Artículo

Revista Estudios en Seguridad y Defensa 10(20): 89-101, 2015

Aproximación a la Seguridad Humana en Colombia1

CAMILO ANDRÉS DEVIA GARZÓN2, JAIRO JOSÉ NIÑO PÉREZ3

 

1 Artículo de reflexión producto del proyecto de investigación INV-EES-1815 “El Enfoque de la seguridad humana en escenarios de Post-Con icto” adscrito a la Facultad de Relaciones Internacionales, Estrategia y Seguridad, nanciado por la Universidad Militar Nueva Granada, Bogotá-Colombia vigencia 2015.
2 Magíster en Asuntos Internacionales de la Universidad Externado de Colombia. Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Docente investigador, Faries – Universidad Militar Nueva Granada. Contacto: camilo.devia@unimilitar.edu.co
3 Profesional en Relaciones Internacionales y Estudios Políticos de la Universidad Militar Nueva Granada. Investigador del Grupo Estudios Internacionales y Políticos de la UMNG. Contacto: Jaironpz@gmail.com.

 

Recibido: 10 de septiembre de 2015
Aprobado: 30 de diciembre de 2015

Resumen

El concepto de la Seguridad Humana hace énfasis en el individuo y la necesidad de garantizar no solo su vida sino unas condiciones mínimas de bienestar. Este documento muestra cómo el concepto de Seguridad Humana determina la trasformación de la seguridad clásica hacia un enfoque multidimensional; de la paz hacia un enfoque positivo y del crecimiento económico hacia el desarrollo económico. Inicialmente, se hará una revisión teórica del fundamento de estas tres trasformaciones en el marco del nuevo contexto internacional del siglo XXI. En la segunda sección, partiendo de las distintas dimensiones del concepto, se realizará una aproximación al estado de la Seguridad Humana en Colombia. Se demostrará que los esfuerzos en el país siguen concentrándose en la dimensión de Seguridad Personal, sin mejoras sustanciales en las otras dimensiones de la seguridad.


Palabras claves: Seguridad Humana, Colombia, Paz Positiva, Desarrollo Económico, Índice de Desarrollo Humano.


An approximation to Human Security in Colombia

Abstract

The concept of Human Security emphasizes on the individual and the necessity to protect not only his life, but a basic core of living conditions. This document shows how the concept is central to the transformation from a classical conception of security to a multi-dimensional one, from peace to positive-peace and from economic growth to development. First, we review the theoretic base of these transformations in the international context of the 21st century. In the second part, based on some of the multiple dimensions of the concept we make an approximation to the status of Human Security in Colombia. We argue that the efforts made in this regard are still focused on personal security without a significant improvement on the wider dimensions of security.


Key words: Human Security, Colombia, Positive Peace, Economic Development, Human Development Index.


En la actualidad viene tomando fuerza una nueva tendencia académica, con el respaldo de organizaciones interestatales, que tiene como propósito abordar los fenómenos de la guerra, la seguridad y el anhelo de paz desde una óptica diferente, cambiando las formas de análisis y los significados de los conceptos que tradicionalmente han sido aceptados. Esta tendencia pretende comprender estos fenómenos partiendo de la esencia del ser humano, desde sus necesidades y preocupaciones como individuo y como ser social, ubicándolo como el actor principal a conocer y a proteger, y no como una figura secundaria que únicamente se ve impactado por dinámicas lejanas que no lo tienen presente.

En el contexto de un mundo en constante inestabilidad, con desafíos globales y diversas amenazas que van más allá de las militares, en donde la proclama realista de un Sistema Internacional en conflicto, pero unos Estados internamente en paz es cada vez más lejana; ha surgido la concepción de la Seguridad Humana, una óptica amplia y multidimensional de la seguridad para entender elementos que antes no se habían considerado pero que ahora constituyen factores claves en el sistema actual, además del reconocimiento de otros actores involucrados en los temas de seguridad.

La Seguridad Humana, ha venido evolucionando a partir de su primera aparición en el informe de 1994 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo PNUD; desde entonces ha sido una importante fuente de debate, puesto que plantea cambios sustanciales en la forma tradicional de entender varios planos de análisis. En primer lugar, se amplía el espectro de las amenazas para la seguridad, pues se reconocen variedad de amenazas que abarcan diversos ámbitos y no sólo las de carácter militar; un segundo aspecto, consiste en la evolución del concepto de la paz, hacia una concepción positiva de la misma y no como la simple ausencia de guerra; finalmente, el tercer eje, relacionado con el aspecto económico, plantea un cambio desde el crecimiento hacia el desarrollo.

Este documento tiene como objetivo la evaluación teórico-práctica de estos tres elementos aplicados al caso colombiano. En la primera parte se mostrará el cambio en la concepción teórica de la seguridad, las paz y el crecimiento económico; y en el segundo apartado se mostrarán elementos de aplicación en Colombia de la multidimensionalidad de la Seguridad Humana por medio de la evolución de distintos indicadores, que en el marco de un escenario de posconflicto permitirán establecer líneas de acción en donde se deben concentrar los esfuerzos institucionales.

La Seguridad Humana

El desarrollo conceptual de la Seguridad Humana se enmarca en un contexto en donde el optimismo surgido con el fin de la Guerra Fría se ha hecho difuso, y el Sistema Internacional se presenta de nuevo inestable. Pero esta inestabilidad del sistema va más allá del temor a la guerra y de la seguridad en los términos del realismo, puesto que surgen nuevas amenazas que permean la soberanía de los Estados y afectan directamente la vida y la seguridad de los individuos, y por consiguiente deben ser enfrentadas en su conjunto sólo a través de la cooperación y el establecimiento de una verdadera sociedad internacional.

La seguridad humana visualiza un nuevo orden global, un mundo único, fundado en un humanismo global. Lo central es resolver las necesidades básicas de la población en el contexto de la globalización y la interdependencia. Ello supone por un lado, una tendencia a la unificación de comportamientos, consumos y valores centrados en valores universales; y por otra, la demanda de reconocimiento y el respeto por la diversidad y las identidades y culturas particulares (Rojas, 2011).

Otro elemento realista que se ve revaluado, es la separación entre la esfera internacional, siempre conflictiva, y la esfera interna de cada Estado, que se reconoce por ser estable, única y compacta. El siglo XXI se ha caracterizado por el surgimiento de multiplicidad de conflictos internos alrededor del mundo, que varían en su motivación, pero que se pueden homogenizar por el importante y marcado componente económico, en donde la pobreza se convierte en fuente y catalizador de las amenazas. Se crea un “bipolarismo económico”, en donde el centro próspero y la periferia pobre del Sistema Internacional, también se recrean al interior de cada sociedad y se convierte en incubadora de conflictos (Nef, 2002).

En este contexto, el PNUD en su informe de 1994, introdujo el tema de la Seguridad Humana como expresión de la preocupación por las condiciones precarias del ser humano y las nuevas dificultades a las que estaba sometido. Esta iniciativa es apoyada por las Naciones Unidas al establecer una Comisión de la Seguridad Humana que en el diseño de sus informes ha contado con un alto nivel académico, representado en las figuras de Sadako Ogata y el premio nobel de economía Amartya Sen.

Si bien se dan problemas para lograr una única definición, se considera como la más apropiada para un acercamiento inicial la planteada por el gobierno de Japón, que establece “seguridad humana desde la perspectiva de redoblar esfuerzos para hacer frente a las amenazas a la vida humana, a los medios de vida y a la dignidad de las personas” (Morrillo, 2006).

Para Fernández (2005) la Seguridad Humana es descrita como una preocupación universal, que importa a todos los individuos y comunidades en el mundo, ya que muchas de las amenazas trascienden las fronteras e impactan globalmente, además, sus componentes son interdependientes, ya que al existir amenazas globales los efectos también lo son. No hay acontecimientos aislados, compactados al interior de los Estados.

Se pueden identificar cinco principios que guía esta visión de la Seguridad Humana (Dependencia de Seguridad Humana , 2009): 1) Centrada en las personas: el individuo y los núcleos sociales deben ser tenidos en cuenta en el diseño de las iniciativas de seguridad, en función a que son el elemento a proteger en una función participativa de su estructuración y de su aplicación; 2) Multisectorial: promueve el dialogo entre los distintos actores involucrados a fin de generar coordinaciones sectorial y evalúa las distintas respuestas; 3) Integral: una mirada completa de las distintas dimensiones de la seguridad, basado la gran cantidad y diferentes amenazas a la seguridad que surgen en la actualidad que requieren respuestas cooperativas; 4) Contextualizada: cada caso tiene diferenciaciones. Cada individuo y núcleo social requiere de una atención específica, por lo tanto hace necesario un enfoque a distintos niveles (nacional, local, comunitario); 5) Preventiva: se debe anticipar a las situaciones, prevenir que se gesten las crisis y fomentar el bienestar de la persona.

La Seguridad Humana tiene en su elemento esencial el acercamiento a los problemas de la seguridad, ahora multidimensionales, desde una tendencia humanista, desde el ser que se ve afectado por los riesgos del desarrollo y la exclusión que esto genera sobre parte de la población, y en donde la respuesta individual del Estado es insuficiente para proteger la dignidad y la integridad del individuo. El objeto de protección de la seguridad deja de ser el Estado, como lo plantea Mahbub ul Haq “Seguridad de la gente, no solo de los territorios, seguridad de las personas, no solo de las naciones, seguridad mediante en desarrollo y no mediante las armas, seguridad de la gente en todos los lugares” (1994).

Esta visión, en que el Estado no es el único actor de la seguridad, se ve profundizada no solo en el nivel individual sino en el colectivo. Otros actores tienen también responsabilidad en cuanto a la Seguridad Humana. Actores como las distintas Organizaciones Internacionales, las distintas Organizaciones No Gubernamentales e incluso el sector privado deben empoderarse de la seguridad y coordinar estrategias conjuntas que tengan al individuo y su bienestar como el centro de todo (Dependencia de Seguridad Humana, 2009).

Así entonces, la Seguridad Humana, en su enfoque integrador y multidimensional, implica una serie de factores que no se habían tenido en cuenta en la esfera de la seguridad y que resultan vitales para garantizar ese respeto a la dignidad humana. A la vez que el Estado debe garantizar las condiciones de seguridad clásicas, también debe propender porque cada individuo tenga la capacidad de ganarse la vida, satisfacer sus necesidades básicas y participar en la comunidad. “En otras palabras, la seguridad se centra en la seguridad de las personas en sus vidas cotidianas, que se alcanza mediante el desarrollo humano y no mediante las armas y los ejércitos y la potenciación de un Estado de la seguridad con el crecimiento del número de cárceles y de fuerzas de seguridad del Estado” (Fernandez, 2005).

De la seguridad militar hacia la seguridad multidimensional

El modelo imperativo de crecimiento que ha privilegiado los intereses económicos sobre los humanos, y que se ha potenciado por el proceso de globalización, ha traído consecuencias negativas para la humanidad. Nuevos riesgos amenazan la supervivencia, riesgos en los que se dificulta el sometimiento a una soberanía estatal, ya que se extienden por el mundo y han impactado elementos muy tradicionales como las prácticas culturales y sociales.

Estos riesgos entonces, ya no están en una esfera superior solo competente a los intereses estatales, ahora son de influencia en el cotidiano de cada persona, sus efectos son una preocupación diaria y potencializan la fragilidad y la vulnerabilidad distintiva del ser, razón por la cual se hace el llamado a “Humanizar la seguridad”.

Las preocupaciones sobre seguridad se transforman, y sobre este particular la UNESCO (2001) propone tres factores explicativos. El primero es que los conflictos se alejan de la esfera internacional y se incrustan al interior de los Estados; el segundo, es la ruptura entre la distinción realista entre seguridad nacional y seguridad internacional; y el tercero, que con el fin de la guerra fría el componente militar pasa de ser el único, a ser un componente más de la política de seguridad.

Muchos serían los factores que se convierten en amenazas bajo el esquema de la Seguridad Humana. Para dar un marco de análisis, el PNUD planteó siete categorías de agrupación que permiten recrear la amplitud del concepto (1994).

a) Seguridad económica: plantea la necesidad del individuo de tener un ingreso básico producto de su trabajo o del sistema público, amenazada por situaciones como la pobreza persistente y el desempleo; b) Seguridad alimentaria: acceso físico y económico a los alimentos básicos, en donde no se presenten situaciones de hambruna ni escases; c) Seguridad de la salud: acceso y calidad de los servicios de salud, atención en contra de enfermedades infecciosas; d) Seguridad ambiental: un medio físico saludable, desastres naturales, agotamiento de recursos, contaminación; e) Seguridad personal: contra las amenazas del Estado propio, de guerra con otros Estados, tensiones étnicas, violencia callejera; y f) Seguridad de la comunidad: condiciones para la participación, tensiones étnicas o religiosas; g) Seguridad política: respeto de los derechos fundamentales, represión política, participación.

La idea es dar un análisis integral a los problemas de la seguridad, no excluir cualquiera de estos temas que son de importancia, y buscar soluciones reales a través de la cooperación entre los Estados y las organizaciones internacionales. Sin embargo, al realizar una revisión de las cifras, se encuentran profundas deficiencias en la garantía de cada uno de los componentes de la Seguridad Humana.

Gran parte de la humanidad vive en la pobreza y el desempleo, solo una cuarta parte de la población mundial tendría seguridad económica. En cuanto a los alimentos, la producción no es el problema, sino la distribución, 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. El acceso a la salud se convierte en un privilegio. Los problemas ambientales han comenzado a mostrar sus efectos en el cambio climático. Las guerras internas se activan en la periferia y la participación y los derechos humanos están gravemente expuestos (PNUD, 1994).

La paz positiva

La concepción tradicional, define la paz de manera negativa ya que solo se le reconoce como la contraposición de la guerra. Mucho se ha estudiado sobre el fenómeno de la guerra creando lo que Bobbio reconoce como “la filosofía de la guerra” en ausencia de una “filosofía de la paz”, lo que lo lleva incluso a afirmar que “La filosofía política termina siendo una continuación de la meditación sobre el problema de la guerra” (1981). Entonces la paz fue definida como la ausencia de guerra.

Esta Paz Negativa, un Estado de paz logrado por las armas, es insuficiente ya que si bien el fin de las hostilidades es de gran importancia, es tan solo uno de los elementos para la realización de valores superiores como la justicia, la libertad y el bienestar. La paz en estos términos ha venido siendo revaluada con el aporte de los Estudios sobre la Paz, en donde se propone que ésta va más allá del fin de la guerra, o de la violencia en términos de Galtung, y que puede ser conseguida por el hombre pero solo por medio de un cambio de mentalidad, dándole así un nuevo carácter práctico y científico a la paz.

Galtung se aleja del pesimismo antropológico mostrando que el hombre tiene potencialidad a la paz, que no está en su naturaleza el permanecer en conflicto. Pero que para llegar a estos esquemas de paz positiva es necesario todo un proceso que construya relaciones sociales en función de los consensos. La Educación para la paz es la herramienta, pero es en proceso complejo que debe integrar a la sociedad y establecer nuevos tejidos sociales que perduren en el tiempo y que integren las distintas dimensiones del ser.

La Paz por medios pacíficos tiene que ser afrontada con mucha racionalidad y profundo respeto por el hombre y sus necesidades básicas (bienestar, libertad, identidad y sobrevivencia). El proyecto de Paz por medios pacíficos, pone al hombre como punto de partida, no a ideologías, credos, partidos políticos, países, etc. (Calderon, 2009).

La Paz Positiva debe ser una respuesta a la complejidad que representa el ser humano, y que solo puede ser conseguida mediante acciones multidimensionales, lejos de las dicotomías, y con una comprensión amplia, que no esté limitada por la guerra. Debe ser una respuesta a las distintas clases de violencia, que van más allá de las armadas y que se encuentran en las esferas sociales, culturales, económicas o políticas (Lederach, 2000).

La paz debe entenderse entonces como un “despliegue de vida” (Galtung, 2003), en el que la violencia debe enfrentarse estableciendo el respeto al hombre y la consecución de sus necesidades básicas como una meta; la paz es entonces un punto de partida más que un objetivo, un elemento en el que se unen vidas y que está debajo de la violencia, como un tejido social, y no después de ésta. Una paz que está presente en la vida diaria de los individuos y que permite crear las condiciones necesarias para que los conflictos sean solucionados por medio del diálogo y la cooperación, saliendo de los círculos de violencia. “Paz positiva, en el sentido de justicia social, armonía, satisfacción de necesidades básicas (supervivencia, bienestar, identidad y libertad), autonomía, dialogo, solidaridad, integración y equidad” (Fisas, 2006).

Es claro entonces que la paz en estos términos no puede ser instaurada, ni obtenida por medios militares. Es un proceso de construcción de instituciones sólidas que permitan la realización del ser humano y la libertad de todo lo que le impida disfrutar de la vida, supliendo todas sus necesidades individuales y sociales. La Paz Positiva solo puede conseguirse a través de un cambio radical en la sociedad, en el que la justicia social sea el imperativo, sin dominios, ni marginalizaciones; y en donde la paz sea entendida desde y para el individuo, y no como un asunto de los Estados únicamente.

Del crecimiento al desarrollo económico

La tercera transformación se observa en términos económicos. El crecimiento económico ha sido la forma tradicional de medir la riqueza de las naciones. Mediante términos físicos y monetarios sencillamente se podía medir la producción nacional total, a través del Producto Interno Bruto. Para medir la distribución del mismo en la población se utilizó el PIB per cápita, medida que no corresponde a una realidad social ya que no tiene en cuenta el factor crucial de la concentración de la riqueza.

“En los 90 la producción mundial se sextuplico, mientras la población mundial aumento dos veces y media. Ha aumentado en promedio la renta de la población mundial y mejoras en los indicadores de la calidad de vida. Al mismo tiempo han crecido los índices de la pobreza y se ha ampliado la brecha entre países ricos y países pobres” (Vela, 2005). Medir el crecimiento económico se hizo insuficiente ya que no correspondía a la realidad social en muchos de los Estados, razón por la cual el PNUD creó en los 90 la idea del Desarrollo Humano.

El Desarrollo Humano considera al individuo como el objeto de la actividad económica (Ranis & Stewart, 2002). Es un proceso que busca que además de la existencia de riqueza, ésta pueda llegar a la población, transformándose en bienestar y en calidad de vida para todos, si bien es claro que la riqueza es fundamental para que el Estado garantice las condiciones de vida de la población, la traducción en desarrollo no se hace siempre (PNUD,

Desarrollo humano: informe 1990, 1990). La riqueza debe constituirse en un medio y no en un fin, que amplié las oportunidades y el acceso de la población a los recursos, y en donde la eliminación de la pobreza sea la prioridad de las políticas económicas.

Y esta concepción se refuerza aún más en términos humanísticos, con el desarrollo sostenible. De acuerdo a la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo en 1987, el desarrollo debe satisfacer las necesidades de la población actual, pero sin comprometer que las futuras generaciones puedan atender sus necesidades (Banco Mundial, 2000). Esto, agrega la preocupación por la explotación responsable de los recursos, no solo pensados en términos económicos sino de prosperidad social presente y futura.

El método diseñado para medir el Desarrollo es el Índice de Desarrollo Humano. El índice se acerca más a la realidad social ya que tiene en cuenta para su cuantificación: la esperanza de vida al nacer, para establecer la variable de salud; la tasa de alfabetización y la matriculación total en los niveles primario, secundario y terciario, para la variable de educación; y el PIB Per cápita para establecer el nivel de vida. Si bien al hacer la evaluación, la proporción de cada variable es igual, por lo que se ha criticado el índice por la importancia relativa de sus componentes, el IDH se ha constituido en un referente para evaluar las condiciones socioeconómicas de los Estados, teniendo en cuenta factores tan importantes como el económico.

La forma en que los elementos tradicionalmente entendidos como pertenecientes a la órbita del desarrollo pueden abordarse desde la perspectiva de la seguridad continúa siendo problemática. Sin embargo, una aproximación muy útil en términos de análisis es aquella que reconoce que la Seguridad Humana requiere de la composición de un núcleo básico de recursos disponibles a los individuos, entre los que se encuentran recursos físicos (agua, comida, refugio) y la provisión de unos niveles mínimos de protección frente a amenazas vitales.

Adicionalmente, se hace hincapié en el hecho de que la disponibilidad de dichos elementos faculta a los grupos humanos para desarrollar unos niveles de resiliencia y capacidad de respuesta frente a futuras situaciones de estrés, sin necesidad de caer en resultados violentos, permitiéndole satisfacer necesidades psicosociales como el desarrollo de una identidad grupal, reconocimiento social, participación y autonomía.

Seguridad Humana en tiempos de Paz

Un elemento fundamental de cambio en el contexto de la posguerra fría, inherente a los tres ejes analizados, es la necesidad de garantizar al individuo la posibilidad de gozar de unas condiciones de vida tranquilas, en un contexto económico y ambiental que le permita el pleno desarrollo de su potencial y el ejercicio de sus derechos.

Lo anterior, sin embargo, implica un desafío institucional importante pues demanda no solo la operatividad del Estado en múltiples frentes complementarios, sino la capacidad del mismo de funcionar de manera sincronizada en la planeación de las políticas públicas, la asignación de recursos y la ejecución presupuestal de agencias de distinto resorte.

Un ejemplo notable del alcance que puede tener una iniciativa de operacionalización de la Seguridad Humana, es decir, de su adopción como marco conceptual básico para la implementación de la política pública, lo ofrece Rotschild (Rotschild, 1995) cuando al definir la Seguridad Humana resalta que su implementación requiere de la difusión en muchas direcciones para cobijar gobiernos locales, acuerdos internacionales, ONG, la opinión pública y hasta las fuerzas de la naturaleza y los mercados financieros como fuentes de responsabilidad.

Un abanico tan amplio de sujetos que pueden potencialmente transformarse en amenazas a la seguridad implica además la necesidad de una posición activa de las instituciones en periodos no-violentos, teniendo en cuenta la interdependencia que el concepto mismo de Seguridad Humana sugiere.

En septiembre de 2004, por ejemplo, la Unión Europea publicó un documento titulado “Una Doctrina de Seguridad Humana para Europa” que, entre otras, reconocía la necesidad de complementar las acciones militares más allá de las fronteras con iniciativas civiles encaminadas a garantizar el cumplimiento de la ley, como mecanismo de protección de los individuos.

En tal sentido, se abogaba por la creación de una fuerza cívico-militar de 15 mil hombres, un tercio de ellos profesionales civiles, encargados de asesorar y dar apoyo en labores de manejo de crisis y construcción institucional post conflicto (Kaldor, 2004).

Un elemento clave en dicho ejercicio, uno de los primeros en materia de implementación práctica de una doctrina de Seguridad Humana, es la percepción de la seguridad como un valor transnacional que requiere la acción efectiva más allá de las fronteras. Al respecto, Kaldor hace énfasis en que allí donde prosperan la pobreza; la ilegalidad; las ideologías excluyentes y la violencia continuada, es donde se gestan las redes criminales y el terrorismo, llegando incluso a señalar que Europa nunca estaría segura mientras millones de personas vivan en situaciones de inseguridad intolerables (Liotta & Taylor, 2006).

En dicho contexto, la garantía de la Seguridad Humana requiere de esfuerzos intergubernamentales incluso en tiempos de paz, sobre la base del reconocimiento de que la inseguridad en otras latitudes puede gestar amenazas capaces de alterar el orden doméstico.

Aproximación a las dimensiones de la Seguridad Humana en Colombia

Al aplicar estas nuevas aproximaciones a la realidad actual colombiana se pueden encontrar elementos muy interesantes de análisis. Si toma el número de homicidios como indicativo para la dimensión personal de la seguridad (Gráfico 1) se evidencia como la tendencia de reducción es importante.

En los doce años estudiados, la tasa de homicidios en el país se ha reducido en más de un 50%. A pesar de la mejora significativa, Colombia se encuentra como el undécimo Estado con mayor tasa de homicidios en el mundo4. Un proceso de mejora que debe consolidarse ante los desafíos de los escenarios de posconflicto como se puede demostrar con el caso Centroamericano5.

En cuanto a variables de tipo económico, más allá del buen comportamiento de las variables relacionadas con el crecimiento en el país como el crecimiento sostenido del Producto Interno Bruto, el aumento en las exportaciones, es importante revisar como este crecimiento impacta las mejores condiciones para la población del país. Para este apartado se puede destacar la disminución en la pobreza (Gráfico 2) sostenida desde 2000 pero que tiende a estabilizares en los últimos tres años. El desempleo que se reduce desde un 16% de la población activa en 2000 a un 10,5% en el 2013 (Banco Mundial, 2015).

Sin embargo, los buenos síntomas económicos no impactan significativamente en la reducción de la desigualdad en el país lo que se hace manifiesto al establecer el comportamiento del coeficiente de Gini. Este coeficiente establece como se da la distribución del ingreso entre la población del país. Entre más cerca se esté de 0, más equitativa es la distribución de la riqueza. Como se puede ver en la Gráfica 3, Colombia permanece estancada en la parte alta, lo que indica que la riqueza se concentra solo en una porción pequeña de la población, y en términos mundiales Colombia ocupa el puesto 14 entre 114 estudiados por PNUD con mayor desigualdad.

En cuanto a la evaluación de temas sociales la herramienta primordial es el IDH. Para la medición del PNUD del 2014, Colombia ocupa el puesto 98 entre 187 países medidos con un índice de 0,7116. Al realizar el análisis de los últimos 30 años, Colombia presentó una mejora progresiva hasta 2008 que es cuando se da un estancamiento en la evolución de los distintos indicadores medidos.

Sin embargo, los buenos síntomas económicos no impactan significativamente en la reducción de la desigualdad en el país lo que se hace manifiesto al establecer el comportamiento del coeficiente de Gini. Este coeficiente establece como se da la distribución del ingreso entre la población del país. Entre más cerca se esté de 0, más equitativa es la distribución de la riqueza. Como se puede ver en la Gráfica 3, Colombia permanece estancada en la parte alta, lo que indica que la riqueza se concentra solo en una porción pequeña de la población, y en términos mundiales Colombia ocupa el puesto 14 entre 114 estudiados por PNUD con mayor desigualdad.

En cuanto a la evaluación de temas sociales la herramienta primordial es el IDH. Para la medición del PNUD del 2014, Colombia ocupa el puesto 98 entre 187 países medidos con un índice de 0,7117.

Al realizar el análisis de los últimos 30 años, Colombia presentó una mejora progresiva hasta 2008 que es cuando se da un estancamiento en la evolución de los distintos indicadores medidos.

El IDH desagrega esas tres grandes variables. Para medir la salud, el indicador utilizado es el de la expectativa de vida; para los temas educativos, se tiene en cuenta los años promedio de escolaridad y los años esperados; y para el tema de la calidad de vida, se mide el Producto Interno Bruto per cápita.

En los cuatro indicadores presentados (tablas 1, 2, 3 y 4) el mejor desempeño de Colombia se presenta en cuanto a la expectativa de vida donde ocupa el puesto 84 del mundo, sin embargo, en la comparación con los siete sudamericanos que se tomaron en cuenta esta penúltimo, únicamente superando a Brasil. En los temas educativos, Colombia presenta la más baja media de escolaridad de los sudamericanos y el sexto puesto en cuanto a años esperados de escolaridad. Y finalmente, en cuanto al PIB per cápita, únicamente se supera a Ecuador y Perú.

En cuanto a los elementos de tipo político de la Seguridad Humana la evaluación estará en función de la percepción en temas de participación política y confianza en las distintas instituciones de gobierno. Esta información permite establecer la identificación con los procesos políticos en Colombia y la representatividad de las instituciones.

Tomando los datos del Latinobarómetro 2013, sobre una muestra total de 1200 colombianos se puede evidenciar la poca credibilidad en el sistema político colombiano. Los gráficos 5 y 6 muestran con la mayoría de la población encuestada no está interesada en los procesos políticos que se dan en el país, esto se puede justificar por la desconfianza en la clase política tradicionales vinculada a la corrupción y a los grupos ilícitos; a la crisis de los partidos políticos que llevan a altos niveles de abstencionismo en las distintas elección y en donde los elegidos no cuentan con una alta representación, lo que lleva también a bajos niveles de satisfacción con el funcionamiento de la democracia.

En lo relacionado con la protección de los derechos humanos, hay una paridad entre los que tienen una evaluación positiva de la gestión del gobierno en este apartado y los que ven una gestión negativa. Lo que se puede reafirmar teniendo en cuenta algunos de los derechos fundamentales como en este caso el derecho a la libertad de prensa en donde el 43% ven como negativa el proceder del gobierno garantizando el pleno uso de los ciudadanos de este derecho.

Finalmente, es de gran importancia evaluar el comportamiento en una de las dimensiones de la Seguridad Humana a la que en general no se le da la atención que se debería: la seguridad ambiental. La geografía colombiana permite que el país tenga un amplio número de recursos naturales, unas importantes fuentes hídricas, una porción importante de territorio en la Amazonia y la presencia de distintos pisos térmicos que permiten la biodiversidad. Sin embargo, esta potencialidad no es aprovechada.

El conflicto que se ha desarrollado en el país, además de las consecuencias manifiestas, ha tenido también un importante impacto en el tema ambiental. La contaminación de fuentes hídricas por el derrame de petróleo tras los ataques a la infraestructura de transporte, el daño a la tierra que conllevan los cultivos ilícitos y el posterior impacto del proceso de fumigación con glifosato, y los procesos químico sin control en los distintos laboratorios (Macias, 2015).

Los actores armados han incurrido en prácticas como la voladura de oleoductos, la contaminación de acueductos, la tala indiscriminada, la extracción de minerales, la alteración del cauce de los ríos, entre otras. Estas acciones, sumadas a los cambios abruptos que impusieron en los usos de las tierras y los ríos, al igual que en las actividades agrícolas, han generado daños ambientales gravísimos y aún no calculados. Tierras erosionadas por el abandono o uso inadecuado, fuentes de agua contaminadas por efecto del derrame de hidrocarburos, especies de fauna y flora extinguidas o en riesgo de extinción y reservas naturales invadidas son algunos de los impactos que la guerra ha causado en el medio ambiente (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, 2013).

Más allá del impacto del conflicto, también las actividades económicas están impactando negativamente la seguridad ambiental. Según el Atlas Global de Justicia Ambiental, para 2014 Colombia es el segundo país con mayores conflictos ambientales. En su mayoría estos conflicto están relacionados con los temas mineros “La minería es la principal fuente de despojo de la naturaleza en todos los rincones. Tal vez uno de los principales retos que enfrenta el país es cómo manejar el dilema entre el desarrollo económico y la conservación de sus recursos. Hasta el momento va ganando lo primero” (“Pesadilla ambiental”, 2014)

En cuanto al Índice de desempeño ambiental de la Universidad de Yale, Colombia aparece para 2014 en el puesto 85, en donde los peores resultados están en el manejo de la agricultura, los impactos a la salud de la población, el manejo de las fuentes hídricas, y la calidad y la cobertura del agua potable en el territorio nacional.

Como se puede evidenciar, la situación ambiental también presenta complejas problemáticas, y que en el marco de la Seguridad Humana, presentan el mismo grado de importancia que cualquiera de las demás dimensiones y que por lo tanto debe tener una destinación de atención y de recursos igual de importante en función de su relevancia para la vida y desarrollo completo del individuo y de los distintos grupos sociales del país.

Conclusión

El tema de la Seguridad Humana permite reconocer el impulso actual por construir una nueva relación entre los conceptos de guerra, paz y desarrollo económico, relación que coincide al intentar impulsar un cambio en las actitudes de quienes toman las decisiones, y que buscan partir desde el ser humano, con sus complejidades y necesidades, como el principal objetivo de las acciones de gobierno.

Estos tres elementos no son ejes de análisis aislados, a los que se pueda enfrentar por separado. Con una seguridad de características multidimensionales, en las que la amenaza armada es solo uno de sus elementos, es necesario que se establezcan las bases para dinámicas de paz positiva y de desarrollo humano sostenible. Este es un proceso lleno de dificultades y que solo puede ser construido mediante acciones amplias e incluyentes, y mediante procesos de “Construcción de paz”.

Lo que se busca es tratar de evolucionar desde un escenario internacional cada vez más inestable, en donde la globalización ha potenciado la ampliación de las brechas entre la población prospera y la periferia precaria, dinámicas que se reproducen al interior de cada Estado. Por esto, los principios humanísticos tienen la pretensión de ser universales, ya que las necesidades básicas del ser humano son las mismas alrededor del mundo, y no están contenidas por las fronteras nacionales.

La presencia de estas amenazas globales que impactan al ser en cualquier latitud, trae como consecuencia un desafío importante para la sociedad internacional actual, ya que enfrentarlos individualmente se convierte en una actividad poco práctica, por lo que las consideraciones sobre el replanteamiento de la soberanía en materia de garantía de la dignidad humana y el respeto de los derechos fundamentales, se hace cada vez más necesario. Sin embargo, pese a la demostración de lo necesario que se hace este cambio de mentalidad y su aplicación práctica, aún hay recelo y falta de voluntad política por parte de los gobiernos y la convergencia de las agendas, se dificulta.

La relación entre los temas de seguridad multidimensional, de establecer las bases de la paz positiva y de desarrollo humano sostenible, son elementos integradores que buscan un análisis multidimensional de las problemáticas del ser humano que se encuentran en su cotidianidad y que deben ser consideradas y por el gobierno. La ausencia de guerra no permite por sí misma la realización del ser, ni una paz estable.

La sociedad internacional como la evolución del sistema anárquico, debe estar vinculada estrechamente con el bienestar humano, con la garantía de sus derechos y con el impulso de sus facultades. Esta actitud progresivamente va ganando terreno en el campo práctico, sin embargo mucho aún está por trabajarse, y el soporte de las instituciones de gobernanza internacional es claves en este difícil proceso.

El análisis de los diferentes indicadores permite dimensionar la situación de la seguridad en Colombia desde un enfoque amplio y multidimensional bajo los esquemas de la Seguridad Humana. El conflicto armado que sufre Colombia desde mediados del siglo XX tiene un impacto crítico no solo en los temas militares, sino también en cuanto a las dimensiones políticas, económicas y sociocultura-les, permeando las distintas instituciones sociales y estableciendo unas lógicas de seguridad necesarias.

La necesidad de enfrentar los grupos armados ilegales lleva a que los esfuerzos en seguridad se concentren en la dimensión personal de la seguridad. Y en el marco de esta dimensión se presentan avances importantes. El conflicto armado entra en una fase de finalización y los indicadores de violencia se reducen sostenidamente, aunque la amenaza de transformación del conflicto hacia una lógica de crimen organizado debe ser enfrentada de forma contundente para impedir la mutación hacia otras formas de violencia en posconflicto.

Y es en este marco de posconflicto donde se da una urgente necesidad de establecer líneas de acción que permitan enfrentar las otras amenazas contra la seguridad del individuo. Como se pudo establecer el buen comportamiento de las variables económicas que experimenta el país en los últimos años no se ve reflejado directamente en la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población. El gran problema de la concentración de la riqueza muestra un país con en donde una elite reclama los beneficios económicos y la población mayoritaria se mantiene en condiciones precarias.

La oportunidad que brinda la finalización del conflicto de ocupar mayor atención y presupuestos en la mejora de las condiciones económicas, sociales, culturales e incluso ambientales debe ser aprovechada. De lo contrario, se puede dar la finalización del conflicto armado pero se continuará con el conflicto social.

 

4 Solo superado por Honduras (90,4), Venezuela (53,7), Belice (44,7), El Salvador (41,2),
Guatemala (39,9), Jamaica (39,3), Lesoto (38,0), Suazilandia (33,8), San Kitts y Nevis
(33,6) y Sudáfrica (31,0) (United Nations Office On Drugs And Crime, 2014).
5 Ver Devia, Ortega y Magallanes (2014) Violencia luego de la paz: escenarios de posconflicto en Centroamérica. Revista Republicana.
6 Los Estados con mejor IDH son Noruega (0,944), Australia (0,933) Suiza (0,917), Holanda (0,915), Estados Unidos (0,914), Alemania (0,911), Nueva Zelanda (0,91), Canadá (0,902), Singapur (0,901) y Dinamarca (0,9). Entro los sudamericanos: Chile es 41 (0,822), Argentina 49 (0,808), Uruguay 50 (0,79), Venezuela 67 (0,764), Brasil 79 (0,744), Perú 82 (0,737), Ecuador 98 (0,711).
7 Los Estados con mejor IDH son Noruega (0,944), Australia (0,933) Suiza (0,917), Holanda (0,915), Estados Unidos (0,914), Alemania (0,911), Nueva Zelanda (0,91), Canadá (0,902), Singapur (0,901) y Dinamarca (0,9). Entro los sudamericanos: Chile es 41 (0,822), Argentina 49 (0,808), Uruguay 50 (0,79), Venezuela 67 (0,764), Brasil 79 (0,744), Perú 82 (0,737), Ecuador 98 (0,711).
 

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