Estudios en Seguridad y Defensa, 18(36), 181-196

https://doi.org/10.25062/1900-8325.357

Papel del cambio climático en la predicción del futuro en un entorno operativo. El caso de la región del Sahel

Role of climate change in predicting the future in an operational environment. The case of the Sahel region

Francisco Javier García RodríguezORCID logo

Universidad Pegaso Internacional

CITACIÓN APA:

García Rodríguez, F. J. (2023). Papel del cambio climático en la predicción del futuro en un entorno operativo, Sahel. Estudios en Seguridad y Defensa, 18(36), 181-196. https://doi.org/10.25062/1900-8325.357

Artículo de investigación

Recibido: 16 de septiembre de 2022 • Aceptado: 28 de noviembre de 2023

Contacto: Francisco Javier García Rodríguez francisco.garcia@unipegaso.com


Resumen

La predicción del futuro y el papel de las Fuerzas Armadas (FF. AA.) en las medidas por tomar para hacer frente a las posibles amenazas para garantizar la seguridad ciudadana se han convertido en tareas complicadas. El carácter multidisciplinar y asimétrico tanto en los conflictos abiertos como los representados por los atentados terroristas, o las amenazas en los ámbitos político, económico y social evocan catástrofes o calamidades con un gran impacto en la sociedad a nivel mundial. La inclusión del cambio climático como amenaza en la doctrina de seguridad es una de las novedades incipientes, y provoca un aumento de los requerimientos operativos, ya que genera falta de recursos y escasez de alimentos que, si no son manejadas adecuadamente por gobiernos débiles, podrían provocar un aumento en el número de refugiados.

Palabras Clave: amenazas; cambio climático; seguridad; Fuerzas Armadas; refugiado; Sahel.


Abstract

Predicting the Future and Role of the Armed Forces in the measures to be taken to address potential threats to ensure citizen security have become complicated tasks. The multidisciplinary and asymmetrical nature of both open conflicts and those represented by terrorist attacks, or threats in the political, economic, and social spheres, evoke catastrophes or calamities with a major impact on society globally. The inclusion of climate change as a threat in the security doctrine is one of the emerging developments, leading to an increase in operational requirements, as it generates lack of resources and food shortages that, if not properly managed by weak governments, could lead to an increase in the number of refugees.

Key words: threats; climate change; security; Armed Forces; refugee; Sahel.


Introducción

La labor de un analista de inteligencia en el ámbito militar, sobre la previsión de cuanto puede acontecer en un entorno operativo, se ha convertido en una tarea compleja. Esta materia implica estar al corriente de cuanto acontece, a nivel mundial y en un escenario en particular, sobre cuestiones de diversa índole, y poder asesorar sobre las medidas por tomar para hacer frente a las posibles amenazas, en aras de garantizar la seguridad ciudadana. El carácter multidisciplinar de estas amenazas, así como la posible acción en conjunto entre ellas, multiplica exponencialmente sus efectos, lo cual demanda soluciones muy efectivas en tiempo y forma (Payá & Delgado, 2017a).

La inclusión del cambio climático como amenaza en la doctrina de seguridad es una de las novedades incipientes, que de no estar incluida como posible amenaza ha cobrado relevancia en estos últimos tiempos y ha pasado a ser una de la mayor consideración, e incluso, una amenaza que puede condicionar al resto (Mazurier et al., 2020). De ahí que el cambio climático produzca un aumento de los requerimientos operativos, ya que genera falta de recursos y escasez de alimentos que, si no son manejadas adecuadamente por gobiernos débiles, podrían provocar un aumento en el número de refugiados, que en zonas como el Sahel, en áfrica —donde la previsión de crecimiento demográfico en los próximos veinte años es del doble de la población actual—, tendría un efecto devastador.

Otro factor que provoca el cambio climático es el incremento de la vulnerabilidad de las instalaciones, al provocar un aumento en la intensidad de las inundaciones, la virulencia de los fuegos o el incremento del nivel del mar. Como corolario de ello, bajo temperaturas extremas de frío o calor se degradará la ejecución del personal y la de los sistemas de armas o equipos.

Por todo ello, las FF. AA. de cada país tendrán que establecer estrategias de adaptación y mitigación, en un proceso de modernización dirigido a gestionar los aspectos inevitables del cambio climático incrementando los requerimientos operativos, protegiendo las instalaciones con medidas tales como construir muros de contención del mar, instalar cableado eléctrico soterrado y aumentar la capacidad de ejecución de su personal y medios. Por tal motivo, el analista de inteligencia, en medio de su labor de asesoramiento, deberá hacer uso de su formación y experiencia para recopilar información de todo tipo, a través de los distintos medios a su alcance, examinará dicha información y la contrastará para confeccionar un informe útil, en tiempo y forma, para la autoridad competente, de modo que facilite su labor en la toma de decisiones (Payá et al., 2015).

Al unísono con el contexto descrito, la tensión internacional aumenta, y existen zonas como el Sahel, en áfrica, y sobre todo, en el Sahel Central —más concretamente, en Burkina Faso, Malí y Níger— donde los posibles efectos del cambio climático en el desarrollo y la seguridad son incuestionables. Las tensiones climáticas, la seguridad alimentaria y el riesgo de conflicto interactúan y dejan al descubierto las precarias condiciones socioeconómicas y políticas clave de la región, y cómo estas podrían configurar la futura vulnerabilidad a los efectos del calentamiento global. Es un escenario emergente donde se ponen a prueba las medidas y políticas eficaces para aumentar la resistencia de la región a los desafíos relacionados con el clima. La variabilidad climática, según Herráez (2020), es un problema clave en el Sahel Central, debido a la gran dependencia de la agricultura de secano, el pastoreo y otros medios de vida sensibles al clima. Sin embargo, sus efectos deben entenderse en un contexto social y político más amplio. El cambio climático es y será un factor importante para el futuro del Sahel Central. No obstante, tanto su impacto actual como el futuro están intrínsecamente ligados a factores sociales y políticos en los que cabe hacer hincapié a la hora de abordar los retos relacionados con el clima en la región. Es probable que el cambio climático tenga importantes repercusiones en la región, como una mayor variabilidad de las precipitaciones, más fenómenos extremos como sequías e inundaciones, y un aumento de las temperaturas que, con el tiempo, se incrementarán más rápidamente que la media mundial. Algunas partes del Sahel Central experimentarán más precipitaciones, mientras que otras partes recibirán menos.

Según el académico Suvire Pérez (2021), estos efectos del cambio climático pueden desencadenar riesgos en cascada para los medios de vida locales; esencialmente, en la agricultura y el pastoreo, la seguridad alimentaria, en las relaciones comunales y entre el Estado y los ciudadanos, y podrían provocar más desplazamientos. En otras palabras, el cambio climático podría agravar los problemas existentes en la región. Los fenómenos meteorológicos extremos podrían perturbar la producción agrícola y pastoral, y perjudicar a las comunidades rurales vulnerables; en particular, a las mujeres y a los grupos marginados, que suelen tener mayores dificultades para afrontarlos (Fernández & Delgado, 2016). La inseguridad alimentaria podría aumentar como consecuencia de eso, y millones de personas del Sahel Central necesitan que se tomen las medidas adecuadas de manera urgente.

La movilidad es una importante estrategia de diversificación económica y de supervivencia en la región (Liz & Delgado, 2019). Los cambios climáticos adversos y sus impactos en las comunidades locales podrían provocar nuevos desplazamientos, la migración del campo a la ciudad, y hasta intensificar la migración regional y el desplazamiento a través de las fronteras. Sin embargo, incluso a raíz del cambio climático, es probable que la migración a otros países africanos supere con creces la migración a Europa. Además, algunas poblaciones quedarán atrapadas, por falta de medios para reubicarse.

El cambio climático también podría afectar las tensiones intercomunitarias, por sus efectos sobre las precipitaciones y los patrones de trashumancia. Los conflictos podrían intensificarse si fallan los sistemas de gestión de recursos y conflictos. Los agravios profundamente arraigados y la marginación histórica de las comunidades de pastores son la base de este riesgo.

Otra cuestión ineludible en el ámbito de la seguridad es la consideración sanitaria debido a la influencia provocada por el cambio climático en la frecuencia y distribución de enfermedades transmitidas por vectores que han cambiado su estrategia ante la afectación climática (olas de calor y frío, la calidad del aire o del agua), y que exigen nuevas medidas de mitigación a nivel mundial. La intensidad de las epidemias parece estar vinculada a las condiciones específicas de la circulación atmosférica unos meses antes del inicio de estas. La importancia de los factores sociales en la expansión de las epidemias es innegable. Pero esta repercusión tiene un mayor impacto en zonas como la estudiada en este artículo, donde las condiciones socioeconómicas y la vulnerabilidad de la población es mayor. La resiliencia sanitaria debe ser sustentada por un asesoramiento científico y técnico que, de forma continuada, pueda paliar su impacto.

Por ejemplo, según indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), la meningitis bacteriana es en especial preocupante. Alrededor de una de cada 10 personas que contraen este tipo de meningitis muere, y una de cada 5 presenta complicaciones graves. La eventual puesta en marcha de sistemas de alerta temprana de riesgos epidémicos requiere una comprensión más detallada de los vínculos entre el clima, el polvo y la meningitis. Dentro de las medidas preventivas más exitosas se encuentra la vacunación: a punto de finalizar 2021, Naciones Unidas reveló que solo cinco países del continente africano lograrán el objetivo de inmunización del 40 % de la población. Otra cuestión de reciente actualidad es la crisis del Covid-19, que ha intensificado las tendencias globales de fondo y ha acelerado el ritmo de transformación, y dibujado así mapas de riesgos más complejos y muy interrelacionados. De esta forma, la interrelación entre ellos puede producir efectos en cascada, como ha ocurrido con la crisis generada por la pandemia. Con este planteamiento, es importante contar con las capacidades necesarias para responder a una amalgama de riesgos y amenazas, en vez de prepararse tan solo para una posible repetición de una crisis similar a la ya experimentada. Un aspecto crucial que se ha puesto en evidencia es la fragilidad de las cadenas de suministro global de determinados recursos estratégicos y la necesidad de disminuir el grado de dependencia del exterior de recursos esenciales, para garantizar su accesibilidad en todo momento. Ante esta amenaza sanitaria subyace la necesidad de crear un grupo de especialistas, que sean capaces de analizar y resolver problemas de salud pública; esto es, analistas de inteligencia sanitaria.

Por lo anterior, deberán existir ciertas materias o sectores de inteligencia que emanen de la inteligencia básica, y que permitan el análisis de todo tipo de actividad. Tal es el caso de la inteligencia epidemiológica, criminal, económica, empresarial, etc. (Payá & Delgado, 2017a).

Metodología

La metodología empleada parte de un análisis, valoración y descripción de la situación actual, para así saber dónde incidir durante la implantación de dicha propuesta mediante un sistema ordenado en distintas fases.

Se han consultado y revisado publicaciones en materia de apoyo y seguridad, elaboradas por las FF. AA. en el transcurso de operaciones internacionales, a través de las distintas secciones de su organización, tales como Inteligencia, Relaciones Cívico Militares (CIMIC), Operaciones (Tierra, Mar y Aire), Jurídicos, etc. Con ello se consigue inicialmente abordar, de entre todas las bases de datos y servicios disponibles, el área específica de investigación para la realización de este artículo. De entre los posibles escenarios que actualmente se encuentran operativos, se centra el estudio en el cinturón del Sahel, por ser de interés en la actualidad, tras conocerse la posible retirada de las tropas de la zona. Esta información, de carácter institucional, es complementada con publicaciones en páginas web y revistas científicas, y gracias a la asistencia a jornadas de actualización en materia de seguridad en la zona del Sahel, a través de profesionales en la materia desde el ámbito militar internacional. La confidencialidad de la información clasificada se ha respetado en todo momento, y no se divulgó nada que no pueda ser objeto de publicación o consulta en fuentes abiertas.

Recopilada toda la información, se la analiza y se la ordena, y se elimina la que no es objeto de este asunto, para no desviar la atención de la problemática investigada.

Marco referencial: marco teórico, conceptual o jurídico

El concepto de seguridad exige, desde hace ya algún tiempo, considerar el carácter pluridimensional de sus amenazas. Junto a los aspectos militares habría que tomar en cuenta los aspectos sociales de la seguridad, los aspectos políticos, los aspectos económicos y los aspectos medioambientales. Así las cosas, los analistas y asesores en materia de seguridad, que antes se centraban en temas militares y en la lucha entre Estados, ahora son víctimas de una actualización y reorientación en nombre de nuevas amenazas y riesgos, entre los cuales, a su vez, son los riesgos medioambientales los de mayor relevancia; todo ello, en aras de mantener un cierto statu quo mundial. La amenaza en la actualidad utiliza múltiples herramientas, vectores y actividades, en coordinación y con intención hostil, para lograr su objetivo, y puede o no implicar el uso de la fuerza. Un actor hostil que emplee un sistema multidisciplinar de ataque trata de evitar una respuesta tradicional: perturba la capacidad de respuesta y trata de lograr sus objetivos sin que se le atribuya ni se lo castigue. De ese modo, la respuesta requiere coordinación, sincronización y coherencia entre los gobiernos, las organizaciones multinacionales y el sector privado, para que sea eficaz. Como ningún Estado individual es el único objetivo, la respuesta no puede provenir de un Estado por sí solo. Pensar, trabajar y actuar juntos multilateralmente debe ser el centro de la disuasión (Delgado et al., 2020).

Desarrollo argumentativo: presentación de resultados, análisis y discusión

El cambio climático no es una causa directa destacada de la proliferación de grupos armados en el Sahel Central. Los expertos locales consideran más importantes otros factores, como las intervenciones militares extranjeras, las reivindicaciones religiosas y la marginación de las comunidades de pastores. Sin embargo, las pérdidas económicas inducidas por el clima y la inseguridad alimentaria, asícomo las tensiones comunales y el descontento de la población por los deficientes mecanismos de prevención de conflictos, podrían beneficiar indirectamente a los grupos armados, y así facilitar el reclutamiento y abrir vías para explotar los agravios y ganarse a las comunidades marginadas.

La probabilidad y la gravedad de los impactos climáticos sobre los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria, la movilidad y los conflictos en el Sahel Central dependerán, en gran medida, de la evolución futura de las condiciones socioeconómicas y políticas de la región, que determinan su vulnerabilidad y su resistencia al cambio climático adverso. La productividad agrícola, las infraestructuras, el comercio, las redes de seguridad social, las instituciones eficaces e inclusivas y los sistemas de gestión de recursos y conflictos son factores fundamentales que se deben tener en cuenta a este respecto, al igual que las oportunidades económicas y las relaciones sociales en general. Todos ellos se ven afectados por las políticas y los intereses geoestratégicos de la Unión Europea (UE) y otros actores globales.

Las políticas de contención de la migración aparecen como medidas perturbadoras que agravan los desafíos relacionados con el clima para las comunidades vulnerables de la región, al atrapar a las personas en zonas expuestas, aumentar la presión sobre los servicios, reforzar la identidad nacional y los discursos excluyentes, dificultar los medios de subsistencia como la trashumancia y, al final, agravar las tensiones y los conflictos (Payá et al., 2018). Por tanto, en aras de una mayor coherencia de las políticas europeas de seguridad y desarrollo, el freno migratorio debe ser suavizado (Delgado & Teano 2020).

Las estrategias de construcción de la paz y la seguridad en la región se han visto empañadas por un enfoque excesivamente securitizado, con iniciativas a menudo solapadas e incoherentes centradas en la estabilización más que en la seguridad humana, el desarrollo y la resiliencia. A ello se suman los crecientes signos de fatiga y cansancio por parte de las sociedades europeas y sabelianas frente a las intervenciones militares, y las consecuentes peticiones de que se reduzca la participación militar de la UE para aumentar la resiliencia climática en el Sahel Central.

Malí es el epicentro de una insurgencia yihadista que comenzó en el norte del país en 2012 y se extendió 3 años después a los vecinos Níger y Burkina Faso (Pérez Venegas, 2020). La intervención militar de Francia en Malí, iniciada el 11 de enero de 2013, fue consecuencia de la situación de inestabilidad vivida entre las regiones del norte y del sur del país y la ola de conflicto armado entre el gobierno y las fuerzas rebeldes. La política colonial francesa radicaba en distinguir rigurosamente entre la población nómada y la sedentaria, la negra y la de piel más clara, y aplicarles un régimen diferenciado. El 14 de marzo de 2016 (Arenas-Hidalgo, 2016), el Consejo aprobó el Concepto de Gestión de Crisis, sobre una posible misión de entrenamiento militar de la UE en la República Centroafricana, para apoyar la reforma del sector defensa del país. Su objetivo no era otro que apoyar la reforma de las FF. AA. del país, y así fortalecer su capacidad para contribuir a la defensa de su territorio y para proteger su población.

Figura 1. Organización de la UE.

Fuente: https://eutmmali.eu/organization/

Pero la UE y sus Estados miembros han invertido mucho en la región, a través de sus políticas exterior, de seguridad y de desarrollo. Son conscientes de que para tener éxito y contribuir de forma significativa a la cooperación transnacional con los socios africanos, deben tener en cuenta las oportunidades y los retos relacionados con el cambio climático y la adaptación a este.

Así las cosas, la UE establece una estructura permanente y no desplegable de mando y control del Estado Mayor, denominada Capacidad de Planificación y Conducción Militar (en inglés, Military Planning and Conduct Capability), con una estructura permanente y no desplegable de mando y control del Estado Mayor de la UE que asume la dirección de las misiones militares no ejecutivas, representadas actualmente por las misiones de formación (en inglés, EUTM, por las iniciales de European Union Training Mission) en

Figura 2. Francia ha desplegado miles de tropas en la zona de Sahel

Fuente: https://www.dw.com/en/terrorism-poses-growing-threat-in-africas-sahel-germany-warns/a-51813261#

Somalia, República Centroafricana y Malí (Puertas, 2018). A continuación, se destacan algunas de las tareas, así como la localización de los campamentos:

Un factor determinante para el desarrollo exitoso de la misión serán las labores cívico-militares, en cuyo desarrollo, entre otros, se tendrá especial cuidado con la participación en las misiones humanitarias dirigidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que se han convertido en una tarea internacional importante para muchos ejércitos africanos. Las FF. AA. del Sahel participan, principalmente, en tres misiones, como las Misiones Multidimensionales Integradas de Estabilización de las Naciones Unidas en Malí (MINUSMA), en la República Centroafricana (MINUSCA) y en El Congo (MONUSCO).

Para que se lleve a cabo con éxito la democratización de Sahel se requiere una transición política que permita instaurar un nuevo régimen bajo la supervisión civil de las FF.AA. nacionales y la capacidad de los ciudadanos para tomar decisiones; estas últimas deberán hallarse exentas de toda interferencia militar. En dicho contexto, y tras el estudio de los orígenes y la trayectoria de las relaciones cívico-militares y las intervenciones militares en la política en todo el Sahel, puede constatarse que, en general, la región había experimentado un cambio hacia una mayor supervisión civil. En Níger y Malí, y más recientemente, también en Burkina Faso, los civiles elegidos habían recuperado los puestos de poder, hasta cuando en enero de 2022 se produjo un golpe de Estado militar que derrocó a su presidente.

El comportamiento de algunos sectores de las FF. AA. malienses tras el golpe de Estado y las recientes especulaciones sobre un golpe militar fallido en Níger en diciembre de 2015 pudieron haber sido más que suficientes para advertir lo que iba a ocurrir. El desacuerdo de los tres países en desacuerdo con los principios democráticos lo ilustraban. En Chad y Mauritania, las FF. AA. están firmemente afianzadas en el poder, y hay pocos indicios de que esto vaya a cambiar pronto.

Parece existir una correlación entre el tipo de régimen y el tamaño de las FF. AA. Los países autocráticos, como Chad y Mauritania, presentan una relación entre población y soldados mucho menor que el resto del Sahel. Burkina Faso, Níger y Senegal son los países que más contribuyen a las misiones humanitarias dirigidas por las Naciones Unidas en áfrica, mientras que Chad y Mauritania contribuyen comparativamente poco. Malí es en la actualidad un objetivo de las misiones humanitarias.

En todo el Sahel, las FF. AA. se utilizan más a menudo para contener a quienes desafían la seguridad nacional, como las milicias étnicas o secesionistas. Ejemplos destacados al respecto son los levantamientos tuareg en Malí y Níger (Nievas, 2014), las diversas insurgencias en Chad o la Casamance en Senegal. Una amenaza adicional y reciente para la seguridad son los diversos grupos salafistas yihadistas. A pesar del impulso de las reformas democráticas, las FF. AA. de toda la región siguen recurriendo a la violencia contra sus propias poblaciones civiles; principalmente, en el caso de Malí. Chad, por su parte, es el único país en el que las FF. AA. están implicadas en conflictos militares con otros Estados.

Pero en la actualidad Francia, tras 9 años, a lo largo de los cuales ha gastado varios miles de millones de euros en el Sahel, y donde ha perdido a 53 miembros de sus FF. AA., se plantea una retirada progresiva. Uno de los detonantes de tal decisión es el supuesto acuerdo entre el régimen militar maliense y el grupo mercenario ruso Wagner, con intenciones depredadoras, según manifestó Enmanuel Macron, presidente francés (France24, 2022). Comenzará con una reducción significativa del contingente allí desplegado: de unos 5.000 combatientes en la actualidad, se pasaría a unos 3.000, a lo largo de unos 4 meses y con grandes escollos logísticos por resolver. La reubicación de las tropas se haría eliminando ciertas bases ubicadas en la actualidad en Gossi, Gao y Menaka, y ocuparían la región fronteriza de Malí.

Figura 3. Imagen corporativa de AQMI, grupo terrorista de matriz argelina, con ideología yihadista salafista.

Fuente: https://cdn.radiofrance.fr/s3/cruiser-production/2013/05/f3720cba-c855-11e2-af2e-782bcb73e-d47/838_130328-al-andalus.webp

Son varios los motivos que impulsan esta decisión, tales como la inexistente seguridad y los enormes problemas económicos y humanitarios, así como las interminables olas de violencia; todo ello, empeorado por las catastróficas consecuencias del cambio climático, que reducen la capacidad de desarrollo, favorecen la migración en busca de alternativas, o bien, fomentan la radicalización de los más jóvenes como alternativa de sustento económico de la población. Conjuntamente, una retirada sería vista como un fracaso militar y político de Francia en áfrica —sobre todo, por parte de los yihadistas—, y permitiría actuar sin trabas a Rusia, que en ocasiones ha mostrado su interés en la zona. Y puestos a investigar las causas de dicho interés, parece ser que el continente africano tiene en la zona del Sahel una de las regiones más dinámicas, debido, sobre todo, al alto incremento del su índice del producto interno bruto (PIB), y que, junto a la tasa de fertilidad media más alta del mundo —por lo cual la región bien podría duplicar su población en los próximos 25 años— y su dinamismo en sectores industriales clave, como la extracción de oro, no pasa desapercibida ante la ambición de los inversores (Oxford Analytica, 2021).

Conclusiones

Por todo lo anteriormente expuesto, se puede decir que la situación en la región africana del Sahel demanda una visión que abarque tanto el nivel estratégico como el operacional y el táctico de los recursos militares disponibles. La inteligencia es el producto resultante de la recopilación y el tratamiento dirigidos de la información relativa al entorno operativo y a las capacidades e intenciones de los actores, con el fin de identificar las amenazas y ofrecer oportunidades para su explotación por parte de los responsables de la toma de decisiones (Payá & Delgado, 2017b). El término inteligencia suele aplicarse también a la actividad que da lugar al producto y a las organizaciones que participan en dicha actividad. Los analistas de inteligencia deben tomar medidas activas para reconocer y evitar los sesgos cognitivos que afectan a su análisis (Payá & Delgado, 2017a).

Figura 4. Pirámide de inteligencia (relación entre información e inteligencia).

Fuente: OTAN

Por ello, el nivel estratégico de la inteligencia vendrá marcado por el grado en el que una nación o grupo de naciones determinan los objetivos de seguridad nacionales o multinacionales y despliegan los recursos nacionales, incluidos los militares, para lograr dichos objetivos (Payá & Luque 2021). Todo ello, con estimaciones de inteligencia oportunas, que identifiquen con precisión las intenciones del adversario, apoyen las operaciones ofensivas o defensivas, y que predigan las futuras líneas de adversario con el suficiente detalle como para poder actuar (Díaz & Payá 2017). A nivel operacional, exige una planificación de los peores teatros o zonas de operaciones posibles, en los cuales poner a prueba la resistencia de los recursos disponibles, para que, finalmente, a nivel táctico, por medio de la ejecución de maniobras y grandes operaciones en conjunto, se pueda planificar y ejecutar las actividades, las batallas y los enfrentamientos, a fin de lograr los objetivos militares asignados a las formaciones y unidades tácticas (Jiménez-Reina et al., 2021).

El teatro de operaciones puesto como ejemplo en este artículo demuestra que los requisitos de información crítica de los dirigentes identifican la información sobre las actividades amigas, las actividades hostiles y el entorno social, político, económico, medio ambiental que es decisivo para mantener el conocimiento de la situación, planificar las actividades futuras y ayudar a la toma de decisiones de forma oportuna en el Sahel francófono (Burkina Faso, Chad, Malí, Mauritania, Níger y Senegal).

Pero organizaciones como la OTAN reconocen, en documentos publicados en su Centro de Excelencia de Cooperación Cívico-Militar (en inglés, Civil-Military Cooperation Centre of Excellence), que los militares no pueden resolver las crisis o los conflictos por sí solos. Las crisis y los conflictos modernos no suelen estar relacionados con el ejército y, por lo tanto, requieren la ayuda de personas ajenas a este. El entorno operativo implica áreas complejas e interrelacionadas, como cuestiones étnicas, religiosas, ideológicas y tecnológicas. Para ello deberán tenerse en cuenta ciertas consideraciones jurídicas que impliquen responsabilidades legales y morales que no permitan a ningún contingente operar de forma aislada. Como ejemplo de este marco jurídico existe la siguiente normatividad:

Así las cosas, la consideración jurídica será muy oportuna a la hora de planificar y asesorar, sin menoscabo de los principios fundamentales que deben ser respetados de forma oportuna.

Las políticas públicas recientes tienden a contemplar una aproximación multisectorial del desarrollo, para fomentar la resiliencia global de la sociedad mundial, incluso frente a la amenaza del cambio climático. Por eso, debido a la inercia de los mecanismos correspondientes que hay, la comunidad científica deberá seguir investigando sobre el tema durante periodos plurianuales. Por otro lado, es evidente que se necesita planificar y actuar de forma más deliberada e inclusiva, a través de procedimientos establecidos de respuesta a las crisis que permitan reunir los recursos y esfuerzos militares y no militares con una mayor unidad de propósito. La adopción de tal tipo medidas para las operaciones empieza con inculcando una cultura de colaboración activa y transparencia entre los implicados en la respuesta a la crisis, lo que en la actualidad no se ejerce. Son muchas las barreras burocráticas, de confidencialidad o de tradición de no compartir, y que no permiten aprovechar los avances entre los distintos actores. La seguridad debe ser entendida con carácter global, y el impacto de la amenaza en un país, por muy distante que se encuentre, puede repercutir en el otro lado del mundo. Debe existir una planificación civil-militar integrada, que cuente con el desarrollo de procesos y estructuras para la coordinación y cooperación efectivas con otros actores, a fin de permitir que cada uno complemente y refuerce mutuamente los esfuerzos de los demás, idealmente, dentro de una estrategia global acordada por la comunidad internacional y las autoridades locales legítimas (Mazurier & Payá-Santos, 2018).

Con base en la experiencia desarrollada a través de diversas situaciones de catástrofe o calamidad, se evidencia que debe existir un organismo principal formalmente designado que se encargue de la coordinación general, y por otro lado, que las organizaciones capaces de reaccionar rápidamente suelen ser de naturaleza militar. Se deben buscar oportunidades de interacción y colaboración bajo los principios de respeto mutuo, confianza, transparencia y comprensión, y el deber de compartir. Organizaciones como la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) desempeñan especialmente este papel en las fases de planificación y ejecución temprana de una operación, cuando se busca comprender y se intenta anticipar las necesidades y objetivos de otros posibles contribuyentes, para así permitir la posterior coordinación y cooperación; todo ello, dentro de un marco jurídico que supervise todos los aspectos del proceso de planificación, para identificar no solo las limitaciones, sino también, las posibles libertades, y para garantizar que cualquier acción pueda llevarse a cabo legítimamente.

Y en todo este enjambre multidisciplinar de variables, la labor del analista de inteligencia es fundamental. Deberá desarrollar el conocimiento y la comprensión contextualizada de los aspectos no militares de la situación, incluidas las actividades de las organizaciones internacionales, las no gubernamentales y las gubernamentales, al igual que temas transversales como el papel de las mujeres, la paz y la seguridad, los niños y los conflictos armados, la protección de los civiles, la protección de los bienes culturales y la construcción de la integridad; todos ellos, considerados por la OTAN, en su directiva, temas transversales (en inglés, Cross Cutting Topics). Aunque estos retos difieren sustancialmente entre los seis países individuales de la región, el Sahel, en su conjunto, sigue luchando principalmente contra las amenazas a la seguridad interna.


Agradecimientos

El autor quieren agradecer a la Universidad Pegaso Internacional, por su apoyo en la realización de este artículo.

Declaración de divulgación

El autor declara que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con el artículo. Pertenece al proyecto de investigación Alcance de la Inteligencia Ambiental favoreciendo la planificación militar y de seguridad, del Doctorado en la Universidad Pegaso Internacional.

Autor

Francisco Javier García Rodríguez. Doctorando en Derecho, Educación y Desarrollo. Militar de carrera. Director de Seguridad y detective privado. Grado en Seguridad. Máster en Liderazgo y Dirección de Recursos Humanos y en Inteligencia con mención en Seguridad y Defensa.

https://orcid.org/0000-0003-1055-7593

Contacto: fgarciarodriguez042@gmail.com

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