Artículo
Estudios en Seguridad y Defensa 10(19): 71-86, 2015

Intereses geopolíticos de Colombia1

Ricardo Esquivel Triana2

 

1Artículo de reflexión derivado de la cátedra ‘Seguridad global, regional y geopolítica' (Maestría en Seguridad y Defensa Nacionales, 2014-2015) y adscrito al proyecto Geopolítica de Colombia (Grupo de investigación “Masa crítica”), Escuela Superior de Guerra.
2PhD en Historia, Universidad Nacional de Colombia. Docente H.C., Escuela Superior de Guerra. Correo electrónico: resqui-velt@unal.edu.co

 

Recibido: 02 de abril de 2015
Aprobado: 01 de junio de 2015

 


Resumen

Este artículo precisa los intereses geopolíticos de Colombia para el siglo XXI. Siguiendo los enfoques clásicos sobre el interés nacional, sustenta que los intereses geopolíticos de Colombia son los de preservar su actual territorio, asegurar el control de sus recursos naturales y asumir un liderazgo sobre sus áreas de influencia natural: el Pacífico Occidental; los Andes; la Amazonia; el Istmo centroamericano; el Caribe y la Orinoquia-Guayana. Con los postulados de la geopolítica de Cohen (1991) reafirma que esta no obedece a determinismos geográficos sino que se somete al interés nacional. Dado que Colombia se ubica en la región geoestratégica marítima, dominada por Estados Unidos, sus intereses geopolíticos se orientan a tres regiones. Una es el Pacífico occidental, haciendo secundaria su integración con Asia-Pacífico, mientras fortalece su pertenencia a la Alianza Pacífico. Siendo Colombia el estado de mayor tamaño en la región Caribe, debe ejercer como la potencia mediana que es para disuadir las iniciativas de otros estados sobre ese mar. Hacia Suramérica Colombia también debe proyectar poder más allá de sus fronteras. En conclusión, los dirigentes colombianos deben asumir que la proyección del poder geopolítico es una necesidad para evitar las pérdidas de territorio o los desafíos al ejercicio del poder del estado.


Palabras claves: Geopolítica - Colombia, Interés nacional, Interés geopolítico, Región geoestratégica, Región geopolítica.


Abstract

This article specifies the geopolitical interests of Colombia for the 21st century. Following the classical approaches to national interest, sustains that Colombia’s geopolitical interests are to preserve its current territory, ensure the control of their natural resources and strong leadership over its natural influence areas: Western Pacific; the Andes; the Amazon; the Central American isthmus; the Caribbean and the Orinoquia-Guiana. With the postulates of the Cohen’s geopolitics (1991) reaffirms that this is not due to geographic determinism but that is submits to the national interest. Since Colombia is located in the maritime geostrategic region, dominated by United States, its geopolitical interests are focused on three regions. One is the Western Pacific, making secondary integration with Asia-Pacific, while strengthening its membership in the Pacific Alliance. Colombia being the State’s largest in the Caribbean region, it must exercise as the median power it is to deter the efforts of other States on that sea. Towards South America Colombia must also project power beyond its borders. In conclusion, Colombian leaders must assume that the projection of the geopolitical power is a necessity to prevent the loss of territory or challenges to the exercise of State power.


Keywords: Geopolitics - Colombia; National interest; Geopolitical interest; Geostrategic region; Geopolitical region.


 

Dos hechos recientes hacen imperativo el precisar los intereses geopolíticos de Colombia para el siglo XXI. El primero, en 2012, fue la nueva pérdida de 75.000 km2 de mar territorial en el archipiélago de San Andrés. En efecto fue la segunda cesión de territorio a Nicaragua, la anterior fue en 1928 la cesión de la Costa de Mosquitia. Pérdida y cesión debidas a la perniciosa política de los dirigentes colombianos de allanarse al arbitraje internacional para defender la integridad del territorio nacional. En este sentido es un hecho que expresa la derrota de una estrategia nacional o, más grave, la ausencia de esta.

Un segundo hecho es la nueva ronda de diálogos para el cese del conflicto interno. También en 2012, delegados del gobierno colombiano y del grupo armado ilegal FARC iniciaron tales diálogos en La Habana. Las anteriores rondas con este grupo se dieron en 1984, en 1991 (en Caracas) y de 1998 a 2002. La nueva ronda iniciada en 2012 magnifica la victoria de una estrategia militar basada en una política de modernización de las Fuerzas Militares, que incluyó fortalecer la capacidad aérea, los sistemas de información y la acción interinstitucional.

Para los estrategas resulta un contrasentido que un estado sea exitoso en su estrategia militar mientras fracasa su estrategia nacional.3 Contrasentido que puede atribuirse, en el caso de Colombia, a la falta de una visión geopolítica de sus dirigentes políticos. ¿Distinguen estos dirigentes cuáles son nuestros intereses geopolíticos? Incluso antes de ello ¿Acaso tienen claro los mismos dirigentes cuál es el interés nacional de Colombia? Lo cierto es que los dirigentes colombianos deben asumir que la proyección del poder geopolítico es la clave para evitar tanto más pérdidas de territorio como los desafíos al dominio nacional de este.

Por ello el propósito de este artículo es precisar los intereses geopolíticos de Colombia para el siglo XXI. Al efecto seguimos los postulados teóricos de la nueva geopolítica, la inaugurada a mediados de la década de 1960 por Samuel Cohen. En este enfoque la geopolítica no puede obedecer a determinismos geográficos sino que debe someterse al interés nacional. Como a su vez, sobre este interés seguimos lo expuesto en la década de 1970 por el británico Reynolds y el estadounidense Nuechterlein. Para estos autores el interés nacional debe someterse al orden democrático so pena de ceder ante los autoritarismos y hegemonías.

En consecuencia el artículo se divide en dos apartados principales. El primero sobre la relación entre interés nacional y geopolítica; el segundo apartado versará sobre la relación entre las regiones y el ejercicio del poder por el estado colombiano. Como tal no pretende ser un resumen de las teorías sobre el tema, si sugiere como pueden entenderse los postulados de tales teorías al aplicarse al caso colombiano.

Interés nacional y geopolítica de Colombia

El interés nacional de un estado democrático rige la orientación geopolítica del mismo. Esto puede que contradiga los muy citados postulados expansionistas de la geografía política del siglo XIX y de las propuestas hegemónicas de la geopolítica del siglo XX, hasta el final de la Guerra Fría. No obstante en este artículo se asume que, si bien la geopolítica es el fundamento de una buena política exterior, una y otra deben supeditarse al interés nacional. Para demostrarlo se avanzará, en orden deductivo, sobre cada una de las categorías mencionadas: el concepto interés nacional; la noción de interés geopolítico, por ende, como aplica a Colombia por sí misma, respecto a otras regiones del mundo y en la escala de los temas globales.

El concepto interés nacional

Los hechos del 2012, citados al ¡nielo, sugieren que los dirigentes colombianos están en mora de supeditar la política exterior al interés nacional. Es decir, deben superar los principios idealistas que han regido dicha política desde el siglo XIX: apego alas normas jurídicas, confianza en la justicia internacional y adopción del arbitraje para la solución de todos los conflictos internacionales. Esta es la condición previa para que el país ejerza su papel de potencia mediana en el escenario internacional. Colombia no solo necesita precisar cuáles situaciones de ese escenario afectan su interés nacional y cuáles no, sino asumir una escala de prioridad entre ellas.

Debe recordarse que en los estados contemporáneos en teoría hay dos tipos de intereses antagónicos. De un lado está el interés público, que contempla el bienestar del pueblo y de los empresarios hacia el interior de las fronteras del país (Nuechterlein, 1975, p. 8). El interés público es competencia de las tres ramas del poder (Legislativa, Ejecutiva y Judicial) en cada uno de sus niveles (estatal, departamental y municipal). Los dirigentes colombianos otorgaron prioridad a este interés desde los inicios de la república hace doscientos años hasta hoy.

De otro lado, en antagonismo con el interés público está el interés estratégico. Este contempla los medios políticos, económicos y militares para asegurar al país contra las amenazas militares. Los intereses estratégicos están definidos por cuatro factores: 1) la geografía: 2) la disponibilidad de recursos escasos: 3) la tecnología militar, y 4) el limitar los daños que puedan afectar al territorio propio (Nuechterlein, 1975, p. 9). Los dirigentes colombianos han ignorado los intereses estratégicos en nombre de un candoroso respeto al derecho internacional.

De otra parte el interés nacional, contempla el bienestar de las empresas y los ciudadanos del país que participan en el escenario internacional. El interés nacional es competencia exclusiva del poder ejecutivo del nivel nacional. Los dirigentes colombianos también soslayaron este interés dada su adopción del librecambio desde los albores de la república, al tiempo con la especialización del país en la exportación de bienes primarios.

En este orden el interés nacional básico de Colombia no debería ser diferente al de cualquier otro estado-nación, al contemplar tres metas: 1) supervivencia del estado: 2) consecución del máximo de riqueza, y 3) fomento de los valores de la comunidad (Reynolds, 1977, p. 59). Como tal este interés define los objetivos permanentes de una comunidad nacional. A su vez, aquellas metas son las de una comunidad nacional frente a otras comunidades que se consideran competidoras o enemigas.

Aunque se advierte que el predominio del interés estratégico sobre el interés nacional lleva a la imposición de la seguridad militar. Así como el predominio del interés nacional sobre el interés público llevaría a justificar la existencia del estado por sí mismo, en detrimento de los ciudadanos. Es claro que si los intereses de las diferentes comunidades nacionales compiten en el escenario internacional adquiere vigencia la necesidad de ejercer poder para lograr tales intereses: es decir, si un estado no ejerce poder los demás estados le impondrán sus propios intereses.

Debe subrayarse que Colombia definió su interés nacional desde que se dictó su primera Constitución política hace doscientos años, interés evidente hasta hoy en la Constitución de 1991. En lo que debe avanzar es en precisar la intensidad del interés según el contexto histórico y en fortalecer la democracia para precisar tal intensidad. Esto es, algunas situaciones adscritas a cada meta del interés nacional cobran mayor atención según el momento histórico.

Situaciones que se sugiere ordenar en una escala de prioridad para precisar mejor su intensidad. Si bien el nombre cambia según el autor, tal escala suele establecer cuatro niveles: 1) intereses vitales: 2) intereses extremamente importantes: 3) intereses importantes: 4) intereses secundarios (Commission, 2000, pp. 5-8). Según este enfoque, el conflicto interno de Colombia no sería un interés nacional, menos un interés estratégico, sino una situación que afecta al interés público (Nuechterlein, 1975, p. 14).

Interés nacional y geopolítica

Siguiendo a Brzezinski (1997) los estados tienen intereses geopolíticos. Definir estos es la premisa para formular una geoestrategia, esto es, para una gestión estratégica de tales intereses (p. 11). La geopolítica es una dimensión de la política exterior que los dirigentes colombianos deben asumir si desean que el país sobreviva o, lo que es lo mismo, ejerza poder en un mundo globalizado.

Debe quedar claro que todo interés geopolíti-co se deriva del interés nacional, pero no todo interés nacional es geopolítico. En las teorías de la geopolítica tradicional los dos tipos de intereses podían confundirse. Al respecto debe recordarse que tales teorías fueron hechura de las grandes potencias cuyo principal objetivo era controlar centros de recursos y líneas de comunicación allende sus fronteras, un medio de mantener o aumentar su poder. Los estados con esta habilidad podían acumular riqueza y ejercer liderazgo sobre otros estados (Grygiel, 2006, p. x).

El interés geopolítico si coincide en parte con el interés estratégico, no tanto por los medios dispuestos para asegurar al país contra las amenazas militares. Sino en cuanto los intereses estratégicos son determinados por los factores geográficos, la disponibilidad de recursos escasos y los avances de la tecnología militar. Con el mismo Grygiel (2006, p. x), al ubicar focos de recursos naturales y económicos y las líneas de comunicación que les unen, la geopolítica es un mapa que clasifica y asigna valor estratégico a los lugares.

No obstante, para este siglo XXI se evidencia la disputa de intereses geopolíticos entre las potencias, tradicionales y emergentes. Es decir, se restauró la multipolaridad tradicional del orden global. Por lo mismo, los focos de tensión de dicho orden coinciden con el mapa de las regiones donde hay vacíos de poder o focos de recursos indispensables para el desarrollo de las potencias.

Para ejemplificar lo anterior detallemos el caso de Asia Central y el Cáucaso Sur, donde la Unión Soviética dejó de ser el poder dominante. Ahora a la competencia secular entre las potencias de la región como Rusia y China se sumó Estados Unidos (EU), una potencia extra regional. También confluyen allí los intereses de Turquía, basado en nexos culturales y lingüísticos, como los de Irán, suceso-ra del viejo imperio Persa (Pipinashvili, 2011). No obstante los intereses de las potencias difieren en esencia.

Para Rusia la prioridad es contener la expansión de la OTAN sobre los países con los que comparte fronteras y, en segunda instancia, controlar el flujo de recursos energéticos que favorecen el desarrollo de las demás potencias. Al efecto también ha promovido la Unión Euroasiática (Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia y Tayikistán son países fundadores), en función de la integración económica. Así como promovió la Organización de Cooperación de Shanghai (los mismos países de Asia Central más China), un organismo de cooperación en seguridad.

Para China se trata primero de obtener los recursos energéticos indispensables para su actual dinámica de desarrollo y, en segundo lugar, asegurar sus fronteras con los países de Asia Central. Para ello China fomentó los oleoductos Sino-Kazajo y Sino-Turkmeno, con participación de Kazajistán y Uzbekistán. En este orden, China más que desafiar la influencia rusa sobre estos países es ya reconocida como el gran poder de Asia Central. No obstante recién, en mayo de 2014, Rusia y China firmaron uno de los acuerdos más importantes de suministro de gas para este último país.

El propósito de EU ha sido el fomentar un cordón de seguridad alrededor de Rusia y lograr el control de los recursos energéticos a favor de sus aliados europeos y en detrimento de China. Una de las acciones contundentes para ello fue la intervención en Afganistán, atrayendo la cooperación de los estados de Asia Central y el Cáucaso Sur. Otra de las acciones a mediano plazo fue promover la expansión de la OTAN, asumida al extremo por Georgia cuando en 2008 intentó apoderarse militarmente de Osetia del Sur.

Irán goza de la doble condición de ser una potencia regional y ser un pivote entre Medio Oriente y Asia Central, además de poseer grandes reservas de petróleo y gas. Compite con Turquía para dominar a Azeirbayán y lograr así influir sobre el Cáucaso Sur, aunque desde 1 994 este país fue cooptado por las petroleras estadounidenses. Mientras coopera con Armenia para conectarse con Rusia (Chitadze, 2012). Irán también mantiene fluidas relaciones con Georgia, en cuanto sus puertos sobre el Mar Caspio pueden facilitar las exportaciones iraníes. En esencia Irán está más interesado en la estabilidad del Cáucaso Sur que otras potencias.

En síntesis Asia Central y el Cáucaso Sur hacen parte del espacio medio que, según Brzezinski (1997, p. 40), debe ser controlado por Occidente so pena de que EU vea debilitarse su primacía global. Por ello los esfuerzos de este país por influir sobre aquella región, siendo Azeirbayán uno de los pivotes para ello.

El panorama anterior por sí mismo serviría a definir los intereses geopolíticos de Colombia en esa región. El Asia Central y el Cáucaso Sur pueden ser emporios de riquezas energéticas y minerales, además de ser paso importante para su trasegar hacia los polos de desarrollo global. Pero Colombia no depende de unos u otro, tampoco podría disputar tales recursos con Rusia, China, EU o Irán. Menos cuando la distancia que separa a Colombia de, por ejemplo, Kazajistán es de 13.000 kms. en sentido sur-noreste, y 1 5.600 kms. en sentido oes-te-noroeste. Es decir, la región se ubica a la mayor profundidad estratégica que los medios terrestres o marítimos colombianos puedan alcanzar.

Intereses geopolfticos y geoestratégicos

Podría afirmarse que el carácter geopolítico de un lugar geográfico es otorgado por decisión política de los estadistas. Tal lugar incluye recursos naturales y/o vías de comunicación indispensables para alcanzar el interés nacional. Mientras que el carácter geoestratégico, basado en el geopolítico, define el lugar sobre el cual las grandes potencias proyectan su poder (Sánchez, 2014, p. 130). Para comprender ambos tipos de intereses veamos tres ejemplos disímiles: el ártico, el comercio estadounidense y una cuenca fluvial.

El carácter geopolítico del ártico está dado por dos razones: primera, el albergar grandes reservas de hidrocarburos y otros recursos naturales. Segunda, es que favorece rutas de navegación más cortas entre Europa y Asia oriental por su deshielo, como acorta la trayectoria de misiles balísticos de un hemisferio al otro (Konyshev y Sergunin, 2012). Ello explicaría la vieja competencia entre EU y Rusia por controlar tal región.

Pero más actores adelantan una geoestrategia sobre el ártico. Entre ellos la OTAN definió una de sus prioridades basada en las consecuencias ambientales del deshielo y la mayor presencia humana allí. La Unión Europea esgrimió la necesidad de un equitativo acceso a los recursos naturales como a las rutas de comercio de la región. Incluso estados como Finlandia y Suecia, sin frontera directa, invocan la noción patrimonio de la humanidad para obtener prebendas geopolíticas allí.

Otro ejemplo de realización de intereses geoestratégicos es la política de comercio estadounidense. Ciertamente el 25% del total de importaciones de EU se hacen en función de acuerdos preferen-ciales. Los de libre comercio con aliados muy importantes (p. ej. Israel) o con países que son sus vecinos inmediatos (NAFTA). Precisamente en 1985 EU firmó su primer tratado de libre comercio con Israel. Mientras que en 1994 lo hizo con México y Canadá en el NAFTA.

Los acuerdos unilaterales los firma con regiones consideradas de importancia estratégica. En 1986 EU estableció el de la cuenca del Caribe (sigla en inglés CBI). En 2004 estableció el acuerdo con algunos países centroamericanos (CAFTA). Otros acuerdos en los Andes, en áfrica (AGOA- 2000) y Asia responden a consideraciones políticas explícitas (Lederman & ózden, 2007, p. 236).

En 2001 EU otorgó preferencias a los países andinos como parte del combate al narcotráfico, conocido como Andean Trade Promotion and Drug Eradication Act-ATPDEA-, Después firmó acuerdos similares con Jordania, Singapur, Chile. Las preferencias pueden suspenderse para presionar una política y reinstalarse por necesidad, así se hizo contra Pakistán a raíz de sus pruebas nucleares pero luego fue necesaria su ayuda en Afganistán. Por ello los acuerdos (CBI, Andean y AGOA) son revisados cada dos años.

Un tercer ejemplo de intereses geopolíticos se basa en las Helsinki Rules (1966). Según estas, las cuencas fluviales compartidas por dos o más estados son internacionales y su uso no puede ser restringido por uno de los estados ribereños (Adar, 2007, p. 65). De allí que tampoco podrían restringirlo otros actores internacionales a nombre de un supuesto patrimonio de la humanidad. En este orden, el uso excluyente de los ríos Amazonas y Orinoco por los países vecinos afecta directamente el interés nacional de Colombia por ser uno de los estados ribereños.

Infortunadamente los dirigentes colombianos priorizaron sus políticas sobre la delimitación legal de fronteras y el combate contra los grupos armados ¡legales. Soslayaron así que aquellos ríos comunicaban a Colombia con el Atlántico meridional y con la red fluvial suramericana (véase Mapa 1). Incluso tal política exterior omitió garantizar la oferta de agua para los pobladores y agricultura del lado colombiano. Mientras que la Amazonia apenas la protege desde 1978 el Tratado de Cooperación Amazónica, sobre la cuenca del Orinoco también se aceptó la imposición de patrimonio de la humanidad con el Guiana Shield Facility, apoyado por PNUD y UICN

Lo cierto es que Colombia podría invocar como intereses geopolíticos los de preservar su actual territorio, asegurar el control de sus recursos naturales y asumir un liderazgo sobre sus áreas de influencia natural (Pacífico Occidental; Andes; Amazonia; Istmo centroamericano; Caribe y la Orinoquia-Guayana). Aunque esto sea solo para consolidar su propia seguridad fronteriza y comercial, en la segunda parte de este artículo se resuelve si Colombia tiene intereses geoestratégicos.

La escala de los intereses

Dos recientes balances de coyuntura global sugirieron las tendencias del nuevo milenio. Estas tendencias sirven para auscultar cuáles son los intereses estratégicos de Colombia. En el primero los hechos trascendentes eran:

  1. Caída del precio del petróleo;
  2. Sequía en el oeste norteamericano;
  3. Estancamiento económico europeo;
  4. Débil liderazgo europeo, y
  5. Muerte del candidato brasilero Campos.

Todos los anteriores hechos que, según Naím (2014), sugerían consecuencias geopolíticas.

El segundo balance Incluyó los siguientes hechos:

  1. Reunión de alto nivel entre las dos Coreas;
  2. Movimientos militares chinos alrededor de India;
  3. China desafía a EU en los mares de China Meridional y Oriental;
  4. EU lidera a 21 países en los ataques aéreos contra blancos de Estados Islámicos (ISIS), y
  5. EU y OTAN Intensifican maniobras militares en torno a Rusia.

Dado que estos focos de conflicto “afectan los intereses geopolíticos de las potencias nucleares”, según Hardy (2014), podrían suscitar una guerra mundial.

Considerando los cuatro niveles de una escala de prioridad para el interés nacional, a saber: a) intereses vitales; b) intereses extremamente importantes; c) intereses importantes; d) intereses secundarios (Commission, 2000, pp. 5-8). Una clasificación de los 10 hechos listados arriba en función de su afectación sobre Colombia, podría verse del modo siguiente:

La visión que ofrece esta clasificación sugiere que Colombia o tiene Intereses nacionales muy limitados o sus Intereses geopolíticos no trascienden más allá de su entorno fronterizo. En efecto, ninguno de los 10 hechos mencionados por los expertos sobre el devenir global compromete la supervivencia Inmediata o la seguridad de Colombia. Ninguno afecta los Intereses vitales del país.

Si acaso el giro en las elecciones en Brasil, por la muerte del candidato Eduardo Campos que afectó la reelección de la presidenta Rousseff en la primera vuelta, hubiera tenido incidencia geopolítica para Colombia. De triunfar el candidato Neves el proyecto del ALBA continuaría su debilitamiento regional. En consonancia, como un interés extremamente importante para Colombia, tal triunfo liberaría la capacidad de nuestros gobiernos para reorientar la política regional.

Los tres hechos económicos (1.1 a 1.3) expresan condiciones económicas que, de profundizarse, podrían generar consecuencias negativas para mantener el bienestar de los colombianos. Pero aún en conjunto los tres hechos afectan marginalmente la estabilidad macroeconómica del país. El petróleo no es el único producto de exportación de Colombia (2% del PIB; Rendón, 2014); ni el intercambio comercial con Europa pesa tanto sobre nuestros ingresos (0,46% PIB; El Universal, 2013) y la sequía al norte del hemisferio podría convertirse en un nicho de oportunidad.

Por último, los focos de conflicto en Medio Oriente y Eurasia se caracterizan en conjunto por la profundidad estratégica respecto a Colombia (Esquivel, 2004). Colombia propende por la solución pacífica de los conflictos entre estados. También ha demostrado su compromiso en la lucha contra el terrorismo.

No obstante, la disputa geopolítica entre las grandes potencias en el espacio euroasiático si debe preocupar a Colombia en cuanto a prevenir el surgimiento de potencias hegemónicas, el uso de las armas de destrucción masiva o la estabilidad relativa de los sistemas globales de mercado y ambientales. No por mero discurso, sino para una efectiva proyección de su interés nacional.

Intereses geopolfticos colombianos

En el orden conceptual expuesto, es destacable el criterio geopolítico con el que se integró el territorio que definió a la actual Colombia. Al erigirse en 1717 el Virreinato de Nueva Granada se articularon tres líneas de comunicación que aseguraban el ejercicio del poder español: 1) remontando los ríos Orinoco y Meta; 2) remontando el río de La Magdalena y 3) la ruta Quito-Popayán.

Las tres líneas al converger sobre Bogotá, la convirtieron en la capital que articulaba la defensa de los territorios aledaños. Acertado sentido geopolítico sobre el que, a su vez, Simón Bolívar erigió la Colombia grande, la unión de los actuales estados de Colombia, Ecuador, Panamá, Venezuela y, la menos referida, Guayana. Lo anterior fue un resultado y es causa de una tendencia actual de poblamiento.

La tendencia que se mantiene hoy evidencia que más de la mitad de la población de Colombia se ubica en lo que algunos autores denominan el ‘trapecio andino’, la zona comprendida entre Bogotá, Cali, Medellín y Bucaramanga (Galvis, 2001, p. 5). En sentido geopolítico este podría ser el pivote geográfico de Colombia. Lo cierto es que hasta cuando se erigió como república Colombia no dependía de la importación de recursos y desde entonces también tendió a disminuir sus comunicaciones vía marítima.

Lo grave es que tal evolución se acompañó desde 1830, en parte por la disolución de la federación con Ecuador y Venezuela, con la renuncia de los dirigentes colombianos a que Colombia ejerciera poder. Esto al adoptar como principio de su política exterior el respeto idealista al derecho internacional y la adopción del arbitraje para hacer valer el interés nacional. Con Gryglel (2007), si un estado omite o no considera los intereses geopolíticos otros estados podrán llenar el vacío.

Es decir que, en función del interés nacional (supervivencia, bienestar y valores), la política exterior de Colombia hoy debería adoptar una orientación geopolítica. Los imperativos geopolíticos de Colombia que deberían orientar tal política subrayan tres propósitos:

1) Asegurar el dominio del territorio nacional para impedir la pérdida de un centímetro más del mismo, junto con evitar la acción del crimen transnacional y asegurar el control de recursos y vías. 2) Procurar una mayor influencia sobre su región de influencia natural (los 11 países con los cuales comparte frontera) para consolidar su propia seguridad, disuadir cualquier reclamo territorial y fortalecer el intercambio comercial. 3) Retomar el liderazgo de Colombia sobre las plataformas adyacentes (de mayor a menor profundidad estratégica: Pacífico; Andina; Amazonia; Istmo centroamericano; el Caribe y la Orinoquia-Guayana).

Queda claro así que Colombia no tiene aspiraciones territoriales diferentes a las de preservar su actual territorio, ni aspiración de proyectarse más allá de poder Intercambiar libremente con los de más estados del globo. Para corroborar estos imperativos geopolíticos a continuación analizaremos la proyección geopolítica de Colombia a partir de los postulados de Cohen sobre las regiones geoestratégicas y geopolíticas.

Regiones y proyección de poder por Colombia

Vale reiterar que los intereses geopolíticos de Colombia se ciñen al interés nacional de un estado democrático. De hecho en sus doscientos años como república Colombia no ha sido un estado expansionista ni agresivo. No obstante, en perspectiva geopolítica, para hacer valer su interés nacional Colombia debe proyectar poder en su entorno internacional. Por ello en este segundo apartado se examinan los postulados geopolíticos que definen cuál es el entorno regional prioritario para el país; entre aquellos se incluyen: las regiones geoestratégicas y las geopolíticas, las regiones del Pacífico, el Caribe, de Suramérica y, finalmente, el poder marítimo.

Las regiones geoestratégicas y las geopolíticas

La omnipresente actualidad (pos-guerra fría; pos-llS; globalización) impone un cambio fundamental en la política exterior de Colombia. Impone adoptar un inédito enfoque geopolítico. Si bien la geoestrategia se consolidó como referente teórico al finalizar la Segunda Guerra Mundial, desde la década de 1970 también operan nuevas corrientes de análisis geopolítico (Barton, 2003, p. 1 6).

Cuando en 1897 Ratzel publicó la primera geografía política sistemática, esta era una sub-disciplina de la geografía humana. Mientras que en 1899 al acuñar Kjellén el término geopolítica lo hizo advirtiendo que esta era parte de la ciencia política (Venler, 2010, p. 3). Mackinder nunca usó el término geopolítica pero en 1904, a partir de la oposición histórica entre potencias marítimas y terrestres, sugirió la división del mundo en tres regiones geoestratégicas: la región pivote (Heartland), el creciente interior y el creciente exterior o marginal; la potencia que controlara la primera dominaría el globo.

Durante la Segunda Guerra Mundial, en 1942, Spykman propuso a partir de la posición geográfica de Estados Unidos (EU) un reenfoque de tales regiones. El dominio del creciente interior, al que denominó Rimland, debía ser lo más importante para ese país. Entonces la política exterior de EU cambió del aislacionismo al intervencionismo global, así como adoptó la estrategia de contención contra la Unión Soviética y la del dominó en el Sudeste asiático (Venler, 2010, p. 5).

En 1963 Cohén refutó ambas tesis, la del Heartland y la del Rimland. El dominio de una región no podía ser un determinismo geográfico que prescindiera de los riesgos o posibilidades de éxito al efecto. A partir de allí, desde la década de 1970, la geopolítica renació. Por ejemplo, apegado a las teorías ortodoxas, hacia 1977 Gray asumió la geopolítica como una variante del realismo clásico. Para el controlar la isla mundial (Eurasia-áfrica) conducía al control del mundo. En la misma línea ortodoxa, en 1997, Brzezinski reafirmó para la política exterior de EU la necesidad de controlar Eurasia.

En su análisis geopolítico Cohén se remitió a tres regiones: las geoestratégicas, con alcance global; las geopolíticas o subdivisión de las anteriores y equiparables a las regiones geográficas; mientras que el tercer tipo de región son las zonas fragmentadas o regiones estratégicas, ocupadas por estados conflictivos (Venier, 2010, p. 7). Entendía así un sistema jerárquico que va desde el dominio geoestratégico hasta las unidades subnacionales, donde los estados se clasifican según su poder: potencias globales, potencias regionales y los demás estados (Cohén, 2003, p. 5).

Allí mismo solo reconocía dos regiones geoestratégicas: 1) la marítima, dominada por EU, y 2) Eurasia, dominada por Rusia. La primera incluía como regiones geopolíticas a las Américas, las áfricas, Europa marítima y el cinturón Asia-Pacífico. Las regiones geopolíticas de la segunda incluían Europa oriental, el Cáucaso, Asia Central y Mongolia. regiones como Asia Oriental y Asia Sur, lideradas respectivamente por China e India, apuntan a convertirse en geoestratégicas.

Colombia debe asumir con prudencia tal categorización. Ciertamente el país primero debe ejercer como la potencia mediana que es físicamente. Lejos de convertirse en potencia regional, si debe aspirar a proyectar poder más allá de sus fronteras. Pero siendo que el Heartland clásico o Eurasia continental ostenta la mayor profundidad estratégica para Colombia (véase mapa 2), esa región no es geoestratégica para el país. Puede dudarse que se logre alguna influencia allí, incluso con medios del Soft o Smart Power.

Reiterando de Cohen (2003, pp. 37-40) la existencia de solo dos regiones geoestratégicas, la marítima y Euroasia, Colombia está ubicada en la primera. Tal ubicación no deja lugar al idealismo, confirma que Colombia nada tiene que hacer respecto a la disputa de Euroasia entre las grandes potencias; es decir, utópicamente podría el país tener alguna aspiración geoestratégica. Pero por estar ubicada en la región geoestratégica marítima, dominada por Estados Unidos (EU), Colombia no puede sustraerse a la dinámica geopolítica de esta.

Más arriba se mencionó que esta región se subdivide en cuatro regiones geopolíticas, Colombia se inscribe simultáneamente en dos de estas, el Caribe y Suramérica. No obstante, mantiene vínculos históricos con una tercera, la Europa marítima, y valdría inquirir por qué no ha superado los vínculos marginales con la cuarta, el Asia marítima; iniciando con esta última en seguida se precisan los intereses de Colombia sobre estas regiones.

La región geopolítica del Pacífico

El discurso sobre la proyección de Colombia en el Asia Pacífico puede remontarse a treinta años atrás, así como la solicitud de ingreso del país a la APEC a hace veinte años (García, 2005). Hoy, 2015, la frustración de los dos propósitos es explicable desde la geopolítica, incluida la misma inopia que sobre esta disciplina sufren políticos y académicos colombianos.

Si bien Colombia tiene un litoral sobre el Pacífico de 1300 km lo que, considerada también la posesión de la Isla Malpelo, determina un área de 339.100 km2 de mar propio allí (1 6,4% del territorio nacional; Sociedad, s.f.; Comisión, s.f.). El litoral del Pacífico colombiano se ubica en el extremo donde aquel océano alcanza su mayor ancho, medido desde Indonesia. Esta distancia, cerca de 19.800 km, obviando condiciones geográficas, nos ubicaría a una mayor profundidad estratégica que la definida más arriba entre Colombia y Kazajistán en sentido oeste-noroeste (15.600 km). Más claro, siendo el litoral colombiano el más lejano respecto al Asia-Pacífico exigiría un poder marítimo innovador para conectar los dos extremos.

Lo cierto es que Colombia tuvo su única Flota Mercante Grancolombiana entre 1947 y 1997, cuyas naves fueron “huéspedes acostumbradas de noventa y tres puertos en Europa, Norte, Centro y Sur América” (Bazurto, s.f., p. 135). Siendo consecuentes con una vision estratégica “A nation’s peacetime commerce is an index of its ‘staying power’ in naval war” (Tuttle, 1971, p. 419). En efecto, durante aquel período nuestra Flota mercante compró hasta 12 buques y supervisó la construcción de otros 28, como desde 1951 formó oficiales mercantes en la Escuela Naval de Cartagena. Paradójicamente, en 1996, la apertura de mercados llevó a vender el 60% de la Flota a México y el resto quedó como holding financiero (Levar, 1996).

En contraste, los países del Asia-Pacífico hoy copan el 25% de las adquisiciones de nuevos buques militares, unos 800 nuevos buques que incluirán hasta 100 submarinos. Entre aquellos países destacan Japón, Surcorea y Australia, que en conjunto gastarán U$26.000 millones en adquisiciones. Ello en parte para controlar sus respectivas zonas de exclusión económica, además de vigilar el tráfico de los más de 60.000 buques con materias primas que atraviesan el Estrecho de Malaca (Infodefensa, 2013; véase mapa 3). Mientras que este 2014 Surcorea transfirió a Colombia una corbeta construida en 1983, para reforzar la seguridad en el Pacífico colombiano (Toledo, 2014).

Regresando con Cohen (2003), Colombia se ubica en la región geoestratégica marítima la cual incluye entre sus regiones geopolíticas al Asia extra-continental y a Oceanía. Pero, también con Cohen, debe recordarse que el Sudeste Asiático mantiene una dinámica propia pese a la presión de las grandes potencias. En conjunto son regiones que, dada su profundidad estratégica y el limitado poder marítimo colombiano, según explicamos más arriba, no se incluirían entre los intereses geopolíticos del país.

No obstante, en la misma región geoestratégica se incluyen las regiones geopolíticas de Norteamérica y Suramérica, cuyas fachadas occidentales pertenecen a la Cuenca del Pacífico (entendida esta como región geográfica). Dado que Colombia está en medio de aquellas dos regiones y que su litoral occidental se ubica en el extremo sureste del Pacífico Norte, en consecuencia, el Pacífico de interés geopolítico para Colombia es el de la cuenca americana de este océano.

Lo anterior permite entrever que la inclusión de Colombia en la Alianza Pacífico (Biznews, 2011) fue la primera decisión geopolítica real del país, aunque no premeditada en lo estratégico. En efecto, para fortalecer su intercambio económico se orientó hacia los tres países de tal Alianza (México, Perú y Chile). Así que en virtud de esta Alianza Colombia ya intercambia con todos los socios americanos de la APEC, incluidos Estados Unidos y Canadá. Pero en esa cuenca, el interés de Colombia debe también orientarse a preservar los mares propios dados sus límites en el Pacífico con tres países (Costa Rica, Panamá y Ecuador).

Reiterando que el Océano Pacífico impone a Colombia la mayor profundidad estratégica respecto al Sudeste asiático, siendo la distancia entre Indonesia y Colombia la que define la mayor anchura (19.800 km) que alcanza dicho océano. La subdivisión sugerida por Cohén lleva a considerar que para Colombia el Pacífico debe referirse a la región geográfica consustancial a los países con los que tiene límites marítimos allí, esto es, con Costa Rica, Panamá y Ecuador. Una razón de más para preocuparse primero por la pretensión de Costa Rica, desde 2009, para ampliar su Zona Económica Exclusiva más allá de las 200 millas dada la ubicación de la Isla del Coco perteneciente a ese país (País gestiona..., 2009).

Lo anterior significa que en el Pacífico los límites marítimos de Colombia están supeditados a la influencia de aquellos tres pequeños países. Lo paradójico es que la soberanía colombiana sobre el Pacífico corresponde a un área de 330.000 km2 (casi 1/6 del área nacional), mientras que Costa Rica dispondría de un área marítima equivalente a 11 veces su tamaño terrestre. Se trata aquí también de acceder a los bancos de atún y a la futura explotación de minerales, mientras se objeta la posesión de la isla de Malpelo por Colombia (Méndez, 1998).

La región geopolítica del Caribe

Según Cohén las regiones geopolíticas, equiparables a las regiones geográficas, pueden contener zonas fragmentadas o regiones estratégicas, ocupadas por estados conflictivos. En tal contexto Colombia se ubica entre dos regiones geopolíticas: la del Caribe y la de Suramérica. Esta última, junto con el áfrica Subsahariana, considerada al final de la Guerra Fría como un cuadrante marginal del globo: es decir, de poca importancia estratégica militar y económica para las grandes potencias (Cohén, 1991, p. 553: véase mapa). Significa esto que Colombia ¿debe preocuparse más del Caribe que del espacio suramericano?

En la región Caribe Colombia debe ostentar soberanía sobre un área de 658.000 km2 (casi 1/3 del área nacional) frente a ocho países con los cuales tiene límites marítimos. Dos de aquellos países, Venezuela y Nicaragua, pretenden arrebatar a Colombia mar territorial y su zona contigua. Esto afectaría también el hecho de ser Colombia el estado más extenso sobre tal región (Londoño, 1973, p. 15).

Aunque otros estados, Haití y Jamaica, reflejan el pasado de disputa geopolítica con Francia e Inglaterra. Luego, hasta la Guerra Fría, serán Nicaragua y Panamá quienes reflejan la imposición geopolítica de EU. Hoy por el área marítima del Caribe colombiano trasiegan tres flujos de importancia geopolítica: el comercio en general que atraviesa Panamá: el flujo petrolero proveniente de Venezuela y el narcotráfico rumbo a EU. Algunos de estos flujos también vinculan a Colombia con la Europa marítima, pero aparte la capacidad naval y mercante del país aquella tampoco motiva alguna aspiración geopolítica.

Cohén percibía que Venezuela era más importante para la geopolítica estadounidense. Pero dada la estrecha relación entre Colombia y Venezuela, esta podría incidir para que esa geopolítica se desplazara más hacia el sur para incluir a Colombia. No solo por la interacción entre los dos países en la costa Caribe y su diferendo sobre el golfo de Coquibacoa. También porque en la década de 1 990, la economía de los dos países tendía a tener una orientación andina. No obstante, Colombia estrechó más sus vínculos con Estados Unidos en función del impacto del narcotráfico sobre ese país (Cohén, 1991, p. 558). Lo anterior para recordar que el análisis geopolítico se sujeta a las dinámicas del sistema global, no a determinismos geográficos.

El Caribe tiende a convertirse en una región compuerta. Es decir, una región que facilita la transferencia de los flujos económicos entre regiones geoestratégicas. Aunque el Caribe comprende el perímetro de seguridad de Estados Unidos, con el cese de la influencia de Unión Soviética sobre Cuba y Nicaragua, se abrió la posibilidad para una mayor influencia de México y Venezuela sobre esa región. La condición de compuerta del Caribe se explica por su aporte de mano de obra para el sur estadounidense, por su atractivo para inversionistas orientales o como trampolín para el comercio con Estados Unidos. Esto sin olvidar su gran atractivo turístico para los mismos estadounidenses. Colombia constituye un estado bisagra para la compuerta caribeña, dada su conexión con los países andinos (Cohén, 1991, p. 573).

Sin embargo, todavía una década después, Cohen (2003, 26) reiteraba que el Caribe era una potencial compuerta comunicando Norte, Meso y Suramérica, y Euro-mediterráneo (sic). Vale acotar que para Cohen aquella región es diferente a Mesoamérica. El Caribe comprende la costa norte de Suramérica y las islas de ese mar. En tanto Mesoamérica también incluye a México y los siete países centroamericanos. Con el NAFTA, desde 1994, se reforzó la integración geopolítica entre Estados Unidos, Mesoamérica y el Caribe. A su vez, las corrientes del Atlántico facilitan la conexión del Caribe con Europa.

Las iniciativas, primero, del régimen castrista desde Cuba y, luego, del régimen chavista desde Venezuela intentaron ganar influencia en el Caribe. Pero, según Cohen (2003, p. 28), solo en una era post-socialismo los dos países, junto con Puerto Rico, podrían conformar un trípode geopolítico sobre el cual se basaría la compuerta caribeña. Este es entonces el nuevo gran desafío para Colombia, el no dejar a iniciativas ajenas ejercer influencia sobre un mar donde es uno de los estados de mayor tamaño.

En detalle, el Caribe es un mar interior cuyos límites al norte son las Antillas Mayores y al sur Colombia y Venezuela, al este las Antillas Menores y al oeste el istmo centroamericano. Colombia es uno de los países que aporta el mayor caudal de aguas dulces a la cuenca, a través de tres sistemas hidrográficos: uno del mismo nombre, Caribe, que incluye al río más largo que desemboca allí, el Magdalena: al más caudaloso, el Atrato, y el Sinú. El sistema del Catatumbo, que incluye al mismo río Catatumbo y al Zulia, ambos ríos que nacen en Colombia. Y el tercer sistema, el Orinoco, cuyo principal tributario es el río colombiano del Guaviare, los ríos Meta, Vichada, Tomo y el Arauca, este que también nace en Colombia.

A lo anterior se agrega que Colombia posee un área de 589.360 km2 sobre el Mar Caribe. Comparado con Venezuela, que entre mar territorial, contiguo y zona económica exclusiva (Martínez, 2011, p. 3) suma 441.695 km2. En conclusión, Colombia es el estado de mayor tamaño en el Caribe.

Aquí cabe preguntar si la plataforma estratégica naval de Colombia consulta estos y otros desafíos a su mar territorial. Recién este marzo, Colombia presentó el proyecto de su plataforma estratégica de superficie (La Armada..., 201 5). En plan de renovar la flota, tal plataforma prevé para el 2022 contar con ocho fragatas tipo OTAN o multimisión. Si bien las operaciones de la Armada Nacional Incluyen el control del mar, la defensa del espacio marítimo, la seguridad fluvial y la lucha antidroga, dicha renovación de la flota debe contrastarse con la situación geopolítica del país. Con Cohén, lo evidente es que Colombia debe ejercer como la potencia mediana que es para disuadir más reclamos sobre su territorio.

La región geopolítica de Suramérica

La reciente visita del Primer Ministro de China a Brasil, Colombia, Chile y Perú, solo confirma la necesidad de aquella potencia de obtener recursos minerales, agrícolas y de mercados en Suramérica (RFI, 2015). En lo que toca a Colombia, durante su visita, el Ministro firmó convenios para adelantar proyectos como: a) la vía Puerto López - Puerto Carreño; b) un centro logístlco en Buenaventura: c) la disponibilidad de tierras colombianas para agrolndustrlas chinas. A cambio de esas recompensas geopolíticas China donó U$ 8 millones para programas políticos del gobierno actual (SIG, 2015).

Según Cohén, con la posguerra fría Suramérica fue vista como una periferia para los intereses de Estados Unidos (EU). Además era una de las zonas de marginalidad global junto con el áfrica Subsahariana. Pero con el nuevo milenio la disputa por los recursos primarlos entre las potencias tradicionales (EU, Europa marítima y Japón) y las emergentes (BRIC) renovó la atención sobre Suramérica. Entre estas emergentes Brasil surgió como una potencia regional, al tiempo que los países del ALBA (Bolivia, Ecuador y Venezuela) se alejaban de EU.

Por lo anterior Suramérica, aunque es parte del Dominio Marítimo que controla EU, se consolidó como una región geopolítica independiente y no integrada con Norte y Mesoamérica (Cohén, 2009, p. 147). En particular los accidentes geográficos que fijan el límite entre la región geopolítica del Caribe y la de Suramérica se ubican al norte de los Andes colombianos y del macizo guyanés. A su vez Suramérica está dividida por dos accidentes geográficos, la misma cordillera de los Andes y la cuenca del Amazonas. Esto Impone una tendencia a la fragmentación interna de Suramérica (Cohen, 2009, p. 149), la que sugiere para Colombia superar cualquier deterninismo de integración subregional.

En el mismo sentido, según Buzan el límite entre el complejo regional de seguridad norteamericano y el complejo suramericano pasa por la costa del Caribe suramericano (o sea Colombia). El primero incluye al subcomplejo de Centroamérica, desde Guatemala hasta Panamá, mientras que el segundo se divide en dos: el subcomplejo del Norte Andino y el del Cono Sur. Dado que en la misma teoría las amenazas a la seguridad viajan más fácilmente en las cortas distancias e inciden en producir complejos regionales de seguridad (2003, p. xvl), sobre esa misma teoría puede inferirse que Colombia debe asumir su posición intermedia entre aquellas regiones a partir de sus propias necesidades de seguridad. Es decir, como la causa de su propio complejo regional donde Colombia asuma su perfil de potencia mediana.

En suma, la evolución histórica del territorio colombiano le llevó a ubicarse simultáneamente sobre cada una de aquellas regiones y geografías, más exactamente en la confluencia de dos regiones geopolíticas (Cohen) o de dos complejos de seguridad (Buzan). Ubicación que no encuentra sustento geográfico en aquellas teorías, pero las mismas que sugieren dos fundamentos de una política exterior para Colombia: el primero, en función del Interés nacional, mantener la integridad territorial: el segundo, en función de un proyecto geopolítico, asumir que Colombia es un país de síntesis (López de Mesa, 1970, p. 255).

Dicha evolución histórica, siguiendo a Mackinder (1904), confirma que la nación construida en esa confluencia geográfica tiene dos opciones: continuar su lento debilitamiento a merced de las potencias de turno y de los pequeños países que han asumido con claridad geopolítica la defensa de su interés nacional. O, como segunda opción, asumir que una potencia mediana no acepta que otros países le impongan su conducta y se orienta a proyectar su poder. Faltaría profundizar a futuro la perspectiva donde dicho territorio ha venido a quedar en el espacio medio (Brzezinski) entre dos potencias, una global y una regional que compiten en el mismo hemisferio por influir sobre sus vecinos.

Conclusiones

En este artículo se precisaron los Intereses geopolíticos de Colombia para el siglo XXI. Dado que el Interés nacional del estado colombiano ya está definido en la constitución política, lo que necesita detallarse es cómo se hará valer tal Interés. Los Intereses geopolíticos se precisan dado que estos deben ser el fundamento de la política exterior del país (o geo-estrategla; Gryglel, 2006). Dicho de otro modo, los dirigentes colombianos deben asumir que la proyección del poder geopolítico es una necesidad para evitar las pérdidas de territorio o los desafíos al ejercicio del poder del estado. Para sustentar esta conclusión se propuso dos categorías.

En la primera, el artículo se ciñó a los enfoques sobre el Interés nacional expuestos por Reynolds (1977) y Nuechterleln (1975). Enfoques consustanciales a Colombia por subrayar que el Interés se somete al orden democrático, en caso contrario cedería ante los autoritarismos y hegemonías. En detalle, el Interés nacional se orienta a: 1) la supervivencia del estado; 2) la consecución del máximo de riqueza, y 3) el fomento de los valores de la comunidad. Por otra parte, lo geopolítico supone Influir sobre otros estados para ejercer el control sobre los focos de recursos y las líneas de comunicación.

En este orden, los intereses geopolíticos de Colombia son los de preservar su actual territorio, asegurar el control de sus recursos naturales y asumir un liderazgo sobre sus áreas de influencia natural: el Pacífico Occidental; los Andes; la Amazonia; el Istmo centroamericano; el Caribe y la Orinoquia-Guayana (véase mapa 4). Si bien Eurasia y Medio Orlente, por su profundidad estratégica respecto a Colombia, no le Interesan en lo geopolítico, los conflictos en aquellas regiones merecen su atención en función de promover la solución pacífica de los conflictos entre estados y su compromiso en la lucha contra el terrorismo. Si Colombia debe preocuparse en lo geoestratéglco por la disputa entre las grandes potencias en esas regiones es para prevenir el surgimiento de hegemones, el uso de las armas de destrucción masiva y lograr sistemas globales estables de mercado y ambiental.

En la segunda parte, el artículo sugirió como asumir los postulados teóricos de la geopolítica de Samuel Cohén (1991) para las necesidades de Colombia. Entre aquellos se reitera que la geopolítica no puede obedecer a deterninismos geográficos sino que debe someterse al interés nacional. Los intereses geopolíticos de Colombia débilmente se han ceñido al Interés nacional de un estado democrático, tanto que en sus doscientos años como república no ha sido un estado expansionista ni agresivo.

No obstante, en perspectiva geopolítica, Colombia debe proyectar poder en su entorno internacional para hacer valer su interés nacional. Siguiendo a Cohén (2003), sobre la existencia de dos regiones geoestratégicas, la marítima y Euroasia (p. 37-40), Colombia se ubica en la primera. Dado que aquella es dominada por EU Colombia no puede sustraerse a su dinámica geopolítica, sobre todo a la de dos de las regiones geopolíticas en las cuales el país se inscribe simultáneamente: el Caribe y Suramérica. Aunque mantiene vínculos históricos con una tercera, la Europa marítima y no ha logrado integrarse con el Asia marítima, la cuarta región.

Insistir en esta integración no responde a la realidad geopolítica de Colombia. En primer lugar, el Asia-Pacífico se ubica a la mayor profundidad estratégica respecto a Colombia, obviando condiciones geográficas, a una distancia de 19.800 km. En segunda instancia, el poder marítimo de Colombia es incipiente al carecer de flotas mercantes nacionales y dada la mínima inversión en una flota naval que se orienta a la seguridad del mar territorial. Por lo anterior, es razonable afirmar que el Pacífico de interés geopolítico para Colombia es el de la cuenca americana de este océano y de allí la virtud de pertenecer a la Alianza Pacífico.

En la región geopolítica del Caribe Colombia es el estado de mayor tamaño. Lo que le impone ejercer como la potencia mediana que es para disuadir más reclamos sobre su territorio y para debilitar las iniciativas de otros estados para ejercer influencia sobre ese mar. Acción similar debe orientar hacia Suramérica, aunque con menor intensidad dado que esta región le impone más barreras naturales: la cordillera andina y la selva amazónica. Es decir, Colombia no debe aspirar a convertirse en potencia regional, lo que le llevaría a competir con Brasil. Si debe aspirar a proyectar poder más allá de sus fronteras y hacer valer sus intereses en las regiones que comparte con once países vecinos.

 

3. Ejemplo contrario de ello fue el fracaso de la operación en Gallipoli, ordenada por Winston Churchill en la Gran Guerra; véase Regan, G. (2001). Historia de la incompetencia militar. Barcelona: Crítica.


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