Artículo
Estudios en Seguridad y Defensa 10(19): 5-15, 2015

La frontera del Caribe y la región andina: un corredor estratégico de la guerra colombiana1

Andrea Lisette Aparicio Castro2

 

1 Artículo de investigación resultado del trabajo de grado “Dinámicas especiales de la guerra interna en Colombia: El análisis de tres macroregiones”, dirigido por Ricardo Esquivel Triana (PhD.) y presentado a la Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales, Escuela Superior de Guerra.
2 Magister en Seguridad y Defensa Nacionales, ESDEGUE. Socióloga, Universidad Nacional de Colombia. Asistente de investigación, Instituto de Estudios Urbanos, Universidad Nacional. Correo electrónico: alaparicioc@gmail.com.

 

Recibido: 22 de enero de 2015
Aprobado: 17 de marzo de 2015


Resumen

La frontera interna entre el Caribe y la región andina se ha caracterizado por haber tenido -en las últimas dos décadas- un papel relevante en la dinámica de guerra interna nacional. Tanto así, que dentro de las 14 áreas estratégicas que define la fuerza pública, 7 están dentro de esta macroregión. Para conocer la razón de este esfuerzo militar, el presente artículo pretende determinar la dinámica espacial de la guerra Interna en los territorios de dicha macroregión. Como se deduce, el presente estudio se Inscribe en el campo de la Seguridad Nacional.


Palabras claves: Dinámica espacial, guerra interna, macroregión, frontera interna.


Abstract

The internal boundary between the Caribbean and the Andean region has been characterized for having -In the last two decades an important role in the dynamics of national civil war. So much so that within the 14 strategic areas that define the security forces, 7 are within this macro region. To know the reason for this military effort, this article aims to determine the spatial dynamics of the internal war in the territories of the macro region. As is apparent, the present study falls within the field of Homeland Security.


Keywords: Spatial dynamics, internal war, macro región, internal border.


 

En el segundo semestre del año anterior, las zonas del Atrato (y el Urabá chocoano), el Urabá antioqueño, el nordestes antioqueño, el Bajo Cauca, el Magdalena Medio y el sur de Bolívar en Colombia tuvieron una gran mediación por parte de la prensa nacional, debido a los resultados en dichos territorios de las elecciones presidenciales que se dieron en junio de 2014. Teniendo en cuenta que en estas regiones la intensidad de la guerra es alta, cobra relevancia el hecho que los pobladores de estas zonas - difiriendo en ocasiones con la tendencia de sus departamentos3 prefirieran a Juan Manuel Santos, cuya propuesta-popularmente - representó la consolidación de la paz, sobre Oscar Iván Zuluaga, cuyas iniciativas se entendieron por muchos pobladores como la continuación de la guerra, y con ella, la prolongación de la intensidad de la misma.

Dichas tendencias evidenciaron que en cada territorio existe una dinámica espacial de guerra interna particular, para la cual, según los habitantes, se debe tener una respuesta específica (El Estado colombiano [...], 2014). Considerando éstas demandas y el hecho que de las 14 áreas estratégicas que estableció el Ministerio de Defensa para combatir a los grupos armados ilegales en 2013, 7 están relacionadas con las zonas mencionadas, se desea conocer sobre las especificidades de dichos territorios. Por ello, el presente artículo tiene como objetivo determinar la dinámica espacial de la guerra interna en la frontera interna entre el Caribe y la región andina colombiana.

Se abordará el tema desde un enfoque de dinámica espacial, en tanto desde dicha perspectiva se evidencia la manera como los grupos armados ilegales atentan contra el Estado al desafiar el orden social impuesto por este ente, y con ello, su monopolio de la violencia (González, Bolívar & Vásquez, 2001, p. 253); hacen frente a la economía lícita del Estado, cuestionando las bases económicas del poder nacional (Díaz & Sánchez, 2004, p. 33); e imponen un estado de anomia adecuado para sus acciones (Pecaut, 2004, p. 23).

Lo anterior es relevante en tanto en estos territorios no existe un grupo armado ilegal hegemónico, ni una presencia del Estado determinante, lo cual produce que la guerra afecte de forma diferenciada a la población civil (homicidios4, masacres5, desplazamientos masivos6ataques a la población civil 7, secuestros y extorsiones8). Por ello, también hablamos de guerra interna en tanto la afectación diferenciada de la guerra a la población civil refleja una serie de “disputas armadas dentro de un territorio políticamente determinado que puede tener objetivos políticos o de cualquier otra índole” (Kalyvas, 2010, p. 36).

Del mismo modo, en el presente artículo hablamos de la frontera interna entre el Caribe y la región andina como una macroregión.9 Se utiliza la macroregión como unidad de análisis en tanto son en este nivel geográfico que se presenta “la lucha por corredores geográficos, que permiten el acceso a recursos económicos o armamento, lo mismo que el fácil desplazamiento desde las zonas de refugio a las zonas en conflicto” (González, 2002, p. 21)10. Para el presente caso, los territorios del Atrato (y el Urabá chocoano), el Urabá antioqueño, el nordeste antioqueño, el Bajo Cauca, el Magdalena Medio y el sur de Bolívar11 conforman la macroregión (ver Mapa 1) 12

Para desarrollar el objetivo del presente artículo, el documento se divide en cuatro partes. La primera considera la dinámica espacial de la guerra interna del Atrato (y el Urabá chocoano) y el Urabá antioqueño. En la segunda parte se integran los territorios del Bajo Cauca y el Nordeste antioqueño. En la tercera parte se analizan los territorios del Sur de Bolívar y el Magdalena Medio. Finalmente se presentan las conclusiones del artículo.

Tal como se puede deducir de esta introducción, la investigación a desarrollar es de tipo cualitativo, documental. De acuerdo a esto, el presente estudio tiene dos importantes aportes. El primero, que al ser una investigación de tipo cualitativo, descriptivo y documental, se logran hacer delineaciones detalladas de las situaciones de cada (macro) región, logrando especificar las propiedades del fenómeno de la dinámica espacial de la guerra interna en dichas áreas. El segundo, que es un esfuerzo por interpretar las dinámicas de guerra interna contemporáneas bajo presupuestos teóricos que parten de las elaboraciones desde el Estado, y no desde las justificaciones sociales y políticas de los grupos armados ilegales.

El Atrato (y el Urabá chocoano) y el Urabá: unidos por una frontera con Panamá

En la presente sección se integra el análisis de la dinámica espacial de la guerra interna del Atrato (y el Urabá chocoano) y el Urabá antioqueño, en tanto comparten una zona limítrofe con Panamá: el Darién, área de gran interés para los grupos armados ilegales por ser un punto de salida y entrada -hacia el país vecino- de su economía ilegal.

En relación a la región del Atrato (y el Urabá chocoano) se debe señalar que es una zona cuya dinámica espacial de guerra interna se caracteriza por cuatro factores. El primero de ellos está relacionado con las ventajas competitivas para el comercio hacia el exterior que tiene este territorio, al ser zona de frontera con Panamá, al tener acceso a las zonas portuarias de la Costa Pacífica, y, al estar conectada, a través del río Atrato (y el Urabá chocoano), con las zonas portuarias de la Costa Caribe. Dichas ventajas son tan importantes que incluso conllevan a que en esta zona converjan proyectos nacionales, que planean grandes obras de infraestructura para fines turísticos y comerciales, que, a su vez, convocan grandes intereses internacionales13

Es destacable el hecho que en esta zona, la dinámica de guerra interna no detenga los proyectos de los inversionistas nacionales y extranjeros;14pero que si sean detenidos por los movimientos sociales existentes en el territorio (Villa, 1998). Esto es relevante, en tanto los movimientos sociales de la región demuestran una fortaleza que les permite modificar la dinámica de guerra interna impuesta por otros agentes, es decir, por los grupos armados ilegales.15 Como menciona Pecáut, esto hace parte de la figuración de los civiles en la guerra interna ya no solo como víctimas; sino también como parte activa del conflicto (Pecáut, 2004, p. 28).

Vinculado a las ventajas competitivas del Atrato, el segundo factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en esta zona es el uso histórico que han hecho los grupos armados ilegales de la región. Este territorio es considerado como un área de competitiva por los grupos ilegales -en relación con Urabá-, pues permite el acceso a un corredor como el del Pacífico que facilita el contrabando de armas y el control de rutas de transporte y exportación de cocaína por la frontera con Panamá y la costa sobre el Océano Pacífico (González, 2002, p. 21).

Asociada a dichas ventajas y al uso que le dan los grupos armados ilegales, el tercer factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Atrato está relacionado con la estructura económica especializada en un solo sector de la región: el de la minería del oro. Esa alta dependencia de esta zona a dicha actividad, un renglón con poco peso relativo en la generación del valor agregado nacional, ha generado un estancamiento del aparato productivo departamental (teniendo una participación solo del 0.5% del PIB nacional), pero a su vez, un interés creciente de los grupos armados ilegales en el territorio (“Demanda de restitución étnica”, 2014).17

El cuarto factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Atrato, y que está relacionado con los réditos económicos que la región obtiene de la minería, es la dependencia existente de las administraciones públicas de los municipios que conforman el Atrato (y el Urabá chocoano) a las transferencias de la Nación por su actividad extractora. Solo para 2013, el departamento del Chocó, circunscripción que contiene al Atrato, recibió 600 mil millones de pesos por regalías (“Chocó recibirá”, 2012). Esta situación hace que los grupos armados ilegales se concentren en dichas zonas, en tanto encuentran “en el poder local una oportunidad para acceder a los recursos y posesionarse en estos territorios a través de la coacción armada de los funcionarios públicos, para acceder al control y dominio territorial local y regional” (Salazar, 2010, p. 19).

En suma, la dinámica espacial de guerra interna en la región del Atrato se encuentra determinada por las ventajas competitivas para el comercio hacia el exterior que tiene este territorio: por ser zona de frontera con Panamá: por el uso histórico que han hecho los grupos armados ilegales de la región: por la estructura económica especializada en la minería del oro: y, por la dependencia existente de las administraciones públicas de los municipios que conforman el Atrato (y el Urabá chocoano) a las transferencias de la Nación.

En lo que concierne al Urabá antioqueño se debe mencionar que esta es una zona cuya dinámica espacial de guerra interna se caracteriza por tres factores. El primero está relacionado con su posición geográfica. Su ubicación es de interés para los grupos armados ilegales, en tanto esta región contiene el Golfo de Urabá y es un área fronteriza con Panamá y con las regiones de Chocó y Córdoba. Estos últimos son relevantes para los grupos armados ilegales en tanto les permite tener una zona de retaguardia y de corredor, y, un acceso al mar Caribe. Como bien lo menciona ACNUR, la ubicación geográfica del Urabá antioqueño “favorece el tráfico de armas, insumos químicos y drogas ilícitas rumbo a Centroamérica y Panamá” (ACNUR, 2004, P-2).19

Ligado al anterior, el segundo factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Urabá antioqueño es el nivel de comunicación hacia el exterior y el interior del país. Su posición permite la comunicación de varias regiones del país con la costa Atlántica, siendo el Golfo de Urabá uno de los principales puertos de Colombia, especialmente en lo relativo a las exportaciones desde el mismo Urabá antioqueño hacia el suroeste antioqueño. Lo anterior es factible en tanto por dicho territorio es posible cruzar al Nudo de Paramillo, un sistema montañoso del que parten tres serranías y se puede acceder al norte de Urabá (Turbo), al departamento de Córdoba (Tierralta) y al Bajo Cauca antioqueño (Caucasia) (Vicepresidencia de la República, 2006, p. 29). También el Golfo de Urabá es importante para el comercio exterior, en tanto sus potencialidades son altas. La gobernación de Antioquia resaltó las grandes cantidades de algunos productos que se exportan a través de esa zona. Ejemplo de ello son las exportaciones de banano que ascendieron durante el año 2007 a 64.1 millones de cajas por un valor de $381.8 millones de dólares, registrándose un aumento del 2.06% en el volumen respecto al año inmediatamente anterior. Teniendo que esto se duplico para el año 2012, se podría decir que el Golfo de Urabá tiene una capacidad alta de comercio (Gobernación de Antioquia, 2012, p. 124).

Supeditado a los dos anteriores, el tercer factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Urabá antioqueño son las condiciones geográficas de la región. Estas “favorecen el cultivo de palma africana, la exportación maderera, el cultivo de banano y la ganadería extensiva, actividades que tienen 316.000 hectáreas para su desarrollo” (Machado, 2013, párr. 7). Como bien se sabe, estas actividades requieren de grandes extensiones de tierra, por lo que han sido una causa de disputa entre quienes desean concentrar este factor productivo para el desarrollo de dichas actividades económicas, los campesinos minifundistas que intentan no dejarse arrebatar sus tierras, y, los grupos armados ilegales que luchan por acaparar estas mismas para la producción de siembras ilícitas.

Como efecto de los tres factores determinantes de la guerra interna en la región del Urabá antioqueño, los grupos armados ilegales han convertido esta zona en un territorio bélico, donde hay constantes disputas territoriales. En el segundo semestre de 201 3 se registraron 26 combates entre ilegales, y entre estos y la Fuerza Pública (MDN, 2013, p. 1 5). Esto se presenta desde finales de los años ochenta, cuando los grupos Farc y Eln, y-posteriormente- las Bandas criminales, han liderado la disputa. Es de recalcar que desde las autodefensas, la delincuencia común en esta zona fue sometida. Lo anterior ocurrió a tal punto que en el caso de éste último grupo eran ellos quienes “controlaban” el crimen, como parte de la oferta de “seguridad” en el área. Desde esta óptica, expresiones delincuenciales tales como pandillas, atracadores y bandas tuvieron una existencia marginal o funcionaron a la sombra de dichos grupos (ACNUR, 2004, p. 2).20

En suma, en el Urabá antioqueño la dinámica espacial de guerra interna se encuentra determinada por su posición geográfica, por su nivel de comunicación hacia el exterior y el interior del país y por las condiciones geográficas de la región. Dichos factores han convertido esta zona en un territorio de constantes disputas territoriales, y con ello, han configurado las dinámicas delincuenciales del área.

El Bajo Cauca y el Nordeste antioqueño: territorios de una región de viejos conflictos

En esta segunda sección se integran los territorios del Bajo Cauca y el Nordeste antioqueño, en tanto allí “existen viejas divisiones bipartidistas (heredadas de la Violencia y el Frente Nacional)” (Vásquez, 2014, párr. 12) y recientes expresiones de malestar social, tal como lo fue el paro agrario (Paro agrario [...], 2013).

En relación a la región del Bajo Cauca se debe señalar que es una zona cuya dinámica espacial de guerra interna se caracteriza por tres factores. El primero está relacionado con la existencia y explotación, por parte de los grupos armados ilegales, de recursos mineros (las “brasileras” ilegales, ya han degradado, 4.161 hectáreas (No hay quien [...], 201 4) y a ciertos sectores de la población que coaccionan para su financiación a “[...] comerciantes, empresarios y mineros quienes denuncian que grupos ilegales les cobran hasta el 10% de sus ganancias mensuales” (Extorsión: flagelo [...], s.f.).21

Supeditado al anterior aspecto, el segundo factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Bajo Cauca es la minería, cuyo control estatal es precario. Un estudio de EAFIT y Pro Antioquia publicado en abril de 2012, plantea que además de los altos niveles de informalidad e ilegalidad, la actividad minera en Antioquia, en particular la explotación de oro, se ha convertido en los últimos años en fuente de financiación de grupos armados ilegales.22 Por ejemplo, a través de la extorsión, el estudio calcula que en el pago de vacunas para la utilización de maquinaria, los grupos armados ilegales estarían recibiendo mensualmente entre 650 y 3.450 millones de pesos, cifra que representaría entre tercer el 20% y el 70% del PIB minero antioqueño (Giraldo & Muñoz, 2012).

Los dos anteriores factores son efecto del tercer factor que determina la dinámica espacial de lague-rra interna en el Bajo Cauca: la ubicación geográfica de la zona. ésta no solo permite que en dicha zona confluyan algunos recursos naturales, concentrados en las reservas naturales del Magdalena y Bajo Cauca-Nechí, sino también sirve de puente de conexión entre el interior del país y la Costa Caribe.

En suma, en el Bajo Cauca antioqueño la dinámica espacial de guerra interna se encuentra determinada por la posibilidad que tiene cada grupo armado ilegal de aprovechar el entorno de la zona: por la existencia de una minería cuyo control estatal es precario, y por la ubicación geográfica de la región.

Por lo que respecta a la región del nordeste antioqueño se debe indicar que es una zona cuya dinámica espacial de guerra interna se caracteriza por cuatro factores principales. El primero, tiene relación con la falta de control estatal de la zona, producido por el resquebrajamiento de la planeación urbana, causada, a su vez, por una modernización e industrialización acelerada, que inicialmente se originó en Rionegro.23 Dicha industrialización trajo transformaciones en el entorno y en la dinámica social y económica del Altiplano con la vinculación de buena parte de la población al trabajo en las fábricas y la llegada a la región de centenares de familias en busca de empleo (área de paz, desarrollo y reconciliación: 2010, pp. 12-1 5). Estos cambios en la composición demográfica de la población contribuyeron al resquebrajamiento de la planeación territorial de la zona, generando una expansión de los centros urbanos que no fue controlado por el Estado, pero que si fue aprovechada por los grupos armados ilegales, quienes iniciaron el control del territorio a través de la imposición de su autoridad. Ello se ve reflejado en el cobro de pagos obligatorios a dichos grupos (Matta, 2014).

Como efecto del primer factor, el segundo aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el nordeste antioqueño es la economía ilegal -basada fundamentalmente en el narcotráfico, que usa las grandes masas migrantes para su comercio-. Dicha economía se estableció en la región en tanto los pobladores, ante la situación de pobreza, se emplearon en los cultivos ilícitos, que significaron desde ese momento una salida económica para buena parte de los campesinos y jornaleros desplazados. Aprovechando esa obra de mano es que los ilegales promueven la construcción de laboratorios de coca, los cuales son muy comunes que la fuerza pública destruya (Ejército realizó [...], 2014). Así ha sucedido en municipios muy afectados por la pobreza como Argelia y San Francisco, donde históricamente los medios de producción han sido escasos y no cuentan con la infraestructura apropiada para comercializar y distribuir sus productos agrícolas.

Como consecuencia del primer y segundo factor, el tercer aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el nordeste antioqueño es la expansión territorial de los grupos armados ilegales en la zona. Los grupos que llegaron -principalmente- fueron los grupos Farc y Eln. La llegada de los primeros al nordeste antioqueño es una continuidad de su presencia en el Urabá antioqueño, la cual era zona de retaguardia (área de Paz, Desarrollo y Reconciliación, 2010a, pp. 12-13). Por su parte, la llegada del grupo ELN se hace desde la zona de Embalses, los cuales son considerados por la Fundación Ideas para la Paz, como uno de los elementos que causó que este grupo se estableciera en la región a razón del ingreso del desarrollo de algunos megaproyectos (FIP, 2014).

Ligado al segundo y tercer factor, el cuarto aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el nordeste antioqueño es la concentración de la tierra. Reflejo de esto es que el coeficiente de Gini en los últimos diez años pasó de 0,76 a 0,784. Según el Observatorio Presidencial de Derechos Humanos y Derechos Internacional Humanitario (Observatorio DDHH y DIH, 2010), es la economía ilegal implantada por los grupos armados ilegales, y la expansión territorial de dichos grupos en la zona, la que ha producido la concentración de las propiedades en la región.24

En suma, en el nordeste antioqueño la dinámica espacial de guerra Interna se encuentra determinada por la falta de control estatal de la zona, producida por el resquebrajamiento de la planeación urbana, causada, a su vez, por una modernización e Industrialización acelerada; por la expansión territorial de los grupos armados ilegales a la zona; por la Implantación de una economía ilegal -basada fundamentalmente en el narcotráfico- por parte de los grupos armados ilegales; y, por la concentración de la tierra ligada a procesos de Intimidación violenta a los propietarios.

El Sur de Bolívar y el Magdalena Medio: territorios que comparten la violencia regional

En esta tercera sección se Integran los territorios del Sur de Bolívar y el Magdalena Medio. Se analizan estas tres zonas en un mismo apartado en tanto comparten una estructura social heterogénea con organizaciones armadas enfrentadas en torno a fuertes Intereses en recursos de la zona, que coinciden también con “profundos desequilibrios sociales propios de reglones con economías dinámicas que atraen migrantes y donde la distribución del Ingreso es Inequitativa” (Echandía, 2000, p. 124).

En relación al sur de Bolívar se debe decir que es una zona cuya dinámica espacial de guerra Interna se caracteriza por cuatro factores. El primero de ellos tiene relación con la economía ilegal Implantada por los grupos armados ilegales en la región. De hecho, el Observatorio DDHH y DIH subraya que en el sur de Bolívar “la lucha por el control de los cultivos de coca en San Pablo, Slmltí y Cantagallo [1.968 hectáreas (UNODC, 2013, p. 11)], explica en buena medida la confrontación entre los grupos armados ilegales” (Observatorio DDHH y DIH, 2010, párr.10).

Asociada a la economía ilegal existente, el segundo factor que caracteriza la dinámica de guerra Interna en el sur de Bolívar es la cooptación de las bonanzas de recursos naturales que ha tenido este territorio, por parte de los grupos armados ilegales. Joaquín Virolia, señala que “el sur de Bolívar ha sido una zona de bonanzas como el oro, la extracción de madera, o los cultivos de marihuana y coca” (Virolia, 2009, p. 44).25 El mismo autor menciona que estas bonanzas han sido pasajeras, pero que durante su desarrollo las consecuencias negativas superan con creces los escasos beneficios producidos.

El tercer factor que determina la dinámica espacial de la guerra Interna en el sur de Bolívar, y que está ligado a la posibilidad que tienen los grupos armados ilegales de implantar su economía ilegal, son algunos lugares geográficos de la zona que facilitan la movilidad entre Antioquia, Bolívar y Santander. El principal, es la Serranía de San Lucas, la cual -tradicionalmente- ha sido controlada por la guerrilla, a causa de las múltiples explotaciones de oro que han fortalecido sus finanzas y la posibilidad que les ofrece de ¡ncurslonar fácilmente en zonas planas de los departamentos de Antioquia, Córdoba, Sucre, Bolívar, Cesar y Santander, escenarios de economías agroindustriales y ganaderas (Vicepresidencia, 2010, párr. 10).

Adicional a los aspectos fáctlcos de la zona (p.e. condiciones geográficas), el cuarto factor que determina la dinámica espacial de la guerra Interna en el sur de Bolívar está relacionado con la base social de los grupos armados ilegales, especialmente del grupo Eln. Dicho grupo ha permanecido en esta área a razón que allí se ha avanzado en un proceso de negociación entre ésta y la población civil. De hecho, existe, desde el 2010, “un debate político [que] está atravesado por la posibilidad que se despeje una parte de los municipios de Cantagallo y San Pablo para la realización de una convención del Eln con la población y que sirva de escenario para adelantar un proceso de paz con el Gobierno” (Observatorio de Paz Integral, 2010, párr. 11).

En suma, en el sur de Bolívar la dinámica espacial de guerra Interna se encuentra determinada por la economía Implantada por los grupos armados ilegales en la región; por las bonanzas de recursos naturales que ha tenido este territorio; por tener lugares geográficos, considerados por los grupos ilegales estratégicos, en tanto facilitan la movilidad entre Antioquia, Bolívar y Santander; y, por la base social de dichos grupos, especialmente de las guerrillas como el Eln.

En cuanto al Magdalena Medio se debe enunciar que es una zona cuya dinámica espacial de guerra Interna se caracteriza por tres factores. El primero tiene relación con las deficiencias que tuvo el proceso de movilización en esta zona. Según el Informe de Human Rights Watch, el Magdalena Medio el proceso de desmovilización creó la ausencia de una desmovilización real de varios de los mandos medios de las anteriormente denominadas autodefensas (ver Informe Mundial [...], 2014). Esto resulto en la constitución de nuevos grupos armados ilegales, denominados Bandas criminales, las cuales iniciaron un proceso de control territorial a través de la extorsión y amenazas.

Ligado al primer factor, el segundo aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra interna en el Magdalena Medio es la intención de las Bandas criminales por controlar el ámbito político de la región. Esto resulta de los rezagos ideológicos de las autodefensas que tienen dichos grupos. Lo anterior, lleva a las Bandas criminales a reagrupar, de manera clandestina, prácticamente a los mismos ex combatientes de las autodefensas, aunque ahora en grupos menos visibles, ágiles y efectivos, a fin de “mantener la situación a seguir frustrando cualquier intento de retorno de fuerzas subversivas a los municipios que dominan” (Archila, 2006, p. 447). Esto se ve reflejado en el aumento del índice de seguridad de cada uno de los municipios de la región, los cuales oscilan entre 24% y 65% (MDN, 2013, pp. 16-19).

Ahora bien, asociado a la intención de los grupos armados ilegales de controlar el poder político de la región del Magdalena, el tercer factor que determina la dinámica espacial de la guerra interna en este territorio está ligado a la cooptación del poder económico, a través de la implantación de una economía ilegal. El Observatorio DDHH y DIH, destaca que actualmente dicha economía prevalece en tanto el control de los negocios ilícitos -que tiempo atrás habían sido manejados por los grupos Farc, Eln o autodefensas-, ahora están en manos de ex combatientes (en realidad, combatientes no desmovilizados) de dichos grupos (Observatorio DDHH y DIH, 2010, pp. 449-450).26 De hecho, según la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR), el 1 5.5% de los reinsertados reinciden en actividades ilícitas, que afectan los indicadores de seguridad (El 15.5% [...], 2013). De esa manera, una realidad que ciertamente se encontraba presente en la región desde mucho tiempo atrás, y que los grupos de vieja data trataban de negar, ahora se manifiesta de forma más abierta. En suma, en el Magdalena Medio la dinámica espacial de guerra interna se encuentra determinada por las deficiencias que tuvo el proceso de movilización en esta zona, la intención de controlar la política de la región de los nuevos grupos armados ilegales y por la continuación de economía ilegal existente desde hace tiempo.27

Conclusiones

En este artículo se determinaron las características de la guerra interna en la frontera interna entre el Caribe y la región andina. Para el presente documento, dicha frontera comprende las zonas del Atrato (y el Urabá chocoano), el Urabá antio-queño, el nordeste antioqueño, el Bajo Cauca, el Magdalena Medio y el sur de Bolívar. Para analizar dichas regiones, el artículo se dividió en tres partes.

Del análisis conjunto de la macroregión se obtiene que la dinámica de guerra interna en esos territorios se caracteriza por tres aspectos. El primero está relacionado con la ubicación geográfica de las regiones, en cuanto representan corredores y vías de comunicación entre territorios que conectan el interior del país y permiten el flujo internacional de drogas ilícitas, armas, productos químicos, entre otros.

El segundo aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra interna en la frontera interna entre el Caribe y la región andina está ligado con los recursos naturales que en esas regiones reposan, los cuales están en abundancia y con poco control por parte del Estado. De hecho, la empresa privada e internacional, al igual que los grupos armados ilegales, han podido manipular latenencia de tierra para lograr sus fines económicos.

El tercer y último aspecto que determina la dinámica espacial de la guerra Interna en la frontera Interna entre el Caribe y la región andina está vinculado a las condiciones geográficas de la zona, las cuales han permitido que a nivel estratégico-militar se le considere como un espacio apto para resguardarse y movilizarse. Lo anterior, ha impedido que la Fuerza Pública pueda reducir totalmente a los grupos armados ilegales que allí se ubican, puesto que estos grupos se retiran a zonas de resguardo o tienen una gran movilidad con la que la primera no puede competir.

De los resultados del presente estudio se puede entonces cuestionar la acción del Estado colombiano sobre su territorio, en tanto ésta -al parecer- no se ha edificado sobre la capacidad de control territorial e imposición de las instituciones de forma completa en todo el país, y si se ha desarrollado sobre las intenciones de cada gobierno de turno. De hecho, se podría afirmar que la guerra Interna en el país surge con la Intención de derrocar un Estado débil para imponer uno más fuerte, y no de la premisa de la corriente revolucionarla que señala una lucha en contra de un Estado totalitario y autoritario.

 

3 En el caso del Atrato (y el Urabá chocoano), el Sur de Bolívar, el Magdalena Medio y el nordeste antiqueño, estos territorios siguieron la preferencia de su circunscripción. En los tres primeros, la victoria fue para Santos; mientras que en el nordeste antioqueño primó la elección por Zuluaga, el otro candidato. Por su parte, en el Urabá antioqueño y el Bajo Cauca, las preferencias electorales “combinaron las viejas divisiones bipartidistas (heredadas de La Violencia y el Frente Nacional), con los impactos del conflicto armado y las recientes expresiones de malestar social, en especial el paro agrario [de 2014]” (Vásquez, 2014, párr. 12), resultando victoriosa la propuesta de paz de Santos en esas zonas,a pesar que en Antioquia el triunfo de Zuluaga fue contundente.
4 “Esta zona es una en las que el comportamiento de los homicidios está ligado al desenvolvimiento del conflicto armado: más de la mitad de las regiones del Urabá antioqueño, el nordeste antioqueño y el Bajo Cauca están por encima del promedio nacional y el cuarto de ellos están por encima del doble” (Llorente y Escobedo, 2014).
5 Si se observan las masacres perpetradas en la frontera interna entre el Caribe y la región andina se encuentran que la zona capta el 21.9% de este tipo de homicidios masivos (GMH, 2013).
6. Si bien esta región no es la que presente la mayor cantidad de desplazados sobre el total del territorio nacional, si tiene cerca del 35% de la migración forzada interna: la situación fue crítica en Córdoba entre 2011 y 2012, donde se registraron 22 eventos masivos ; mientras en la región conformada por el Norte, Bajo Cauca y Nordeste Antio-queño se presentó un nuevo ciclo ascendente en un escenario en el que se desataron disputas entre Bandas criminales, Paisas, Rastrojos y Urabeños principalmente. Por su parte en Bolívar se registró a partir de 2009 un descenso (UARIV, 2013, pp. 45-48).
7 En relación a las acciones violentas registradas en la frontera interna entre el Caribe y la región andina se registraron entre 2012 y 2013 un total de 90 atentados. Entre ellas se encuentran acciones contra el sector comercial, el sector eléctrico, el sector del transporte, activaciones de artefactos explosivos contra la población civil, ataque a instalaciones públicas y hostigamientos. La población total afectada en esta región es aproximadamente de 182.320 personas, teniendo como epicentros las cabeceras municipales más pobladas de la zona (GMH, 2013).
8 De igual manera, se presentaron 55 eventos de secuestro y extorsión entre 2012 en la misma zona. De hecho, “Antioquia, con casi 7.000 secuestros en estos 40 años, encabeza la lista en números absolutos” (39.000 secuestros [...], s.f.).
9 éstas se definen como un “espacio geográfico organizado en un sistema integrado de asentamientos, recursos y producción localizados y ordenados espacialmente” (Camar-go, 2010, párr. 3).
10 A partir de allí entendemos como regiones aquellas zonas de menor extensión territorial que tienen una mayor densidad poblacional. Tal es el caso de cada territorio y departamento que conforma la macroregión mencionada.
11 Se debe aclarar que dentro del análisis del sur de Bolívar se incluirá la influencia que tiene el Catatumbo en la dinámica de guerra interna (macro) regional.
12 La composición (y división) de esta frontera interna se diseñó basada en: 1) la división analítica que hace ACNUR en el Informe sobre Derechos Humanos para estudiar la situación en Colombia (2014), 2) las zonas de disputa señaladas por Fernán González (2002, p. 42); 3) la división analítica que hace Teófilo Vasquéz del conflicto armado (2014); y 4) el Nuevo Atlas Político que expone la Silla Vacía en su página web. Estas entidades consideran el conjunto de los territorios mencionados como una unidad de análisis en tanto constituye un corredor natural de comunicación entre el oriente y occidente de la parte norte del país.
13 Algunos de los proyectos que se están construyendo en la zona son: “la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana -IIRSA-; la construcción de aeropuertos como el de Vigía del Fuerte; hidroeléctricas (Bellavista y Bahía Cupica); nodos y líneas eléctricas; vías carreteables municipales (Bellavista - La Loma), interdepartamentales (carretera desde el eje cafetero al Golfo de Tribugá), e internacionales (conexión Venezuela-Colombia-Panamá, atravesando el Tapón del Darién); y canales y puertos para la navegación fluvial (canal interoceánico Atrato-Truandó, puerto multimodal de Quibdó)” (GMH, 2010, p. 158).
14 Según lo que registra el Grupo de Memoria Histórica (GMH), los actores económicos y los grupos armados, legales e ilegales, han podido compartir su presencia en el territorio sin mayores colisiones. De hecho, “la guerrilla de las FARC no impidió las explotaciones de madera, pesca y minería antes de la incursión paramilitar, de hecho las extorsionaba para obtener recursos y así seguir operando; tampoco hubo colisión con los narcotraficantes, pues todos operaban sobre la base de que unos y otros podrían explotar las ventajas comparativas y competitivas que ofrecía el territorio. Estas relaciones no fueron necesariamente distintas con los grupos Bandas criminales, quienes también impusieron gravámenes a las empresas madereras y cooptaron su negocio, y luego hicieron lo propio con las rutas del narcotráfico. Cada parte logra expandirse al amparo de las ventajas de las otras, alternándose en su rol de subordinación o poder. La expansión del monocultivo de palma aceitera pudo ser apoyada por los Bandas criminales porque garantizaban un cambio en el poblamiento y en el paisaje del Bajo Atrato (y el Urabá chocoano), acercándolo al modelo del paisaje de Urabá con el monocultivo de banano, que debería permitirles arrebatar definitivamente el control del territorio a la guerrilla de las FARC, en un momento en el que el balance de fuerzas con ellas en el Atrato (y el Urabá chocoano) era incierto” (GMH, 2010, PP. 165-168).
15 Reflejo del poder de la agencia de los movimientos sociales en el territorio del Atrato (y el Urabá chocoano) lo tiene registrado el GMH (2010) en sus estudios de la región. Este instituto, junto a otras entidades, concluyeron que en la disputa entre las multinacionales mineras y los movimientos afrocolombianos, éstos últimos han tenido un éxito parcial, en tanto ha decaído la producción de las multinacionales y la entrega de tierras a estas mismas. Si bien a estas compañías les habían entregado 213.266 hectáreas en 2011, los movimientos sociales han detenido la entrega total de las hectáreas solicitadas por dichas asociaciones, las cuales ascienden a 628.565 (GMH, 2010, p. 158).
16 Poco más del 30% de las ingresos de los municipios que constituyen esta región provienen de la minería (DAñE, 2014).
17 Esto se debe a que la minería empieza a ser una fuente de financiación, que empieza a tener mayores réditos económicos que otras actividades ilegales, como el cultivo de coca (“Demanda de restitución étnica”, 2014, párr. 5).
18 Según el índice de Competitividad de los municipios 2012-2013, el 92% de los municipios de la región del Atrato (y el Urabá chocoano) se encuentran ubicados en el nivel bajo e insuficiente de gestión de los recursos locales, mientras que los de desempeño fiscal señalan críticas situaciones de riesgo y vulnerabilidad al deterioro (DNP, 2013).
19 El área de paz, desarrollo y reconciliación ha registrado al Urabá no solo como un puerto. De hecho, progresivamente ha ido ocupando un lugar en las distintas etapas de producción de la cocaína: “en distintas zonas, se fueron extendiendo los cultivos de uso ilícito, que eran custodiados por guerrilleros o autodefensas, dependiendo de quien tuviera el dominio en el área. Simultáneamente, se instalaron laboratorios, conocidos como cristalizaderos, donde llegaba el producto sin terminar, para ser procesado y empacado. Los cristalizaderos de coca, en su gran mayoría, eran manejados por autodefensas que se encargaban de vender el producto terminado a los traficantes. Estos últimos invirtieron en la compra del producto terminado. Posteriormente, la mercancía era transportada a los puntos de embarque que en Urabá estaban bajo la custodia de integrantes de las autodefensas, quienes cobraban una cuota por cada kilo y para la utilización de rutas. [...] Es relevante mencionar que a esta región también llegan cargamentos de droga de otras zonas del país” (área de Paz, Desarrollo y Reconciliación, 2010a, pp. 32-34).
20 Habitualmente, el estudio sobre la delincuencia común se presenta de forma aislada de la confrontación armada y la presencia del narcotráfico. No obstante, algunos estudios realizados en la región, como los del GMH o los del Observatorio DDHH y DIH, sugieren que “esta relación es bastante directa, incluyendo vínculos de sometimiento, subordinación, asociación y outsourcing’ (Observatorio de Paz, 2010, p. 22).
21 Los grupos que se han establecido en la región son las FARC y las Bandas criminales: “el grupo FARC obtiene ingresos de la zona a través de la extorsión, la minería de oro y del cultivo y producción de base de coca” (FIP, 2014, p. 16).
22 El estudio mencionado establece que la producción de los mineros informales y/o emergentes está siendo asociada a organizaciones criminales, en parte por la desarticulación entre la minería informal y formal, y por la informalidad en la tenencia de la tierra.
23 Dichos hechos “aceleraron la urbanización de Rionegro y los municipios cercanos y, además, se desbordó la capacidad para satisfacer las necesidades básicas de los habitantes. Al mismo tiempo, numerosas familias de clase alta y media-alta invirtieron en la región comprando fincas de recreo, lo que cambió la vocación de la tierra y elevó sus precios. Los cambios de población ocurridos a raíz de la construcción de los embalses sobre las tierras de los campesinos y de la autopista Medellín-Bogotá trajeron situaciones que afectaron seriamente a la población local” (área de paz, desarrollo y reconciliación; 2010, p. 12).
24 La anterior situación se presentó en tanto la elevación del valor de la tierra y del crédito, fortalecieron las dinámicas de especulación. Ello promovió la disminución de la compra de tierras, por parte de quienes no tenían grandes capitales (Observatorio DDHH y DIH, 2010, p. 37). Esto ha tenido apoyo de los grupos armados ilegales, especialmente de las Bandas criminales, quienes amenazan a los dueños de tierras más pequeñas en beneficio de ciertos sectores de la región (García, et. al., 2011, pp. 106-108).
25 Ejemplo de ello es que entre 1997 y el 2000 la participación del departamento de Bolívar subió del 4% al 6% del total de cultivos de coca nacional. (Virola, 2009, p. 45).
26 Ai respecto, se señala que: “lo que moviliza a estos grupos son muchas cosas, pero están todas orientadas a mantenerse en estructuras económicas sólidas. No solamente hay coca; también gasolina, chatarra, expendios de diversos tipos. Por ejemplo, aquí [en Barrancabermeja], antes de la desmovilización se decía que ‘Báez’ manejaba la contratación pública y ‘Julián Bolívar' manejaba todo io de ios barrios, todo io que eran ios puertos, todo ei impuesto a ios puestos del mercado, los cobros por cilindro de gas, todo io que ai campesino ie tocaba pagar. Eso, aun después de ia desmovilización [...] Las cosas cambiaron, porque ai quedar ellos presos no tenían cómo hacer obedecer a sus subalternos [...] y cada quien quería hacer su negocio. Entonces se arma ei probie-món” (Gutiérrez, 2011, p. 447).
27 Lo anterior hace que en el presente tengamos una situación bastante compleja, en la cual no se sabe a ciencia cierta quiénes son los dirigentes de estas organizaciones, ni cuántos son todos en realidad, ni con quiénes están realmente aliados (Observatorio DDHH y DIH, 2010, p. 8). Aparecen nombres como las ‘águilas Negras', los ‘Rastrojos’, los ‘Urabeños’ o los ‘Paisas’, pero tampoco se conoce a ciencia cierta ni su origen real, ni sus integrantes, ni sus modos de acción. Hay suposiciones y hay hipótesis. Siguiendo a Kalyvas, el contexto que se presenta actualmente probablemente es el ambiente perfecto para saldar deudas pasadas, cobrar viejas venganzas, reconfigurar los grupos y establecer nuevas alianzas (Kalyvas, 2010, p. 448).

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