Estudios en Seguridad y Defensa, 18(36), 141-160

https://doi.org/10.25062/1900-8325.4655

Categorizaciones del terrorismo y la violencia de la extrema derecha estadounidense y europea

Categorizations of American and European far-right terrorism and violence

Edgar Ortiz ArellanoORCID logo

Universidad Nacional Autónoma de México

CITACIÓN APA:

Ortiz Arellano, E. (2023). Categorizaciones del terrorismo y la violencia de la extrema derecha estadounidense y europea. Estudios en Seguridad y Defensa, 18(36), 141-160. https://doi.org/10.25062/1900-8325.4655

Artículo de reflexión

Recibido: 5 dejunio de 2023 • Aceptado: 1 de diciembre de 2023

Contacto: Edgar Ortiz Arellano eortizarellano@comunidad.unam.mx


Resumen

El terrorismo aqueja a la sociedad global por la violencia y daños que provoca en las poblaciones, así como a la estabilidad de los gobiernos. A partir del siglo XXI, grupos e individuos de extrema derecha optaron por la vía violenta y la actividad terrorista como estrategia de operación, de ahí que el objetivo de este artículo fue el análisis del terrorismo en su forma actual, con especial énfasis en su relación con los movimientos de extrema derecha surgidos en los Estados Unidos de América y Europa. Con base en la literatura especializada y de los datos cuantitativos se llegó a la conclusión de que los hechos terroristas han disminuido en general, sin embargo, los incidentes violentos por parte de la extrema derecha radicalizada van en aumento de manera consistente.

Palabras Clave: Estado-nación; extrema derecha; radicalización; seguridad; terrorismo; violencia


Abstract

Terrorism afflicts global society due to the violence and damage it causes to populations, as well as to the stability of governments. Starting in the 21st century, far-right groups and individuals opted for violence and terrorist activity as an operational strategy, hence the objective of this article was the analysis of terrorism in its current form, with special emphasis on its relationship with the extreme right movements that emerged in the United States of America and Europe. Based on specialized literature and quantitative data, it was concluded that terrorist events have decreased in general, however, violent incidents by the radicalized extreme right are increasing consistently.

Key words: extreme right; Nation state; radicalization; security; terrorism; violence


Introducción

Desde fines del siglo xix hasta la época actual, el terrorismo ha sido una amenaza para la seguridad del Estado y sus componentes básicos (territorio, población y gobierno), pero a partir de los ataques a las torres Gemelas localizadas en Nueva York, Estados Unidos de América (EE. UU.), en el año de 2001, se retomó nuevamente para la comunidad internacional y en especial para Occidente (Immordino et al., 2018), como prioridad su combate y neutralización, aunque este fenómeno se venía atendiendo desde el período de la Guerra Fría.

El terrorismo concebido como una actividad violenta que pretende incidir sobre las decisiones políticas de una nación utiliza medios no convencionales para provocar miedo, zozobra y presión en la población, así como en las autoridades gubernamentales, de esta manera intentan alcanzar sus objetivos. Aquellos que perpetran actos terroristas justifican su proceder con argumentos y reivindicaciones de causas sociales, culturales, religiosas, entre otras, pretendiendo hacer pasar como legítimo el uso del sabotaje, la destrucción de infraestructura civil y militar, el asesinato selectivo y masivo de personas, entre otras actividades ilícitas, contrarias al Estado y su estabilidad, como únicas vías para lograr sus metas.

En los últimos quince años una forma peculiar de ataques de índole terroristas comenzó a ser más frecuentes tanto en los EE. UU. como en Europa, con reivindicaciones de índole racista, chovinista, xenofóbico, antigobierno y antimusulmán, entre otras expresiones, que se engloban en el extremismo de derecha. Cabe señalar que estas expresiones violentas no son nuevas o excepcionales, pero precisamente debido al auge que la derecha ha tenido en fechas recientes, estos ataque se han vuelto más frecuentes y visibles.

Este artículo se planteó como objetivo para analizar y categorizar al terrorismo perpetrado por los movimientos radicalizados de extrema derecha que han surgido en los EE. UU. y Europa, en los últimos quince años. Para lograr lo anterior, se realizó una revisión de la literatura especializada y de datos cuantitativos. El trabajo en un primer apartado presenta un marco teórico conceptual; en seguida se abordó la temática de la extrema derecha como fenómeno terrorista; en tercer lugar, se propone la discusión sobre el objeto de estudio; por último se presentan las conclusiones en donde se señaló que los hechos terroristas en general tienen una disminución a nivel global, sin embargo, los incidentes violentos por parte de la extrema derecha radicalizada van en aumento de manera consistente.

Marco teórico

El terrorismo, tal como se conoce en la actualidad, surge como un instrumento para obtener objetivos políticos a finales del siglo xix, para Skaik (2018) es la época de un nacionalismo generalizado vinculado a grupos de reivindicación social. En este contexto histórico existen dos acontecimientos insignia de esta ola de terror: el primero en Rusia con el asesinato (con explosivos) del zar Alejandro II, hecho ejecutado por la organización Nordnaya Volya [La voluntad del pueblo] el 13 de marzo de 1881; y el segundo realizado en Irlanda en 1873 por el grupo denominado Clan na Gael que llevó a cabo emboscadas a las fuerzas del orden y bombardeo a edificios públicos, con el fin de usar el terror como una forma de propaganda para llamar la atención sobre sus demandas.

El terrorismo es un acto de violencia, una forma de agresión sobre el bios social y todas sus manifestaciones, este fenómeno pretende alterar a la vida humana y todo aquello necesario para su existencia, en este sentido, se puede decir, con base en Velias y Corr (2017), que ataca los lugares que pudiesen ser considerados seguros y de actividad cotidiana lo cual provoca mayor incertidumbre y ansiedad en una población que tiene la percepción de que puede ser blanco de un posible ataque. Entonces, los actos de un terrorista tienen inicialmente los componentes de ser: 1) violentos; 2) dirigidos a la población y 3) provocan altos niveles de incertidumbre, pero, estos tres elementos no son suficientes para dilucidar sobre las posibles categorizaciones del hecho terrorista. Vasiliauskienè y Vasiliauskas (2020) consideran que es necesario tener cuando menos dos elementos, uno de carácter objetivo-fáctico y el otro de índole subjetivo-ideológico: “El elemento objetivo significa que hubo un acto delictivo causante del daño cometido, y el elemento subjetivo exige una cierta motivación y fines de los autores del hecho” [traducción propia], (p. 97). El primero se refiere al hecho delictivo que genera el acto terrorista y el segundo a las motivaciones a nivel personal o grupal para realizar las acciones de terror, estas últimas son más complicadas de determinar por su carácter subjetivo.

El componente que puede ser definitorio para categorizar al terrorismo es que es un acto con fines políticos (Held, 2004), y pretende —a partir del terror que provoca en la sociedad— presionar para cambiar el estatus quo, el orden político imperante o las políticas públicas que implementa un gobierno. El combate al terrorismo, así como las actividades relacionadas con la seguridad nacional tienen un carácter de índole político, esto en la realidad significa que un ataque terrorista puede ser realizado de manera directa o indirecta para conseguir un objetivo político, un grupo dedicado al terror puede buscar dañar desde la esfera de lo económico, lo religioso o lo social para impactar en las decisiones del gobierno, el fin último del acto de terror es el cambio en la actividad política. En este sentido, Couto et al. (2021) señalan que:

Las consecuencias directas del terrorismo incluyen la pérdida de vidas y la destrucción de bienes, capacidad para responder a emergencia, restauración de sistemas afectados e infraestructuras, y la prestación de servicios temporales de asistencia vital, cuyos costes suelen estar asociados con un período corto de tiempo. Sin embargo, el terrorismo tiene otras importantes consecuencias indirectas, como interferencia en la confianza de los inversores y los costos crecientes de las políticas antiterroristas [traducción propia] (pp. 962-963).

El terrorismo se presenta como un acto que se aleja de los conflictos bélicos tradicionales y puede acercarse, como señala Manwaring (2021), a otras formas de violencia como la subversión, el crimen (organizado) y la insurgencia, las cuales pueden socavar las capacidades del gobierno; cambiar la política exterior de un país; aislar comunidades raciales o religiosas; intentar constituir Estados dentro de otros Estados y concretar acciones que hagan el máximo daño al menor costo, socavando la legitimidad y estabilidad de una sociedad.

Para Tillman (2021), es relevante que en la definición y categorización de una acción terrorista se consideren tres elementos sustantivos: fines; formas y medios (véase tabla 1), estas condiciones permiten ubicar más allá de las prescripciones jurídicas lo que pudiera ser o no un acto terrorista, cabe señalar que Tillman propone que cuando menos dos de estas tres condiciones son necesarias para que un acto de violencia sea considerado como terrorista.

Tabla 1. Elementos para definir actos terroristas

Fuente: Tillman (2021, p. 2). Elaboración propia.

Para Dubuisson (2017), el concepto de terrorismo deliberadamente ha quedado en la indefinición por consideraciones políticas de los gobiernos, especialmente se ubican dos razones, la primera era que los Estados occidentales no querían que algunas de las acciones realizadas por sus ejércitos, tanto en tiempos de paz como de guerra, fueran consideradas como terrorismo de Estado y, por otra parte, los países del Tercer Mundo deseaban que se descartara que los movimientos de liberación nacional (en sus diversas modalidades) estuviesen contemplados como grupos terroristas. Los ataques terroristas pueden ser perpetrados por grupos altamente organizados, así como por individuos que no necesariamente tienen relación directa con alguna organización con la cual se identifican, pero sí tienen la suficiente motivación para cometer un acto de terror sobre una población determinada, en este sentido el actor solitario (también llamado lobo solitario) se ha desarrollado con relevancia en los EE. UU.:

El terrorismo de un solo actor es particularmente frecuente en los EE. UU., con tasas que son mucho más altas que las de todos los demás países. Entre 1970 y 2010, los ataques de un solo actor en ese país aumentaron en un 45 % por década (22 a 32 ataques por década), y la cantidad de personas asesinadas aumentó de cuatro en la década de 1960 a 115 en la de 2010. Las tasas en la Unión Americana continuaron aumentando, en 2020 se registraron al menos 30 ataques y 20 muertes en los EE. UU. y Canadá [...] [traducción propia] (Tillet, 2021, pp. 3-4).

Estos datos presentados con respecto al aumento de los hechos violentos perpetrados por actores solitarios contrastan con la reducción generalizada de los ataques terroristas en el mundo. Según Miller (2019), el número total de incidentes terroristas en el mundo durante el año 2018 fue de 9,600, pero entre los años 2014 y 2018 se presentó de manera constante una reducción de estos ataques de hasta el 43 por ciento a nivel mundial. Para el año 2019 el número de actos terroristas fueron de 8,500 (Miller 2020), también los fallecidos en estos hechos se han reducido de manera constante.

El promedio de ataques (presentados en la tabla 2) de los tres últimos años (que el National Consortium for the Study of Terrorism and Responses to Terrorism, conocido como START, tiene consolidados hasta 2019), es de 9,667 y el correspondiente a fallecidos es de 23,227, datos que reflejan cifras cercanas al año 2017, lo cual indica que no hay grandes variaciones especialmente en el número de incidentes en términos generales; por otra parte, la tasa de variación entre los años presentados en la tabla 2, señala que sí hay una disminución tanto del número de incidentes como en el de fallecidos: la tasa de variación entre el año 2017 y 2018 en cuanto ataques es de -12 por ciento, y del 2018 al 2019, es de -11 por ciento, en ese último año hay un ligero repunte de actividad terrorista.

Tabla 2. Ataques terroristas en el mundo en los años 2018 y 2019

Fuente: Miller (2020, 2019, 2018). Elaboración propia.

La violencia política como elemento característico del terrorismo se revisará a continuación, también permeó en las organizaciones de extrema derecha en particular, según Latif (et al., 2020), en el supremacismo blanco de finales del siglo xx y principios del xxi, que ha proclamado el racismo, la misoginia, el antisemitismo, la xenofobia como banderas para justificar la violencia como una táctica razonable, debido al genocidio que sufre la raza blanca (europea) como resultado de las diferencias en las tasas de natalidad y la inmigración lo que llevará de manera inevitable a una guerra racial entre blancos y no blancos, por lo tanto, los actos violentos son necesarios.

Terrorismo y extrema derecha

El fenómeno que en las últimas dos décadas ha ido en aumento con respecto a los ataques terroristas, es la participación de los grupos extremistas de derecha tanto en los EE. UU., como en Europa en ellos, aunque como ya se mencionó, no es nueva la presencia de la extrema derecha en actos terroristas, pues esta data desde los años 70, pero en la actualidad tienen, según Daniel Koehler (2019), mayor ocurrencia y número de víctimas, visibilidad mediática y posibilidades reales de socavar el orden democrático en los países donde anida:

La violencia de extrema derecha ataca directamente los fundamentos de la cultura democrática: el pluralismo y la tolerancia. Infunde miedo entre sus víctimas, negando el statu quo del monopolio de la fuerza establecido por el Estado de derecho. Esto significa que incluso si no se clasifica legalmente como “terrorismo”, la violencia de extrema derecha puede tener efectos de deterioro a largo plazo en la sociedad Koehler. (2019, p. 13)

Para Rapoport (2021) este auge de extremismo de la ultraderecha que desemboca en actos de violencia se puede considerar como la Quinta Ola del terrorismo, que si bien en los años 90 tiene sus raíces es durante la administración del presidente Trump donde las milicias, organizaciones antiinmigrantes, neonazis y/o abiertamente racistas agrupadas en la llamada Alt-right, entre otros tienen un auge relevante, de hecho “[...] los crímenes de odio aumentaron dramáticamente en los Estados Unidos contra personas de color, grupos religiosos y judíos. Más de 1,700 ocurrieron en 2017” [traducción propia] (Rapoport, 2021, p. 914). En Europa Occidental, la aparición de la Nueva Derecha Europa, que promueve grupos como Generation Identity (Richards, 2019), han dirigido sus ataques de odio especialmente hacia musulmanes y migrantes no europeos. Es importante mencionar el hecho de que, aunque se presenta una quinta ola protagonizada por la ultraderecha estadounidense y europea, no significa que existan otras formas terroristas y con motivaciones diversas que son propias de las olas anteriores (véase tabla 3). Por ejemplo, según el Global Index Terrorism (Institute for Economics & Peace, 2022, 2020) los grupos terroristas identificados con el terrorismo religioso como el Talibán, Boko Haram, Al Shabaab y el Estado Islámico de Irak y el Levante que operan en África, así como en Oriente Medio, son hasta el momento los grupos terroristas más letales y con mayor actividad hasta el momento.

Tabla 3. Olas terroristas propuestas por Rapoport

Fuente: Auger (2020), Rapoport (2004, 2021). Elaboración propia.

Para Cass Mudde (2010), la clave sustantiva de la derecha radical (populista) es la ideología del nativismo, que consiste en que un Estado debe estar conformado por un solo grupo nativo (una nación), y todas aquellas personas o ideas que no son nativas se consideran como amenaza a la homogeneidad nacional. Este pensamiento se encuentra frecuentemente en la historia del mundo occidental (especialmente en los EE. UU.). Este concepto base se vincula con la idea de Estado-nación, es decir, una nación (exclusivamente) debe tener su propio Estado y viceversa. Este principio estará de alguna manera presente en la mayoría de estos grupos radicales de extrema derecha, aunque con diversos matices, en este sentido, los sectores sociales, compuestos por población proveniente de otros países (migrantes), son un blanco para perpetrar actos de violencia terrorista, “[...] por ejemplo, algunos partidos europeos de extrema derecha —como Fidesz en Hungría y Partido por la Libertad (PVV) en los Países Bajos— y la ideología de extrema derecha de EE. UU. representan a los extranjeros como amenazas al eurocentrismo, etnonacionalismo, así como desafíos a las estructuras sociales tradicionales” [traducción propia] (Klein, 2021, p. 2). Un ejemplo de este discurso radical es el del estadounidense antisemita y antiimigración Kevin MacDonald, quien considera que es necesario tener y defender un etnoestado que garantice los intereses étnicos, en este caso, de los europeos blancos (2004).

La realidad es que las combinaciones de ideologías de extrema derecha pueden ser muy amplias y en algunos casos sumamente sui generis, un caso de ellos lo documentó Koch (2022) al investigar a la Order of the Nine Angles organización de extrema derecha de los años 70 en Gran Bretaña, que mezclaba satanismo con principios neonazis. Por otra parte, tomando como base los argumentos de Collins (2021) son el nacionalismo cultural, el étnico y el racial (véase tabla 3), los tres grandes ejes del discurso de extrema derecha, que tendrán su auge a partir del año 2008 (con la llegada de Barak Obama a la presidencia de los EE. UU. en el año 2009) y su punto culminante durante la administración de Donald Trump. En el caso de Europa, para Karčić (2022), el nativismo político europeo es mucho más antiguo que el estadounidense, ya que desde el establecimiento de las naciones históricas se manifestó, luego continuó con mayor intensidad durante el período de descolonización después de la II Guerra Mundial hasta la fecha.

Tabla 4. Variantes del discurso nacionalista extremo

Fuente: Collins (2021). Elaboración propia.

Estos tres grandes bloques se atomizan en diversas corrientes de tipo fascistas, chovinistas, nativistas, antiinmigrantes, islamofóbicos y antisemitas (Collins 2021), cabe señalar que muchas de estas organizaciones tanto en los EE. UU. como en Europa pueden tener las tres narrativas antes descritas de manera explícita y otras por su ambigüedad pueden intentar rehuir de ser clasificadas como organizaciones extremistas. Uno de estos casos es Proud Boys, que opera en los EE. UU, Jensen et al. (2022b) indican que esta organización se declara ajena a posiciones racistas o que puedan rayar en actividades ilícitas, pero su discurso es de supremacismo blanco y misoginia, además de que ha sido ubicado en actividades criminales como homicidio, conspiración para destruir edificios y propiedades y terrorismo. Por lo menos seis personas han sido asesinadas o heridas por esta organización, en hechos tanto premeditados como espontáneos.

Este ejemplo, pone de relieve cómo las organizaciones extremistas o terroristas pueden utilizar como estrategia algunos discursos relativamente válidos para ciertos sectores de la sociedad, pero en la práctica realizan actos criminales que bajo ninguna forma pueden ser aceptados como recursos legítimos para obtener sus intereses. La popularidad de los movimientos de extrema derecha, especialmente en los EE. UU., se debe en buena parte, según Baele et al. (2021), a una decidida presencia on line a partir de foros virtuales como los son 4chan; 8kun y 16chan, entre otros, donde se promueve un discurso de odio y apología de la violencia.

Para Wieviorka et al. (2021), la aparición de la extrema derecha en Europa y EE. UU. responde primeramente a factores como son los cambios y dificultades económicas que ha atravesado el mundo en su conjunto; la politización de los fenómenos migratorios; el reajuste en los sistemas políticos clásicos y su ineficacia para resolver nuevos problemas; la expansión del populismo (como forma embrionaria de la radicalización) y el nacionalismo como discurso político. Cabe señalar que para Wieviorka el surgimiento de las nuevas derechas y su radicalización comenzó desde los años setenta y se consolidó en la década de los ochenta, además para él, es importante señalar que dependiendo de la región, país o comunidad estos movimientos tienen diferencias y temas que les son de interés.

Entre los años 2015 a 2019 el número de ataques por motivaciones raciales y étnicas fue de 247 teniendo un total de 203 personas asesinadas (Miller, 2020), en este sentido, el promedio de incidentes por año es de 49 incidentes y de 41 personas fallecidas (véase tabla 5). Si revisamos las variaciones porcentuales del número de ataques entre los años 2015 a 2017, se puede observar una tendencia al alza de manera acelerada, ya que las variaciones son: entre el año 2016 con respecto al anterior de 24 por ciento, pero para el 2017 la variación es de 100 por cierto, es decir, los incidentes se duplicaron. En 2018 tienen un descenso significativo de -61 por ciento, y nuevamente en 2019 retoma su tendencia al alza. En cuanto a víctimas fatales, la tendencia era la baja en los primeros años de la serie, pero para 2018 la variación porcentual fue de un 238 por ciento y de ese año con respecto a 2019 hubo un aumento de 65 por ciento, es decir, cada vez hay más ataques y más personas que mueren por estos hechos (véase gráfica 1).

Tabla 5. Ataques realizados por motivaciones racistas y/o étnicas

Fuente: Miller (2020, p. 5)

Gráfica 1. Evolución y pronóstico de número de incidentes y fallecidos en ataques cometidos por razones étnicas y raciales

Fuente: Miller (2020, p. 5). Elaboración propia.

Al calcular una tendencia (por método de mínimos cuadrados), se obtiene que la proyección para los años 2020 al 2022 de posibles ataques de la extrema derecha es hacia al alza, alcanzando una expectativa de hasta 65 posibles incidentes y llegar hasta un aproximado de 122 fallecidos en el año 2022 (véase tabla 6 y gráfica 1). Es importante enfatizar que estos pronósticos o tendencias son sólo una aproximación que quizás no necesariamente coincidirá con los datos exactos por parte del Global Terrorism Database de START, una vez que se tengan, pero este tipo de proyecciones ayuda a observar la tendencia de las actividades violentas por parte de la extrema derecha en Europa y EE. UU.

Tabla 6. Pronóstico de ataques realizados por motivaciones racistas y/o étnicas

Fuente: elaboración propia

La acción terrorista no se puede justificar de ningún modo, pero Greitens et al. (2020) explican que algunos grupos étnicos (como, por ejemplo, las minorías musulmanas de la región de Uyghur, China) al sentir opresión por parte de sus gobiernos centrales (que son de diferente etnia) pueden percibir que la única manera de liberarse de las condiciones de injusticia en las que viven es a través de emprender una estrategia basada en el terrorismo, el separatismo y el extremismo, lo que conllevaría a que los órganos de seguridad del Estado realicen acciones de contraterrorismo que están dirigidas a reducir o neutralizar las capacidades de esta actividad terrorista.

Una categoría que también debe ser incluida es el extremismo de derecha de antigobierno o milicias [militia] es que estos grupos pretenden desconocer al gobierno central de un país, por considerarlo ilegítimo, así como violatorio de sus derechos fundamentales. En EE. UU. estas organizaciones se encuentran vinculadas a un tema que particularmente está aquejando a ese país: la creciente presencia del extremismo en miembros de sus fuerzas armadas, lo cual potencia las capacidades de estos grupos beligerantes al contar entre sus filas con individuos con entrenamiento militar y experiencia en combate, lo cual a todas luces los vuelve sumamente peligrosos, además de que el adiestramiento en el uso de armas de fuego se replica de manera eficaz entre la membresía extremista. Los datos señalan que:

Desde 1990 hasta julio de 2022, al menos 545 personas con antecedentes militares estadounidenses cometieron actos delictivos que fueron motivados por intereses políticos, económicos, sociales o religiosos. En esta cifra se incluyen a 151 personas que enfrentan cargos por su participación en el ataque al edificio del Capitolio el 6 de enero de 2021 [traducción propia] (Jensen et al., 2022a, p. 3).

Es importante señalar que el asalto al Capitolio de los EE. UU. fue un momento cumbre para los grupos de extrema derecha, porque especialmente durante el gobierno de Donald Trump, crecieron en número de membresía y presencia política, bajo la égida de una narrativa antiinmigrante que el mandatario de ese país utilizó de manera permanente. Al apropiarse de manera violenta del epicentro del poder público fue relevante debido a la carga simbólica que tenía el hecho de que estos individuos se tomaran el edificio legislativo, ya que consideran representa la opresión a sus legítimos intereses.

Por otra parte, Jensen et al. (2022) afirman que los miembros pertenecientes a las fuerzas armadas que son integrantes de una organización extremista (sea esta de derecha o izquierda) cuando menos el 49 por ciento se encuentra en grupos antigobierno o milicias; 32 por ciento en organizaciones de supremacismo blanco; el resto del porcentaje se reparte de forma muy fraccionada en agrupaciones con inspiración jihadista; teorías de la conspiración/cultos; supremacismo masculino; antiaborto; nacionalismo negro/separatistas; anticapitalistas/anarquistas; ambientalistas/defensores de animales. Como se observa, los grupos de extrema derecha como las milicias y de supremacismo blanco son los más atractivos para aquellos que son o fueron miembros de las fuerzas armadas, especialmente, se integran a organizaciones como Boogaloo Movement; The Sovereign Citizen Movement o SovCit; Oath Keepers, Ku Kux Klan; Proud Boys y Arian Nations.

En el caso europeo hay similitudes con los EE. UU., pero con aspectos peculiares, debido a que la narrativa predominante, para Jones et al. (2020) ha sido la del Gran Reemplazo, este argumento sostiene que se está dando un reemplazo sistemático de la población europea (blanca) originaria, por una no europea, como consecuencia se suscitan ataques hacia migrantes y musulmanes, como parte del programa ideológico de estas organizaciones. Con base en Pauwels (2021), las tendencias de estos grupos de extrema derecha europea son: 1) neonazis; 2) neofascistas/ultranacionalistas; 3) antinmigrantes/musulmanes; 4) movimientos identitarios; 5) movimiento de ciudadanos soberanos y 6) extremistas de temática única (como los grupos de supremacismo masculino). Estas tendencias se manifiestan en organizaciones abiertamente violentas como lo es Combat-18 (de tendencia neonazi) que propone la repatriación por cualquier medio de asiáticos y africanos, la eliminación sistemática de personas no blancas o mezcladas, así también de judíos, entre otros (Jones et al., 2020).

Otras organizaciones que sobresalen son Identitäre Bewegung Deutschland (IBD) en Alemania y con ramificaciones en Austria y Holanda; Blood & Honour (B&H) en Gran Bretaña y Portugal; Generation Identity en la República Checa y Soldiers of Odin en Bélgica (European Union Agency for Law Enforcement Cooperation, 2018), entre muchos y heterogéneos grupos de extrema de derecha que usan la violencia de manera sistemática, cabe señalar que todas estas organizaciones se encuentran de una u otra manera interrelacionadas:

Los extremistas violentos de derecha sostienen enlaces internacionales, por ejemplo, a través de participación en conciertos y mítines en fechas de acontecimientos históricos en una variedad de Estados miembros de la UE. También se observó que la comunicación en línea fortalece los vínculos internacionales entre la extrema derecha, utilizando el inglés como lingua franca (Grinyer y Pazos, 2020, p. 64).

En términos generales, se puede proponer que tanto en Europa como en los EE. UU. existen condiciones que pueden ser precursores del terrorismo especialmente el doméstico, como lo son las condiciones socioeconómicas de una nación, la cual ante condiciones generalizadas de pobreza y de poca movilidad social pueden orillar a ciertos actores buscar en las acciones de terror los cambios sociales necesarios para obligar al gobierno en turno a realizar políticas que reviertan la pauperización de la población; en este sentido Doering y Davies (2019) demostraron que un aumento en el ingreso per cápita y en el crecimiento económico reduce los incidentes violentos provocados por los grupos de la extrema derecha en países como EE. UU, Francia y Reino Unido, pero, por otra parte, estos resultados señalan que no podrían ser considerados como una generalidad para otros países, ya que las condiciones para la aparición de actividad terrorista es el resultado de contextos muy particulares de cada país. Por ejemplo, un régimen autoritario puede ser susceptible a que surjan movimientos que tengan como objetivo derrocarlo, porque lo consideran injusto o ilegítimo, de ahí que opten por acciones dirigidas a vulnerar el poder político y la violencia es la herramienta elegida o más próxima que tienen para lograr sus fines.

Discusión

El fundamento ideológico de las derechas actualmente, se basa según Jasbir Puar (2017), en la supremacía de la blanquitud, la familia y sus valores, en la fe religiosa, el rechazo al matrimonio gay, el libre mercado y el statu quo de pobreza de los inmigrantes, bajo ciertas condiciones de inestabilidad política, precariedad económica, ineficacia gubernamental, percepción permanente de que existen amenazas exteriores, pueden provocar un caldo de cultivo para el odio racial, la xenofobia, los discursos de odio, la homofobia y el rechazo al gobierno legítimamente establecido y estos se traducen en acciones violentas que pueden llevar al terrorismo y violencia.

El terrorismo de la derecha radical y sus variantes se encuentran enmarcadas, como señala Bury (2022), en la globalización, la revolución tecnológica, así como en la multiplicidad de amenazas transnacionales en una era posfordista, caracterizada por la centralización del control de gestión, pero que simultáneamente descentraliza las decisiones, es decir, pone énfasis en los enfoques operativos no lineales tendientes a la creación de redes, son estas lógicas organizacionales que tanto los ejércitos como los grupos terroristas asumen en el siglo xxi para volverse más eficaces. Aquí es relevante señalar que el orden global que surgió de la Guerra Fría, con una clara ideología liberal y con la pretensión de construir un orden de paz y de prosperidad (Mearsheimer, 2019), no ha podido resolver la proliferación de amenazas como el terrorismo, de hecho sin el equilibrio que se vivió después de la II Guerra Mundial, los grupos que intentan realizar actividades terroristas pueden multiplicarse y la tentación de que algunos Estados-nación financien a estas organizaciones siempre será constante. Por ejemplo, los constantes conflictos que los EE. UU. tiene de manera permanente con China y Rusia (Parrott, 2022) podría orillar a las partes beligerantes a la utilización de tácticas de guerra de baja intensidad que pudiesen ser consideradas de tipo terrorista o a auspiciar grupos extremistas tanto de derecha como de izquierda.

Por otra parte, se debe considerar que existen otros grupos que practican la violencia como método de acción política y no necesariamente son organizaciones terroristas, es decir, los movimientos o grupos de insurgencia, definidos como las colectividades que crean estructuras formales de control y comando con el fin de tomar por la vía violenta el poder político, según Byman (2021), son organizaciones que a menudo usan el terrorismo como un método válido para lograr sus objetivos, ya que este es un instrumento de violencia política con efectos psicológicos en la población. Elliot (2022) argumenta que cuando los grupos, redes o individuos que cometen actos terroristas eligen de manera correcta los adecuados blancos de ataque, se pueden lograr los cambios deseados en la agenda política y, en ese sentido, consiguen una victoria sobre el Estado. Pero la realidad es que el hecho de catalogarlos como organizaciones terroristas depende en buena medida de las decisiones políticas por parte de la clase gobernante, o en su defecto si se percibe que son “[...] una amenaza significativa para el Estado o sus intereses” [traducción propia]. (El Masri y Phillips, 2021, p. 2)

Hay múltiples factores que pueden provocar la aparición de actores al interior de una sociedad que optan por la violencia política como vía válida para alcanzar sus metas. Coccia (2018) sostiene la hipótesis de que existe una relación entre altos índices demográficos y el surgimiento del terrorismo (así como del aumento de las tasas delictivas), en sociedades que además presentan condiciones socioeconómicas complicadas ya que hacen que las estructuras sociales estén en constante estrés. Además señala el investigador que “[...] el terrorismo prospera en ciertos entornos al vincular factores demográficos a la aversión ambiental entre regiones. En particular, el terrorismo puede deberse a altas tasas de crecimiento de la población que pueden generar desviación cultural, frustración e ira de los jóvenes” [traducción propia] (pp. 95-96). Por otra parte, argumenta que es posible que “sociedades con bajas tasas de crecimiento poblacional, alto nivel, calidad de vida y múltiples oportunidades de progreso de las jóvenes generaciones hacen poco probable que produzcan terrorismo” [traducción propia] (p. 95).

Condiciones externas inusuales y fenómenos no contemplados pueden ser detonantes de la violencia generada por el terrorismo y en el caso de la violencia de la extrema derecha se encuentra vinculada a factores socioeconómicos y demográficos propiciados por las intensas migraciones que se han producido hacia Europa Occidental y EE. UU. El caso más conocido es el ataque perpetrado el 11 de septiembre de 2001 en Nueva York a las torres Gemelas ubicadas en Manhattan. Este hecho provocó que los ataques terroristas sean mucho más visibles e incluso que fueran la motivación para que otros grupos radicales realizaran actos similares.

También el espacio académico en cuanto a estudios sobre terrorismo —señala Phillips (2021)—, se vieron afectados con un incremento masivo de publicaciones e investigaciones sobre este tema, abordando perspectivas desde la ciencia política hasta la psicológica.

Otro fenómeno relevante en fechas recientes es la aparición de la pandemia conocida como COVID-19, que si bien por su peligrosidad y alta capacidad de contagio pudiese pensarse que inhibiría las actividades de los grupos o individuos que desean hacer actos terroristas, pero, para ELDoh (2020), este hecho fue percibido como una oportunidad para que los grupos terroristas bajo el argumento de proteger a sus seguidores tomaran la iniciativa y lanzaran ataques, además de que aprovecharon la debilidad de los gobiernos y los recortes presupuestales en materia de inteligencia, seguridad, fuerzas armadas, debido a que canalizaron recursos para atender la emergencia sanitaria. Un ejemplo de este incremento fue el ISIL que en el 2020 —en plena pandemia— perpetró más de 566 ataques en Irak, además, intentó aumentar su presencia en Siria.

Para Kunst et al. (2021), los factores motivantes para realizar actos terroristas pueden categorizarse en dos grandes tipos de explicaciones (véase tabla 7): 1) individualista y 2) estructuralista; las cuales no son excluyentes entre sí y pueden abrir el abanico de posibilidades que existen para que ocurra un hecho de terrorismo y con ello quizás generar políticas públicas de prevención más eficientes. Pero en cualquiera de los dos casos, estos actos intentan dañar a la población e interrumpir la actividad cotidiana del gobierno y de los servicios que ofrece a la población, por lo que, según Grizold (1994), este tema debería estar bajo competencia de las áreas de seguridad nacional y ser eje importante en el diseño de políticas públicas para seguridad.

Tabla 7. Enfoques explicativos del terrorismo

Fuente: Kunst (2021, p. 2). Elaboración propia.

Más allá de las motivaciones para cometer actos terroristas y el interés académico que pueda provocar el dilucidar las fuentes internas del individuo para cometer actos violentos en contra de una sociedad o gobierno (y quizás también con ello generar políticas públicas en prevención del extremismo y el terrorismo), lo que es imperativo es identificar con claridad los modos de operación, conductas y posibles blancos de los grupos que ya están realizando acciones violentas, esto con el fin de neutralizarlos de manera inmediata. Por lo tanto, para Mir (2018), los grupos terroristas pueden ser perfilados a partir de examinar sus niveles de capacidad operativa, bases organizativas, acción colectiva y sus relaciones políticas:

Las capacidades operativas comprenden los recursos que utilizan los grupos armados para lograr sus objetivos políticos, incluidos dinero en efectivo, planes de ataque, preparación, centros de entrenamiento, armas, depósitos de municiones, instalaciones para fabricar bombas y personal especializado. Las bases organizativas se refieren a los lugares donde los grupos armados eligen vivir y donde establecen su base de operaciones. La acción colectiva incluye actividades como el reclutamiento y la retención de miembros. Las relaciones políticas implican los lazos con grupos cercanos, desde la colaboración hasta las hostilidades activas [traducción propia] (Mir, 2018, p. 49).

Bajo esta lógica, las fuerzas de seguridad del Estado tendrían que construir mecanismos y estructuras de seguridad que permitan perfilar y prever el surgimiento de grupos o individuos extremistas que pudieran realizar actos terroristas, eso implicará acciones de disuasión que se caractericen, como indica Kirisci (2019), por mostrar la fortaleza y amplio despliegue de la fuerza pública a lo largo del país (como pueden ser las policías nacionales, gendarmería o guardia nacional), así como contar con una burocracia civil eficaz, transparente, profesional que ejerza de manera efectiva control sobre los aparatos de seguridad y con ello disminuir la corrupción así como la inefectividad de la implementación de políticas públicas contraterroristas. También se debe de considerar que las condiciones generadas a partir del 2020 con el Covid-19 hizo que las acciones en contra del terrorismo fueran más complicadas (United Nations, 2020) debido al aislamiento y redirección de esfuerzos gubernamentales para el combate a dicha enfermedad. Hay que señalar que el sector privado también puede ser víctima del terrorismo y es de vital importancia que se prepare para posibles ataques que afecten de manera severa la actividad económica de las empresas (Phelps, 2020).

Conclusiones

El terrorismo está estrechamente vinculado al ámbito de la política y al intenso desarrollo que el Estado-nación tuvo a finales del siglo xix; y sus motivaciones han ido cambiando en función de las condiciones económicas, sociales e ideológicas de ciertos momentos históricos, como fue el auge de los movimientos revolucionarios anarquistas, pasando por las luchas de descolonización del siglo xx, los grupos radicales de izquierda, el fundamentalismo religioso, hasta llegar a las eclécticas facciones de extrema derecha. Cada fase u ola tiene características propias, pero, también en todos los casos, hay dos elementos claves: el objetivo de provocar terror en la población y atacar a las instituciones del Estado desde el punto de vista material como ideológico, con estas coincidencias básicas se puede construir definiciones suficientemente claras para poder tipificar cuando un acto de violencia es o no terrorismo.

Los datos cuantitativos indican una constante reducción de los incidentes terroristas a nivel global, así como de las víctimas fatales, pero para el bloque Occidental la principal preocupación debe ser los grupos de extrema derecha que al radicalizarse en muchas ocasiones pasan a la acción terrorista, estas organizaciones utilizan el discurso nacionalista, el supremacismo blanco, el eurocentrismo, la xenofobia y el racismo como soporte ideológico para justificar sus actos de terror. Las actividades terroristas y delictivas de los grupos de extrema derecha han ido de manera paulatina creciendo en EE. UU. y en Europa occidental, esto incluye los incidentes perpetrados por lobos solitarios, los cuales han aumentado como resultado de la eficacia que demuestran estos ataques, pero también con el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas, prácticamente en todo el mundo, ya que presentan a la violencia como vía asequible para lograr supuestas reivindicaciones sociales, pero que en realidad pueden afectar de manera significativa a grupos que pudieran estar en situaciones de vulnerabilidad (por ejemplo, migrantes, minorías étnicas, personas no europeas, etcétera).

Pareciera que en la Quinta Ola del terrorismo, efectivamente los protagonistas son los grupos de extrema derecha que deciden la vía violenta para lograr sus objetivos así como presencia mediática, pero esto no descarta que otros grupos con diversas posturas ideológicas sigan activos, en ese sentido las instancias de seguridad de los Estados-nación y de la comunidad internacional tendrán que seguir en el proceso de categorización y clasificación de la actividad terrorista, para con ello tener la base para construir estrategias y operaciones proactivas de índole contraterrorista, en un escenario complejo. La actividad de los extremismos debe ser atendida desde el origen de las diversas problemáticas que enfrenta el orden global, por lo que las soluciones definitivas al fenómeno terrorista no se tendrán en el corto y mediano plazo.

Declaración de divulgación

El autor declara que no existe ningún potencial conflicto de interés relacionado con este artículo.

Autor

Edgar Ortiz Arellano. Doctor en gestión estratégica y políticas del desarrollo; maestro en administración de negocios internacionales licenciado en ciencia política. Es egresado del Curso Combatiendo a las Redes de Amenazas Transnacionales (2021) del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa William J. Perry. Actualmente es catedrático en la Universidad Nacional Autónoma de México.

ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0907-7261

Contacto: eortizarellano@comunidad.unam.mx


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