una nueva Guerra Fría. The New York Times. https://nyti.ms/3wXC3gD

Gómez, D. (2018, 16 de junio). El mundo no es sólo occidente... En China se reunieron los más poderosos de Euroasia. El Espectador. https://bit.ly/3imF1Hs

Gómez, D. (2011). El Soft Power “con características chinas”. Centro de Estudios de China. http://www.centrochina.org/elsoftpower.html

Kaufman, A. (2011, 10 de marzo). The “Century of Humiliation” and China's National Narratives. Testimony before the U.S.-China Economic and Security ReviewCommission Hearing on “China“s Narratives Regarding National Security Policy. "http://www.uscc.gov/sites/default/files/3.10.11Kaufman.pdf

Kissinger, H. (2012). China. Debate.

Mackinder, H. (2010). El pivote geográfico de la historia. Geopolítica(s), 1(2), 301-319.

Metcalf, M. (2020). The National Humiliation Narrative Dealing with the Present by Fixating on the Past. Education About ASIA 25(2). https://www.asianstudies.org/wp-content/uploads/the-national-humiliation-narrative-dealing-with-the-present-by-fixating-on-the-past.pdf

Mingfu, L. (2015). The China dream. Beijing Mediate Books CO.

Nye, J. (2021, 6 de mayo). The Logic of US-China Competition. Project Syndicate. https://bit.ly/3yC4xym

Nye, J. (2010). Prefacio y Capítulo 5 “El poder blando y la política exterior americana”. Relaciones Internacionales, (14), 117-140.

Russell, R., & Tokatlián, J. G. (2013). América Latina y su gran estrategia: entre la aquiescencia y la autonomía. Revista CIDOB d'Afers Internacionals, (104), 157-180.

Sornoza, G., Parrales, M., Sornoza, D., & Guaranda, V. (2018). Reforma económica China: de economía planificada a economía de mercado. Revista Venezolana de Gerencia,23(83), 521-529. https://www.redalyc.org/jatsRepo/290/29058775001/html/index.html

Staiano, M. (s.f.). Los 40 años de reforma y apertura de Deng Xiaoping. Instituto de Relaciones Internacionales. https://bit.ly/3faXbKn

Trujillo, C. (2014) ¿A qué se debe el éxito de la economía china? Revista Estudiantes de Ciencia Política, (4), 75-87.

Vidal, M. (2018, 3 de diciembre). La Nueva Ruta de la Seda, el gran plan estratégico de China. El País. https://bit.ly/2RFbAWc

Waltz, K. (2007). El hombre, el Estado y la guerra. CIDE.

Wilhelmy, M. (2000). El proceso de reformas en China y su política exterior. Estudios Públicos, (78), 243-274.